FUNDACIÓN TU NUEVA ALEGRÍA

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sábado, 1 de noviembre de 2014




COMO ENFRENTAR LOS MIEDOS

INTRODUCCION
Miedo, ansiedad, tensión, temor, angustia.
Estas palabras, en un sentido técnico, poseen significados diferentes, pero prácticamente se usan en forma intercambiable para describir al miedo.

Muchos psicólogos designaron al miedo como uno de los problemas más importantes de nuestros días. Fue denominada la emoción oficial de la época, la base de todas las neurosis, y el fenómeno psicológico más difundido de hoy.

A pesar de que el miedo, es tan antiguo como la existencia humana, las complejidades y la marcha de la vida moderna nos alertan en cuanto a su cada vez mayor desarrollo e influencia.
El miedo es un componente del sentimiento humano que interfiere y condiciona el comportamiento.
A medida que la persona percibe avisos acerca del miedo a determinadas cosas y experimenta los resultados negativos de alguna de sus propias acciones, se instaura en la persona una sensación de temor, que la llevará a tomar algunas precauciones en la vida habitual.
Todos hemos experimentado miedo alguna vez. Pero están quienes se han convertido en esclavos del miedo. Por eso es necesario conocer la forma en que el miedo perturba nuestra vida.
Este estudio quiere aportar un análisis acerca de los miedos. Aquellos que habitualmente viven junto a nosotros y dentro de nosotros, sus causas, consecuencias, como también la forma de enfrentarlos confiando en aquel que ha vencido todo temor: Jesucristo.

¿QUÉ ES EL MIEDO?
El miedo es una experiencia desagradable que incluye sentimientos de temor, malestar, preocupación, angustia y ansiedad, acompañados de una inestabilidad física muy intensa. Puede surgir como una reacción a un peligro real, o como respuesta a un peligro imaginario.
Más allá de todos los nombres que esta experiencia puede llegar a recibir, el miedo no es otra cosa que un reconocimiento de nuestra debilidad frente a las demás personas y al mundo que nos rodea; frente a lo desconocido y a nosotros mismos; frente a nuestra conciencia y a Dios.
Son varios los miedos identificados, pero vamos a considerar apenas algunos de ellos.

El miedo normal

El miedo no es un temor condenable ni prohibido. Ignorar el peligro es insensato y errado.
El miedo normal se manifiesta cuando existe una amenaza real o una situación de peligro. Este miedo es proporcional al peligro. Cuanto mayor peligro, mayor miedo.
En su expresión normal, el miedo constituye un elemento fundamental en el aprendizaje de la conducta, y constituye un excelente mecanismo defensivo del individuo.

Carecer por completo de miedo puede producir comportamientos imprudentes que posiblemente acabarán con la vida de quien no tiene temor de nada y de quiénes lo rodean.
El hombre teme fundamentalmente por su vida y su integridad física, lo que se ha denominado instinto de conservación, y este es el miedo normal que toda persona posee.
Los miedos o temores normales constituyen señales de alarma que, tienden a evitar situaciones presumiblemente peligrosas.
El miedo a una explosión o a una intoxicación, hace que el individuo cierre la llave del gas; el miedo a un accidente en la vía pública provoca una conducción cauta y prudente, etc.

También existen circunstancias que, por desconocidas o porque en sí revisten algún tipo de agresividad para la persona, producen en ella un cierto nivel de ansiedad o temor.
Dirigirse a un público numeroso, enfrentarse a una situación nueva o la presencia de ciertos animales constituyen para la mayoría de la población elementos que disparan, con distinta intensidad, respuestas de angustia o desazón.

El miedo obsesivo
El miedo neurótico u obsesivo envuelve sentimientos intensos y exagerados de desesperación y miedo, lo mismo ante un gran peligro que ante un peligro pequeño o inexistente.
Este miedo, sin ayuda psicológica especializada, no puede enfrentarse ni tratarse racionalmente, por que son resultado de conflictos inconscientes.

Entre los miedos obsesivos se destaca la fobia.
Esta consiste en desplazar el miedo interno hacia un objeto exterior, ya sea una idea, o una situación simbólica. Pareciera ser que cualquier cosa puede convertirse en objeto de una fobia.

El miedo y fobia se diferencian fundamentalmente en su intensidad y en sus repercusiones.
El miedo común suele aparecer ante circunstancias que objetivamente representan algún peligro real.
Su repercusión en el estado de ánimo de quien lo sufre generalmente guarda proporción con el peligro que se corre.
Por el contrario, la persona que tiene fobia, siente una sensación de miedo mucho más intensa, que no guarda relación con el objeto que lo produce.

Tipos de fobias
Fobias de espacio:
Si éstos espacios son abiertos, se denomina agorafobia, y si son altos, acrofobia.
En el caso de los espacios cerrados se habla de claustrofobia, como el que se puede sentir ante una habitación cerrada, el ascensor, los cines y, en parte, los medios de transporte.
Un variado grupo de fobias forma la zoofobia, miedos obsesivos a animales como perros, gatos, serpientes, ratones, insectos y especialmente arañas.
Un tipo de fobias que limita con la obsesión es el miedo a enrojecer, que es frecuente en la adolescencia. Y también el miedo a todo tipo de enfermedades, especialmente a las que están de moda; en la actualidad el miedo al cáncer, los infartos y el SIDA.
Por último, existen fobias impulsivas, por las cuales la persona teme enloquecer y llevar a cabo actos agresivos, contra sí misma o contra los demás, especialmente contra los seres queridos.

Síntomas de las fobias
En los casos más agudos, la sintomatología puede acompañarse de palidez, taquicardia, transpiración, diarrea, sensación de ahogo.
Cuando intenta reaccionar, el sujeto puede llegar a presentar reacciones primitivas: movimientos tumultuosos, temblor, gritos, huida a ciegas, o la conducta de hacerse el muerto, que es una inhibición motriz, caracterizada por la imposibilidad de moverse y, por lo tanto, de huir, pudiendo llegar a la pérdida de conciencia.

Cómo enfrentar las fobias
Entre las conductas positivas para eliminar o reducir el temor, se encuentra por ejemplo buscar la compañía de un ser vivo, persona o animal, o buscar situaciones más agradables.
Y entre las conductas negativas o de evitación, están no salir de casa, no ir al cine, no subir a un avión, etc.
La intensidad y la gravedad de las fobias son muy variables, y abarcan desde situaciones leves ante las que incluso la persona puede bromear, hasta un grado de sufrimiento muy intenso y un comportamiento incapacitante.

¿POR QUE TENEMOS MIEDO?
El miedo es una reacción interna a esas situaciones, por lo que las causas no deben buscarse fuera de la persona, sino en su interior.
En primer lugar vamos a conocer las principales causas del miedo en las que se resumen todas las demás. Estas son:

Nuestra insuficiencia
Nos sentimos débiles y limitados por dos cosas, nuestra insuficiencia humana y las circunstancias de cada día.
El miedo surge por nuestra falta de capacidad para enfrentar lo que nos sucede.
Esta insuficiencia se evidencia cuando la persona se conoce y descubre como un ser vulnerable ante el mal y ante la muerte.
También descubre su insuficiencia cuando se ve enfrentada con las circunstancias abrumadoras que existen a su alrededor.
Si el ser humano encuentra la respuesta a su conflicto interior, conocerse como imperfecto y como ser que tiene un final, confiará su vida a quien pueda devolverle la confianza y la capacidad para enfrentar la vida y no temer a la muerte.

Nuestra inseguridad
El futuro produce incertidumbre.
Sentimos inseguridad ante lo desconocido. No tenemos certeza de nada porque no sabemos siquiera si mañana estaremos vivos. Por eso algunos buscan seguridad respecto de su futuro en adivinos y agoreros porque no pueden tolerar el miedo que les provoca lo que aún desconocen.
El miedo al mañana nos pone en una situación de inestabilidad presente.
Quien no tiene seguridad respecto de su futuro no vive en paz. La solución reside en tener asegurado el futuro en quien realmente es dueño de él: Dios.

Amenazas:
Después de un estudio profundo sobre el tema, el psicólogo Rollo May concluyó que el miedo es un temor que se desencadena cuando una persona ve amenazado algún valor que considera esencial para su existencia.
La amenaza puede ser de la vida física (amenaza de muerte), o la existencia psicológica (pérdida de la libertad, falta de objetividad).
Puede constituir también una amenaza a algún otro valor que la persona identifica con su existencia: (patriotismo, amor por otro, etc.)

Las amenazas por lo tanto, pueden ser de varias especies:
Las que surgen ante situaciones de peligro.
Las amenazas a nuestra autoestima.
Las amenazas de separación y las amenazas a influencias inconscientes.

Necesidades insatisfechas
Durante muchos años los psicólogos y otros profesionales intentaron identificar las necesidades básicas de los seres humanos, y concluyeron en las siguientes:
- Supervivencia (la necesidad de continuar existiendo).
- Seguridad (económica y emocional).
- Amor.
- Realización personal (alcanzar objetivos satisfactorios).
- Personalidad (consenso e identidad).
El miedo surge por no poder satisfacer nuestras necesidades.
Pero, lo que consideramos nuestras necesidades no siempre son necesidades reales. Muchas veces son caprichos o deseos que no contribuyen en demasía a nuestro bienestar general sino más a nuestro ego y al orgullo de querer ser algo más de lo que somos.
Diferenciar bien entre lo que son auténticas necesidades y aquello que sólo son deseos, puede ayudar a eliminar muchos miedos y preocupaciones, y dejar de constituirse así en una amenaza a nuestra persona.

Diferencias personales
Generalmente, las personas reaccionan de modo diferente a las situaciones que producen miedo.
Algunas personas casi nunca tienen miedo, otras están intensamente angustiadas todo el tiempo.
Estas diferencias surgen debido a la personalidad, la sociedad donde vive, el organismo y la fe de cada persona. Veamos esto.

a) Personalidad:
Casi todo el comportamiento es aprendido como resultado de la experiencia personal o enseñanza de los padres y otras personas influyentes.
Como cada uno de nosotros pasa por experiencias diferentes y tiene puntos de vista diferentes en su observación del mundo, difiere también en la intensidad y frecuencia del miedo.

Gran parte de nuestro miedo se desarrolla a partir de cosas que nos suceden en la niñez y que se reactivan ante circunstancias actuales.
A fin de comprender la naturaleza y origen del miedo, necesitamos considerar las experiencias de la infancia y de la niñez que puedan tener reacciones significativas en la relación con los padres y el ambiente, y que puedan dar como resultado causas primarias de miedo.

Entre estas causas primarias sobresale la sensación de inutilidad.
Esta condición simboliza la dependencia total del bebé hacia sus padres para que lo cuiden, lo protejan y le den todo lo que necesite.
Si este cuidado se ve amenazado por enfermedad en la familia, tensiones en el hogar, desarraigo por frecuentes mudanzas, problemas alimenticios, enfermedad de la madre, descuido, etc., el niño queda condicionado.
Más adelante, en su vida, este miedo primitivo puede activarse por condiciones semejantes que amenacen con dejarlo desamparado, lo que puede convertirse en una fuente de miedo en el adulto.

b) La sociedad:
La inestabilidad política, las mudanzas que perturban nuestro lugar de residencia, valores que cambian, transformación de patrones morales y creencias religiosas, provocan inseguridad y distintas reacciones de temor.
Pero no son las únicas razones para tener miedo, aunque es cierto que la cultura y las subculturas estimulan el miedo en algunas personas.

c) Nuestro organismo:
La presencia de un dolor puede estimular el miedo. Esto se aplica al desequilibrio alimenticio, al mal funcionamiento neurológico y a los factores químicos en el interior del cuerpo.
El miedo produce reacciones fisiológicas, pero el organismo también puede contribuir a acrecentar el miedo.

d) Nuestra fe:
Las creencias tienen una gran influencia sobre el nivel de temor de la persona.
Existen muchas personas que conciben a un Dios terrible al que temen profundamente, como también muchas culturas que han desarrollado su religión sobre la base de un Dios justiciero que solo se dedica a castigar las culpas y requerir ofrendas.
Estos conceptos equivocados acerca de Dios surgen por el desconocimiento acerca del verdadero Dios que se revela en la Biblia.
Un Dios que infunde miedo, surge de un corazón lleno de culpas, sin paz, ni esperanza.
Quien tiene cargos de conciencia ante Dios por haber hecho el mal, es lógico que sienta temor.
Pero quien sabe que Dios perdona los pecados y da paz por medio de Jesucristo, ve a Dios a partir del amor.
Si Dios es visto como todopoderoso, lleno de amor y bondad, puede haber confianza y seguridad aún en medio de los problemas.

COMO NOS AFECTA EL MIEDO
El miedo afecta nuestra persona tanto física, emocional como espiritualmente.
Cada vez que experimentamos temor es señal de que algo sucede en toda nuestra persona. Muchas veces nos resulta difícil identificarlo y finalmente lo reconocemos a través de las consecuencias que trae a nuestra persona.
De ahí la importancia de conocer las reacciones que provoca el miedo y ver la manera de enfrentarlo.

Síntomas del miedo
El miedo distorsiona nuestros pensamientos.
Esta distorsión significa que uno ya no es capaz de razonar ni ser razonable frente a la vida. El miedo es tan amenazante que los pensamientos y las percepciones dejan de ser confiables.

El miedo puede destruirnos físicamente.
Se ha comprobado que el 80% de las personas que ingresan a los hospitales con paros cardíacos sufren de algún grave problema emocional.
La verdad es que las emociones, los pensamientos y el cuerpo están tan entretejidos que lo que afecta un área también afecta las demás. Veamos algunas reacciones:

a) Reacciones físicas:
Es de conocimiento común que el miedo puede provocar úlceras, dolores de cabeza, alergia en la piel, y varios problemas físicos más.
Casi todos experimentamos malestar de estómago, insomnio, fatiga creciente, pérdida del apetito y un deseo frecuente de orinar durante los períodos de ansiedad.
Menos visibles son los cambios de presión sanguínea, aumento de la tensión muscular, digestión lenta y alteraciones químicas en la sangre.
Si estas cosas son temporarias causan poco o ningún perjuicio, pero cuando duran mucho tiempo, el cuerpo comienza a resentirse por esta presión, y esto da origen a dolencias psicosomáticas.

b) Reacciones psicológicas:
El temor reduce el nivel de productividad, sofoca la creatividad y originalidad, perjudica la capacidad de relacionarnos con otros, e interfiere con la habilidad de razonar.
Es interesante notar la conclusión de Rollo May en el sentido de que las personas con mayor nivel de inteligencia y originalidad son las más propensas al miedo.
Con el tiempo, las personas inteligentes también consiguen desenvolver métodos más eficaces para dirigir y controlar su ansiedad.

c) Reacciones defensivas:
Cuando el miedo crece, la mayor parte de las personas se apoya inconscientemente en actitudes y pensamientos que hacen desaparecer su dolor y los capacita para enfrentarlo. Esas reacciones defensivas, incluyen negar la existencia del miedo, pretender que la situación causante del mismo no existe, culpar a otros por una falta que es realmente nuestra, racionalizar mediante la explicación lógica de los síntomas y sus causas, volver a reacciones infantiles, etc..
Uno de los mecanismos mentales que se emplea en la defensa contra el miedo es la compensación.
Como nos sentimos inferiores, con un definido sentido de inseguridad, lo compensamos por medio de la hiperactividad.
Otro mecanismo es la negación, que funciona repudiando ciertas dificultades emocionales que producen miedo.
El desplazamiento es un mecanismo que se conoce como fobia.
Encontramos fuera de nosotros un objeto sobre el cual enfocar nuestros temores, pasando por alto lo que nos produce el miedo interiormente.
La proyección es el proceso mediante el cual atribuimos a otras personas nuestros propios sentimientos y deseos emocionales.
La racionalización por su parte, es un intento claramente consciente de explicar o justificar algo inaceptable. Engañarse a sí mismo.
Otro mecanismo es la regresión que consiste en retornar a conductas infantiles. La represión es un olvido automático de algo que es disgustante o intolerable.
Uno de los más importantes de todos los mecanismos mentales que se usan para eliminar el miedo es la sublimación.
Un medio por el cual los miedos se encauzan por canales que son aceptables personal y socialmente. Es una forma de canalizar adecuadamente la energía.

d) Reacciones espirituales:
El miedo puede motivarnos a buscar la ayuda Divina, cuando esta, de otra forma, podría ser ignorada.
En ocasiones, cuando vemos amenazada nuestra vida o la de algún ser querido, es cuando nos acordamos que Dios existe.
O también, cuando nuestras fuerzas parecen escasas en relación con los desafíos que tenemos por delante.
Esto no es malo, lo que es malo es que luego de que el miedo se va, volvemos a creer que solos podemos y nos olvidamos nuevamente de Dios y su amor.

¿COMO AYUDAR A QUIEN TIENE MIEDO?
No es fácil aconsejar a las personas miedosas.
Las personas miedosas frecuentemente nos vuelven miedosos, incluso a quienes estamos tratando de ayudar.
Aconsejar a estas personas, por lo tanto, exige a quien lo haga, estar alerta y seguro en cuanto a sus propios sentimientos.
Seguidamente veremos algunas pautas para ayudar a una persona a superar sus temores.

Reconocer los propios temores
Cuando sentimos miedo en presencia de una persona con miedo, es prudente hacernos varias preguntas:
¿Por qué estoy ansioso en esta situación?
¿Mis temores se revelan en quien debo ayudar?
Cuando consideremos nuestros propios temores, es posible que obtengamos una percepción mayor de los miedos del otro.

Amar y demostrar amor
El amor fue llamado la mayor de todas las fuerzas terapéuticas.
Y en ningún caso esto es más cierto que en la reducción del miedo.
La Biblia afirma que el amor echa fuera el temor: "En donde hay amor no hay miedo" (1ª Juan 4:18).
El medio para expulsar el miedo es entonces: revestirse de amor.

Amar es darse. Temer es protegerse.
El amor se mueve en la dirección de los otros; cuanto más amor, tanto menos miedo.
Y mostrar amor, llevar a las personas a conocer el amor de Cristo y ayudarlos a experimentar la alegría de amar a otros, tiene un gran poder terapéutico para expulsar el miedo y la ansiedad.

Identificar las causas
Sería poco realista tener y proponer como única solución para superar el miedo, que las personan experimenten y muestren amor.
También es necesario identificar las causas de sus temores.
El miedo y la ansiedad son emociones propias del ser humano. Ellas advierten que existen peligros y conflictos interiores.
No basta con decir a quien tiene miedo, que se anime o que deje de tener miedo. Debemos ayudarlo en la difícil tarea de descubrir las fuentes de sus temores para que pueda resolver los mismos.

Alentar a salir del miedo
El objetivo no es eliminar todo temor, sino ayudar a la persona a tomar conciencia de la causa de sus miedos y después aprender a enfrentarlos.
A fin de conseguir esto, se puede ayudar a la persona a identificar cosas específicas que puede realizar, logros que debe alcanzar y habilidades a ser aprendidas.
La persona debe ser orientada en el sentido de confrontar directamente la situación que le produce miedo, admitiéndola, y adelantándose a pesar de ella.
La persona debe recibir auxilio para seguir y para moverse a través de la situación que le causa miedo, en lugar de moverse alrededor o paralizada atrincherarse ante esta situación atemorizante.
El valor no consiste en la ausencia de miedo, sino en la capacidad de proseguir a pesar del miedo.

Dar apoyo
Como vimos, las personas con miedos no pueden ser ayudadas por personas tensas e impacientes.
El ayudador, por lo tanto, debe ser calmo, alentador, y sobretodo, paciente al observar el progreso que a veces se da muy lentamente.
Pueden existir situaciones en que realmente nada podamos hacer contra la causa del miedo. En esas ocasiones, es de especial importancia mostrar un apoyo cordial y comprensivo a esta persona y aconsejarle consultar con algún psicólogo o consejero espiritual.

COMO VENCER EL MIEDO
Identificar las causas del miedo es muy importante. No puede negarse que un análisis de los temores y de sus consecuencias facilita a la persona mayores mecanismos de defensa para enfrentarlos.
En el caso de las fobias, es fundamental actuar terapéuticamente sobre éstas para conseguir resultados adecuados.

Tratamiento
El objetivo del tratamiento no es la eliminación del síntoma, pues al hacerlo, aparecería otro nuevo.
Al analizar las causas del miedo se procura una reestructuración de la personalidad, tratando el miedo de forma tal que la persona no tenga que recurrir a los mecanismos de defensa habituales.
Toda ayuda siempre debe aspirar a modificar las causas profundas de la enfermedad y no contentarse con la eliminación de los síntomas. En este sentido, no basta con la desaparición del miedo.
El uso de medicamentos ansiolíticos o tranquilizantes se efectúa para ayudar a dominar la ansiedad en el momento en que el sujeto se enfrenta con el objeto o la situación temida.
En el caso de los fóbicos, las personas que lo rodean pueden ayudarle a cambiar su actitud. Muchas veces la persona obtiene con sus miedos ciertos beneficios secundarios, en términos de cuidado atención y apoyo.
Por ello, una forma de ayudarlos es reducir estas recompensas cuando sólo se traten de "mañas".

Normas educacionales
En este sentido es fundamental una educación basada en la confianza, alejada de los sentimientos de temor.
La mayoría de los padres pretenden que sus hijos actúen prudentemente, creando un estado de alarma generalizada.
Cuando este tipo de mensajes es constante, los padres acaban por hacer sentir al niño que vivir siempre es peligroso.
En la educación se utiliza el temor como un elemento condicionante. Pero utilizar el miedo como elemento básico para enseñar al niño a no hacer cosas conduce a desagradables consecuencias psicológicas.

Raros remedios para el miedo
El psicólogo Vallejo Nájera señala la existencia de un tipo de neurosis llamada esotérica, que se caracteriza por la búsqueda de seguridad.
Mientras que en la fobia la persona busca un objeto hacia el cual desplazar sus temores, en la esoteria busca un objeto para encontrar seguridad y protección.
Son estímulos que proporcionan tranquilidad y seguridad a la persona, aunque esta respuesta sea absurda, y la persona sepa que no existe relación de causa efecto entre los objetos y la buena suerte o protección.
Estos elementos son talismanes, amuletos, mascotas o acciones tales como colgar una herradura o tocar madera.
Todo ello está de alguna manera ligado a la superstición, como evitar el número 13, pasar por debajo de una escalera, ver un gato negro, etc. Este tipo de comportamiento es común entre la gente.
La diferencia entre los comportamientos normales y los propiamente neuróticos radica en la forma en que se viven.
Mientras que las personas normales critican estos recursos, pero suelen utilizarlos por si acaso, los neuróticos sienten la inevitable necesidad de usarlos, ya que creen firmemente en su eficacia. Su necesidad de protección les lleva a comportamientos compulsivos más allá de todo razonamiento.

Remedios eficaces contra el miedo

a) La esperanza:
La esperanza está íntimamente relacionada con el futuro, con lo que desconocemos, con nuestra situación mañana, pasado mañana e incluso más allá de nuestra muerte.
Por lo general, todos nuestros miedos tienen que ver con la inseguridad que nos produce lo desconocido.
Pero el miedo puede vencerse a partir de la esperanza, de la seguridad de que el mañana está en manos de Dios.

El hombre no vive de acuerdo a las leyes de Dios.
Basta observar a nuestro alrededor, y mirar en nuestro interior la continua inclinación al mal que llevamos para percatarnos de lo lejos que estamos de Dios.

Por esto vino al mundo el Hijo de Dios.
Jesucristo abrió un nuevo y único camino hacia Dios. Vivió una vida perfecta, fue crucificado pero como no tenía mal en su ser, volvió a vivir.
Con su obra abrió el camino para que todos tengamos una abundante vida basada en el amor.
No sólo nos abrió el camino a esto, sino que también nos abrió el camino a la eternidad:
"El que cree en el Hijo, tiene vida eterna". (Juan 3:36)
Esta esperanza de vida eterna se hace realidad en el corazón del ser humano por medio del Espíritu Santo, Dios mismo. Quien quiere habitar en el interior del hombre y luchar dentro de él para que viva en paz.

Quien cree en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, vive con una esperanza firme, por que Dios siempre cumple con sus promesas.
Los miedos existen, pero no la desesperación, porque el futuro está en manos de Dios, para bien de los que en Él creen.

La esperanza es la espera tranquila de un mañana que tendrá sus problemas, pero también sus soluciones.
Esta esperanza no es simplemente una especie de doping psicológico que nos anima y nos excita emocional y físicamente. No es un sentimiento producido humanamente.
Es la confianza basada en el único, bondadoso y poderoso Dios.

b) El Amor:
El amor infunde salud, el amor nos une y nos ayuda a trabajar juntos en vez de temernos los unos a los otros.
El amor apoya y edifica a los demás ya que los fortifica y les ayuda a sentirse respaldados ante sus temores de cada día.
El amor es un remedio infalible para curar el miedo.
En la Biblia dice: "El amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo" (1ª Juan 4:18).
Gran parte de nuestros miedos se deben a saber que no hacemos bien las cosas y que lo que hacemos trae su consecuencia mediata o inmediata.

Las cosas mal hechas presuponen un castigo y esas son nuestra especialidad.
La Biblia cuenta que el miedo entró junto con el pecado de Adán y Eva.
Después de haber probado el único fruto que Dios les había prohibido, se escondieron porque tenían miedo. Habían hecho algo que no debían.
Este miedo, causado por las maldades cometidas, es lo que aún hoy nos aleja de Dios.
No queremos saber nada del Creador porque nuestra conciencia no está tranquila y tememos el castigo.

Pero nuestros pecados tienen perdón por medio de Jesucristo.
Y conociendo esto y confiando en que Dios nos perdona, el temor de acercarse a Dios queda superado.

El amor es más que un sentimiento, es un estado espiritual que surge de un corazón que comprendió que el verdadero amor no tiene condiciones.
No es "te quiero si...", sino que es un amor incondicional "te quiero a pesar de...".
Este amor que echa fuera el temor, proviene de Dios y se manifiesta por medio de Jesucristo. Quien cree en Él, conoce el amor de Dios y tiene la principal herramienta para vencer el temor: El perdón de los pecados y la paz de la conciencia.

c) La Fe:
Sin fe, resultaría imposible combatir el miedo.
Todo lo que nos digan y hagan por nosotros no tendría valor pues no lo creeríamos. Justamente el miedo surge de la duda respecto del mañana, de los demás, de las circunstancias.
La inseguridad es causa de miedo, y la falta de fe causa de nuestra inseguridad. A decir verdad nuestra fe es la que nos da seguridad para vivir.
En los últimos tiempos la fe de las personas se ha visto deteriorada por la falta de la verdad. Muchas de las cosas que oímos son mentiras, promesas falsas, soluciones falsas.
A medida que comprobamos que no son ciertas se deteriora nuestra fe y ya no estamos dispuestos a creer en nada.
Existen incluso quienes optan por creer sólo en sí mismos y en lo que viven.

Esta falta de fe de algunas personas y la sola fe en sí mismos de parte de otras, conduce a una vida sin sentido donde el miedo es tema de todos los días.
No hacen nada porque todo y todos fallan, todo sale mal, y de nada sirve.

La fe tampoco puede ser una creencia torpe y ciega.
La fe debe fundarse en alguien que existe. En alguien que trasciende los límites del espacio y del tiempo y tiene incluso soluciones a nuestros problemas más profundos.

La fe debe fundarse en Dios.
Pero, para creer en alguien hay que primero conocerlo, y esto también sucede con Dios. Porque si esto no sucede y la relación no se da, la fe puede estar puesta en una estatua, un crucifijo, o una idea acerca de Dios, pero no en el Dios vivo y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Este conocimiento de Dios puede darse a través de la Biblia, su Palabra revelada y escrita para que podamos conocerlo tal cual es.
En la Biblia encontramos textos que nos alientan a confiar en Dios en todo momento y sobre todas las cosas.

d) La Oración:
La oración es una gran herramienta para combatir el miedo.
La oración es comunicación con Dios. Un medio eficaz para comentarle a Dios nuestros conflictos personales, pedirle por nuestras necesidades, recibir fuerzas de su amor, y pedir respuestas a nuestros interrogantes.

La oración es una herramienta eficaz para combatir el miedo porque se dirige a Dios y de Él se obtiene respuesta.
Por medio de Jesucristo el creyente tiene la posibilidad de comunicarse, y el Espíritu Santo es quien intercede para que esta comunicación sea realidad.
Suena a algo complejo o extraño, pero es realmente muy simple.
La esperanza, el amor y la fe se hacen realidad en la oración. Por medio de ella llegan a nosotros y las expresamos hacia Dios.

COMO PREVENIR EL MIEDO

Confianza en Dios
La persona que aprende a andar en contacto diario con Dios pasa a hacer suya la frase: "No se lo que el futuro me reserva, pero se quien controla el futuro".
Esta convicción trae seguridad y tranquilidad a su vida, cuando otras personas temen por la suya.

La Biblia alienta a enfrentar los problemas con confianza, desde la realidad y teniendo flexibilidad en la toma de decisiones.
Esto capacita a la persona para crecer y adaptarse a los cambios y al peligro, conservando la confianza en la soberanía y sabiduría del Dios todopoderoso.

Enfrentar el miedo
Enfrentar las causas del miedo, cuando y antes de que surja, puede evitar el desarrollo del mismo.
Tal actitud involucra los siguientes elementos:
- Admitir temores, inseguridades, conflictos y ansiedades cuando surjan.
- Hablar sobre los mismos con alguien, regularmente si es necesario.
- Edificar la autoestima.
- Reconocer que la separación y la soledad duelen.
- Mantener contacto con amigos, intentar nuevas relaciones con otras personas.
- Buscar la ayuda de Dios y de otras personas para satisfacer nuestras necesidades.
- Aprender a comunicarse con los demás y con Dios.
- Leer diariamente la Biblia.
- Participar en una Iglesia.
- Evaluar periódicamente nuestras prioridades y objetivos de vida.

CONCLUSIÓN

"No existe mal que dure cien años", versa un dicho popular, que nos enseña que ningún mal es perpetuo.
Pero existen males, como el miedo, que pueden durar toda nuestra vida si no hacemos algo al respecto.
Ante esta situación no nos queda otro remedio que someternos a sus deseos o entablar con él una lucha continua a fin de vencerlo.

El apóstol Pablo afirmó "A todo puedo hacerle frente en Jesucristo quien me fortalece" (Filipenses 4"13).
Por eso, si nuestro miedo surge a partir del desconocimiento del futuro y de la inseguridad que esto nos produce, sabemos que en Jesucristo tenemos esperanza en la resurrección de los muertos y en la vida eterna y fe para enfrentar con seguridad las circunstancias que nos tocan vivir y amor para vencerlo.

Si nuestro miedo surge a partir del temor a no poder satisfacer nuestras necesidades, en Dios podemos hallar la solución.
La Biblia dice "Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿Cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?" (Romanos 8:32).

Y si nuestro miedo surge a partir del temor que nos produce las diferencias que tenemos con otras personas, confiemos en el amor de Dios.
Él nos ama a todos y nos acepta como somos. Y en su amor las diferencias no producen temor, sino que nos ayudan a crecer.

Jesucristo ha vencido el mal y todas sus consecuencias.
Confiar en Él significa poder enfrentar los males y tener, por medio del Espíritu Santo, la fuerza necesaria para superarlos.