FUNDACIÓN TU NUEVA ALEGRÍA

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lunes, 16 de abril de 2018


¿De qué depende su felicidad?

Cita Bíblica: Romanos 14.17, 19 Pablo también nos recuerda que «el reino de Dios no es comida ni bebida, agradarme a mí mismo a expensas de los sentimientos de los demás», «sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación»

A Ricardo lo conocí en el mejor momento de su vida. Era el propietario de un próspero Café, muy cerca de la Liga de Ciclismo en la que yo trabajaba como Comisario de ciclismo.
Sobresalía por su condición de hombre amable, tolerante y de muy buen humor. Eran otros tiempos para todos. Para Ricardo y para mí.
El, con un firme convencimiento de que la vida le sonreiría siempre, que no vendrían penurias económicas, que el éxito estaba a sus pies.
Y yo con la certeza de que tenía que seguir luchando a diario para salir adelante.

Pero con el paso de los años, las circunstancias cambiaron. Para él, y para mí. Acepté a Jesucristo y estaba ejerciendo como pastor.
Y una mañana llegó al lugar en el que nos reuníamos a orar, en el centro de Santa Cruz de La Sierra.en Bolivia. Desecho, con la mirada de quien siente que no hay propósito para existir y ese brillo inexplicable de la derrota.
Había perdido su negocio, estaba inmerso en el alcoholismo y su familia le había vuelto la espalda por su adicción al juego.

Hablamos y coincidimos en un hecho: la vida cambia con una enorme rapidez. Y las cosas pueden cambiar en cuestión de segundos. El lo había experimentado en carne propia. Estaba arruinado...

Lo interesante de la historia es que Ricardo renunció a esa inclinación suicida que le llevaba a pensar en la muerte como la única salida a sus problemas.
Aceptó a Jesús como su único y suficiente Salvador. Su visión de la vida cambió. Logró entender que los seres humanos no valemos por las posesiones materiales sino por lo que realmente somos. Hoy lucha por el sustento diario, pero a su manera, es feliz.

Las posesiones materiales y la felicidad...

No dejan de despertar inquietud las personas que pareciera, progresan sin mucho esfuerzo.
Son diferentes. Viven una vida ajena a las necesidades, mientras que quizá usted enfrenta penurias económicas.

Es más, se ven sonrientes a toda hora. Nada les falta, todo les sobra. Y usted, haciendo frente a cosas mínimas. Hay momentos en que carece de lo más elemental...

Pero detrás de las posesiones materiales, está la vida plena, esa que no se consigue con los recursos.
La felicidad no la venden en la droguería, en cápsulas para tomar cada ocho horas. Es un estado del alma. Es un crecer diario. Es un aprender en todo momento.

Cuando cursaba la formación teológica en el Seminario, nos hacían mucho énfasis en la necesidad de depender de Dios y no de la provisión económica ni las posesiones materiales. Esa, nos decían, no es la felicidad verdadera.
La felicidad la podríamos identificar cuando, sin tener mayor disponibilidad financiera, pudiéramos tener paz mental y espiritual.

Y ese convencimiento me asiste hoy. Toma mayor fuerza cuando recibo diariamente cartas de personas que, en un momento dado de su existencia, pierden todo y se echan al dolor porque consideran que el mundo se hunde sus pies.

Somos verdaderamente libres, cuando reconocemos que nuestro mayor valor está en el ser y no en la disponibilidad económica, la posición social, el número de carreras profesionales que hayamos cursado o quizá el cargo laboral que desempeñemos.

Quienes sucumbieron a las crisis, no estaban preparados para comenzar de nuevo. Perdieron todo y renunciaron a su capacidad de luchar.
Tienen mentalidad de fracasados y olvidan que los ganadores siempre están dispuestos a reiniciar, a levantarse, a no quedarse en el suelo.

La Biblia declara: “Mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores. Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el que sostiene a los justos es Jehová” (Salmos 37: 16, 17).

Depender de Dios es la única fuente de tranquilidad que podemos alcanzar. Lo demás, viene por añadidura.
De nada sirve tener solidez financiera, si nuestra vida es un caos. Pero si tenemos el poder del Creador obrando en nuestro ser, cuando vengan las posesiones, podremos disfrutarlas realmente.

Antes de terminar deseo invitarle para que tome la mejor decisión de su vida. Acepte a Jesucristo en su corazón.
Es la mejor decisión que puede tomar. Y es muy sencilla. Sólo basta que haga una sencilla oración, allí frente al computador. Dígale: “Señor Jesucristo, reconozco que te necesito, que mi vida es un caos y necesita se reorientada. Te pido que entres en mi corazón y me hagas una persona nueva. Gracias por la oportunidad que me brindas. Obra en mí los cambios que necesito. Amén”.

Su existencia no será la misma desde hoy, en adelante se lo puedo asegurar.

Si tiene alguna pregunta, sugerencia o inquietud, escríbame ahora mismo al siguiente correo electrónico tunuevaalegria@gmil.com donde le daremos una respuesta a la luz de la Palabra de Dios y bajo la guía de Su Santo Espíritu-

Dios le Bendiga ricamente