viernes, 13 de febrero de 2015
martes, 10 de febrero de 2015
lunes, 9 de febrero de 2015
Resbalar con la lengua
Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo? ¿Quién morará
en tu Monte Santo?
El salmista
David se dirigió al Señor nuestro Dios y le hizo dos importantes preguntas de
conciencia para él y para cada uno de nosotros. El Señor es el Único que puede
contestar estas dos preguntas, pues Dios tiene el poder Omnisciente para
escudriñar el corazón del ser humano. Cabe notar que el salmista estaba
preocupado por andar en justicia, hacer las cosas bien y ser aprobado por los
Estatutos del Señor.
Estas dos
preguntas son muy esenciales para cada nosotros y como cristiano, es necesario
revisarnos en las áreas que necesitan ser enmendadas para andar como a Dios le
agrada. Jehová fue muy claro al contestarle a David las dos preguntas y no
solamente eso, Él le dio unos requerimientos de entrada al Trono de Dios. En
los mensajes de Dios hemos hablado del espíritu de murmuración y en este
mensaje, Jehová es bien específico en relación a los que calumnian con sus
lenguas. “Pero
los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).
La diferencia
de un cristiano y de un inconverso se distingue cuando ambos hablan o mejor
dicho por lo que sale de su corazón. Las personas que se dice ser cristiana
pero todavía andan escarbando, metiéndose en los asuntos ajenos y hablando de
más, necesitan liberación puesto que todavía andan con el espíritu del
anticristo, el cual difunde la mentira, y no reconoce el Gobierno de nuestro
Señor Jesucristo. En cambio el Espíritu de Dios que reposa en Sus hijos y
caminan en justicia, es un Espíritu de Verdad. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino
probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido
por el mundo” (1 Juan 4:1).
El Salmista
tuvo una preocupación y la desglosó por medio de dos preguntas dirigidas al
Señor nuestro Dios. Estas dos preguntas son dirigidas a todos nosotros y son de
conciencia.
Jehová, ¿Quién
habitará en tu Tabernáculo? ¿Quién morará en tu Monte Santo?
Para entrar en
el Reino de Dios, a Su Trono Celestial, a Su Monte Santo es necesario andar en
el Espíritu de Verdad y de Justicia y no en el espíritu de mentira, puesto que
los mentirosos no heredaran el Reino de Dios. Dios le respondió al salmista
David con unos requisitos que como cristianos debemos cumplirlos para poder
gozar el Reino de Dios. Dios aborrece las mentiras y las calumnias por tanto Él
contesta las preguntas:
¿Quién habitará en tu
Tabernáculo? ¿Quién morará en tu Monte Santo?
Dios dice: “El
que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no
calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno
contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los
que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien
su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace
estas cosas, no resbalará jamás” (Salmos 15 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Padre Celestial
gracias por Tu palabra que han sido de edificación a mi vida y de igual manera
espero que sean de edificación a mis hermanos.
Padre, ayúdame siempre a caminar en Tu temor para no pecar
contra Ti y no resbalar. Que de mi boca siempre procedan palabras de
edificación y no de maldición… ¡hoy y siempre quiero honrarte con mis labios
Señor! Que nuestras conversaciones sean con gracia y sazonada con sal, para
vivir en paz con los demás y así andar en comunión entre hermanos.
Que “Sea vuestra
palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis
responder a cada uno” (Colosenses 4:6).
¡Amén!
sábado, 7 de febrero de 2015
martes, 3 de febrero de 2015
Consumado es.
Juan 19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y
habiendo inclinado la cabeza, entrego el espíritu.
Consumado es.
Quisiera decirlo mil veces.
Cuando el Señor dijo estas palabras, se conmovió el universo completo. Todos los demonios del infierno supieron que estaban vencidos. La muerte había sido destruida, la victoria era total!!!
Nuestro amado Jesús venció!!!
Nuestro Salvador gano la batalla!!!
Y junto con la siguiente palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu."
Lucas 23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiro.
La tierra se estremeció. Ni siquiera pudo contener a sus muertos!!!
Mateo 27:51-54
51 Y he aquí, el velo del templo se rasgo en dos, de arriba abajo; y la
tierra tembló, y las rocas se partieron;
52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían
dormido, se levantaron;
53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él,
vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
54 El centurión, y los que estaban con el guardando a Jesús, visto el
terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y
dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.
El velo se rasgo porque ya se había acabado la separación entre el hombre y Dios. Ahora ya yo no necesito que un sumo sacerdote interceda por mí, yo puedo venir por medio de Cristo directamente a mi Padre Celestial. Gloria a su nombre.
Fíjate como el espíritu de Cristo va inmediatamente al Padre. Por eso le dijo al ladrón arrepentido, hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo que muere es el cuerpo, no el espíritu.
Ahora sé que cuando muera, no estaré en una tumba fría, porque inmediatamente mi espíritu ira al Padre!
Ya no hay necesidad de agregarle
algo más a lo que Cristo hizo por nuestra salvación. No es visitando a personas
que yo gano la salvación, no es dando dinero, no es siguiendo tradiciones. La salvación
a nuestras vidas viene SOLO por el
sacrificio de Jesús en la cruz y yo la recibo por fe, aceptando su sacrificio
para mí, creyendo en su sacrificio y reconociendo que Él me perdona de todos
mis pecados.
Visito a otros por amor, pero no para ganarme la salvación. Doy dinero para la obra de Dios por agradecimiento de lo mucho que Él me da, pero no para ganarme la salvación.
La salvación es un regalo de
Dios, el cual se recibe, no se trabaja.
¡Mi Cristo ha vencido!
¡En El soy, en Él vivo!
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