Job
Al leer el libro de Job, contamos
con información que los protagonistas de la historia no tenían. Job, el
personaje principal del libro, pierde todo lo que tenía sin haber cometido
falta alguna. Mientras lucha por entender por qué le está sucediendo todo esto,
se hace evidente que no conocería las razones. Enfrentaría la vida sin
respuestas ni explicaciones. Solo entonces se desarrollaría plenamente su fe.
Debemos experimentar la vida como lo hizo Job: un día a la vez y sin respuestas
completas para todas las preguntas de la vida. ¿Confiaremos nosotros en Dios,
como lo hizo Job, sin importar lo que suceda? ¿O nos rendiremos ante la
tentación de decir que realmente no le importamos a Dios?
La ubicación de la tierra de Uz
es incierta. Solo sabemos que Uz tenía muchos pastizales y campos de cultivo,
que estaba localizada cerca de un desierto, y estaba lo suficientemente cerca
de los sabeos y de los caldeos como para ser atacada.
Además de en Job, se menciona a
Uz en Jeremías 25:19-20. La mayoría de los eruditos piensan que Uz estaba
localizada al este del río Jordán, cerca de Canaán (Israel), donde vivían los
judíos (aquellos a quienes Dios se les había revelado antes).
Cuando vemos calamidad y
sufrimiento en el libro de Job, debemos recordar que vivimos en un mundo caído
donde no siempre es recompensado el buen comportamiento ni castigadas las malas
acciones. Cuando vemos prosperar a un notorio criminal o a un niño inocente
sufrir, decimos: "Eso está mal". Y lo está. El pecado ha torcido la
justicia y ha hecho que nuestro mundo sea imprevisible y feo.
El libro de Job nos muestra a un
buen hombre sufriendo sin ninguna razón aparente. Tristemente, nuestro mundo es
así. No obstante, la historia de Job no termina en la desesperación. A lo largo
de la vida de Job podemos ver que tener fe en Dios tiene sentido, aun cuando
nuestras situaciones parecen no tener esperanzas. La fe basada en recompensas o
prosperidad es una fe hueca. Para ser firme, la fe debe ser edificada sobre la
confianza de que se llevará a cabo el propósito supremo de Dios.
No se sabe con certeza, pero
probablemente Job vivió durante los días de los patriarcas (Abraham, Isaac,
Jacob) antes de que Dios diera su Ley o designara a los sacerdotes como líderes
religiosos. Durante los días de Job, el padre de familia era el líder
religioso. Debido a que no había sacerdotes que lo instruyeran en las leyes de
Dios, Job actuaba como el sacerdote y ofrecía sacrificios a Dios para pedir
perdón por los pecados que él y su familia habían cometido. Esto significa que
Job no se consideraba a sí mismo como alguien que no pecaba. Job hacía esto por
convicción y por amor a Dios y no únicamente porque era su obligación como
cabeza del hogar. ¿Llevamos a cabo los deberes espirituales debido a que se
espera que los hagamos, o nos brotan de una manera espontánea desde un corazón
devoto?
Job mostró una gran preocupación
por el bienestar espiritual de sus hijos. Temeroso de que hubieran pecado por
ignorancia, ofrecía sacrificios por ellos como parte de sus celebraciones de
cumpleaños. Los padres de familia de la actualidad pueden mostrar el mismo
interés al orar por sus hijos. Esto significa "sacrificar" algún
tiempo cada día para implorar que Dios los perdone, los ayude a madurar, los
proteja y los auxilie para llevar una vida agradable a Él.
La Biblia habla de otros
concilios celestiales en donde los ángeles planean sus actividades en la tierra
y donde se requiere que los ángeles den cuenta de sus acciones (1 Reyes 22:19-23).
Debido a que Dios es el Creador
de todos los ángeles, tanto de los buenos como de los malos, tiene el poder y
la autoridad total sobre ellos.
Satanás era originalmente un
ángel de Dios, sin embargo, su propia soberbia lo corrompió. Ha sido malo desde
su rebelión en contra de Dios (1 Juan 3:8). Satanás considera a Dios como su
enemigo. Trata de obstaculizar la obra de Dios en la gente, pero está limitado
por el poder de Dios y sólo puede hacer lo que le es permitido (Lucas 22:31-32;
1ra. Timoteo 1:19-20; 2da. Timoteo 2:23-26).
A Satanás se le llama el
adversario, o el acusador porque busca activamente a las personas para
atacarlas con la tentación (1ra. Pedro 5:8-9) y porque quiere hacer que
la gente odie a Dios. Esto lo lleva a cabo por medio de mentiras y engaños (Génesis
3:1-6). Job, un hombre justo e irreprochable que había sido grandemente Bendecido,
era el blanco perfecto para Satanás. Cualquier persona que esté comprometida
con Dios debería esperar los ataques de Satanás. Este odia a Dios y también a
su pueblo.
De esta conversación que
encontramos en Job 1:6-12, aprendemos mucho sobre Satanás. (1) El debe rendir
cuentas ante Dios. Todos los seres angelicales, buenos y malos, tienen
obligación de presentarse delante de Dios (1:6). Dios sabía que Satanás quería
atacar a Job. (2) Satanás puede estar sólo en un lugar a la vez (1:6,7). Sus
demonios lo ayudan en su trabajo, pero como ser creado es limitado. (3) Satanás
no puede penetrar en nuestra mente o predecir el futuro (1:9-11). Si pudiera,
hubiera sabido que Job no se quebrantaría bajo presión. (4) Debido a que
Satanás no puede hacer nada sin el permiso de Dios (1:12), la iglesia puede
vencer sus ataques por medio del poder de Dios. (5) Dios siempre pone
limitaciones a lo que Satanás puede hacer (1:12; 2:6). La respuesta de Satanás
a la pregunta de Dios (1:7) nos dice que Satanás es real y muy activo en la
tierra. Saber esto acerca de nuestro adversario debe hacer que permanezcamos
cerca del único que es mayor que él: Dios mismo.
Algunas personas sugieren que
este diálogo fue inventado por el autor de este libro. ¿Pudo haberse llevado a
cabo realmente esta conversación entre Dios y Satanás? Otros pasajes Bíblicos
nos dicen que Satanás tiene, indudablemente, acceso a Dios (véase Apocalipsis 12:10).
Recuérdese que según Zacarías 3:1-2 incluso fue ante la presencia de Dios para
hacer acusaciones en contra de Josué, el sumo sacerdote. Si esta conversación
no se llevó a cabo, entonces las razones del sufrimiento de Job no tienen
sentido y el libro de Job no es más que una ficción.
Job era un modelo de confianza y
obediencia a Dios. Por lo tanto, Dios permitió que Satanás lo atacara de una
manera especialmente severa. Si bien Dios nos ama, nuestra fe y obediencia a Él
no nos protegen de las calamidades de la vida. Los reveses, las tragedias y las
penas golpean de igual manera a los cristianos como a los inconversos. Pero en
medio de esas pruebas, Dios espera que expresemos nuestra fe al mundo. ¿Cómo
responde usted a los problemas? ¿Le pregunta a Dios "por qué yo"? ¿O
le dice "¡úsame!"?
Satanás atacó las motivaciones de
Job al acusarlo de ser recto sólo por no tener razón alguna para volverse en
contra de Dios. Desde que comenzó a seguir a Dios, todo le había salido bien.
Satanás quería probar que Job adoraba a Dios no por amor, sino porque Dios le
había dado mucho.
La declaración de Satanás a Dios
es un análisis preciso del porqué mucha gente confía en Dios. Estos son
creyentes por interés, siguen a Dios solo cuando todas las cosas van bien o por
lo que puedan obtener. La adversidad destruye esta fe superficial. Pero también
fortalece la fe verdadera al hacer que los creyentes profundicen sus raíces en
Dios para poder soportar las tormentas.
En Job 1:12 Esta conversación
entre Dios y Satanás nos enseña un hecho importante acerca de Dios: El está
absolutamente consciente de cada uno de los intentos de Satanás para hacernos
sufrir y provocarnos dificultades. Aun cuando Dios nos permita sufrir por
alguna razón más allá de nuestro entendimiento, nuestros problemas nunca lo
toman por sorpresa y siempre tiene misericordia de nuestra situación.
Job no ocultó el pesar que lo
abrumaba. La demostración de sus sentimientos no significó que había perdido su
fe en Dios. Más bien, mostró que era humano y que amaba a su familia. Dios creó
nuestras emociones, y no es pecado o inapropiado expresarlas como lo hizo Job.
Si ha experimentado una gran pérdida, una desilusión o angustia, admita sus
sentimientos ante usted y ante los demás, y deje salir la aflicción.
En la primera prueba de Satanás,
Job perdió sus posesiones y a su familia, pero reaccionó correctamente hacia
Dios al reconocer su soberana autoridad sobre todo lo que El le había dado.
Satanás perdió el primer asalto. Job pasó la prueba y demostró que la gente
puede amar a Dios por lo que Él es, no por lo que nos da.
Los niños nunca se cansan de
preguntar "¿por qué?" Mientras más crecemos, menos nos gusta
preguntar. Los niños preguntan acerca de todo, los adultos se preguntan acerca
del sufrimiento. Es evidente que el mundo funciona de acuerdo a un sistema de
causa y efecto, sin embargo, hay algunos efectos para los que no podemos
encontrar una causa clara y algunas causas que no nos llevan a los efectos
esperados. Era de esperar que la riqueza y la familia de Job le darían una vida
muy feliz y, por un tiempo, se la dieron. Pero la pérdida y el dolor que
experimentó nos impactan. Los dos primeros capítulos de su historia son algo
más de lo que podemos soportar. Para aquellos que ante el más pequeño problema
preguntan rápidamente "¿Por qué?", la fidelidad de Job les parecerá
increíble. Pero hasta Job tuvo algo que aprender. Nosotros podemos aprender con
él.
Nuestra era, en donde todo es
"instantáneo", nos ha hecho perder la capacidad de esperar.
Pretendemos adquirir paciencia en forma instantánea, y en nuestra prisa,
pasamos por alto la contradicción. De todo lo que queremos ahora, el consuelo
para el dolor está al principio de nuestra lista. Queremos una cura instantánea
para todo, desde el dolor de muelas hasta las angustias del corazón.
Aunque algunos dolores han sido
curados, seguimos viviendo en un mundo donde mucha gente sufre. Job no estaba
esperando respuestas instantáneas para el intenso dolor físico y emocional que
soportó. Pero al final, lo que quebrantó su paciencia no fue el sufrimiento,
sino el no saber por qué sufría.
Cuando Job expresó su
frustración, sus amigos tenían listas sus respuestas. Creían que la ley de
causa y efecto se aplicaba a todas las experiencias de la gente. Su punto de
vista acerca de la vida se redujo a: las cosas buenas le suceden a la gente
buena y las cosas malas a la gente mala.
Debido a esto, sintieron que su
rol era ayudar a Job a que admitiera que lo malo que había hecho había
originado su sufrimiento.
En realidad, Job miraba la vida
casi de la misma manera que sus amigos. Lo que no pudo comprender era por qué
estaba sufriendo tanto cuando tenía la seguridad de que no había hecho nada
para merecerlo. El último de sus amigos, Eliú, ofreció otra explicación para el
dolor al señalar que Dios estaría permitiendo el sufrimiento para purificar a
Job. Pero eso fue útil sólo en parte.
Cuando finalmente Dios habló, no
le dio una respuesta a Job. En cambio, recalcó que es mejor conocer a Dios que
conocer las respuestas.
A menudo sufrimos las consecuencias
de malas acciones y decisiones equivocadas. La disposición de Job para
arrepentirse y confesar lo que sabía que había hecho mal es una buena pauta
para nosotros. A veces el sufrimiento nos moldea para un servicio especial
hacia los demás. A veces el sufrimiento es un ataque de Satanás en nuestra
vida. Y a veces, no sabemos por qué sufrimos. En todas esas ocasiones, ¿estamos
dispuestos a confiar en Dios aunque nuestras preguntas no tengan respuesta?
Mucha gente piensa que creer en
Dios la protege de los problemas, de modo que cuando las calamidades vienen, se
rebelan contra la bondad y la justicia de Dios.
Pero el mensaje de Job es que
usted no debe renunciar a Dios sólo porque le suceden cosas malas. La fe en
Dios no garantiza la prosperidad personal, y la falta de fe no garantiza
problemas en la vida. Si eso fuera así, la gente creería en Dios sólo para
hacerse rica. Dios es capaz de rescatarnos del sufrimiento, pero también puede
permitir que este venga por razones que no podemos entender. Es en momentos
como este que Satanás emplea su estrategia de llevarnos a dudar de Dios. Job
nos muestra aquí una perspectiva más amplia que su propia comodidad personal.
Si siempre supiéramos por qué
sufrimos, nuestra fe no tendría espacio para crecer.
¿Cómo discute con o acusa usted
al Dios Todopoderoso? ¿Le exige respuestas cuando las cosas no salen a su
manera, pierde un trabajo, alguien cercano a usted se enferma o muere, las
finanzas están apretadas, fracasa o surgen cambios inesperados?
La próxima vez que se vea tentado
a quejarse con Dios, considere cuánto le ama y recuerde la reacción de Job
cuando tuvo su oportunidad para hablar.
¿Está en una situación mejor que
la de Job o es acaso más justo que él? Dé a Dios la oportunidad de revelarle
sus propósitos mayores, pero recuerde que pueden ocurrir durante el curso de su
vida y no en un momento dado.
La pregunta principal del libro
de Job no tiene vencimiento: "¿Por qué los creyentes experimentan
problemas y sufrimientos?" A través de un largo debate, los amigos de Job,
supuestamente sabios, no pudieron contestar esta pregunta. En lugar de eso
cometieron un error serio por lo que Dios los reprendió. Pensaron que los
problemas surgían por el pecado de las personas. Vemos el mismo error hoy en
día en aquellos que aseveran que la enfermedad y la falta de bendiciones materiales
son señales de pecados no confesados y de falta de fe.
Aunque normalmente (pero no
siempre) seguir a Dios conduce a una vida más feliz, y que rebelarse contra
Dios normalmente (pero no siempre) conduce a una vida infeliz, Dios está en
control. En nuestro mundo invadido por el pecado, calamidades y
sufrimientos pueden venir a los buenos y a los malos por igual.
Esto no quiere decir que Dios sea
indiferente, despreocupado, injusto y poco poderoso para protegernos. Las cosas
malas suceden porque vivimos en un mundo caído, un mundo en el que tanto
creyentes como inconversos son golpeados por las consecuencias trágicas del
pecado.
Dios permite el mal por un
tiempo, aunque a menudo lo convierte en bien para nosotros (Romanos 8:28).
Quizá no tengamos respuestas de por qué Dios permite el mal, pero podemos estar
seguros de que es Todopoderoso y sabe lo que está haciendo.
La próxima vez que se enfrente a
pruebas y dilemas, véalas como oportunidades para buscar la fortaleza de Dios.
Encontrará a un Dios que sólo desea mostrarle su amor y compasión. Si puede
confiar en Él en su dolor, confusión y soledad, tendrá la victoria y eliminará
la duda, uno de los más grandes obstáculos de Satanás en su vida.
Si Dios es su cimiento, nada lo
apartará de su amor.
CUANDO SUFRIMOS
Aquí hay seis preguntas que nos
debemos hacer cuando sufrimos, y lo que debemos hacer si la respuesta es
afirmativa.
Preguntas y Nuestra respuesta
1 ¿Me está castigando Dios por
algún pecado?
Confiese el pecado conocido
2 ¿Está atacándome Satanás
mientras trato de sobrevivir como cristiano?
Clame a Dios para que le dé
fortaleza
3 ¿Es esta una preparación para
un servicio especial, donde puedo aprender a ser compasivo con otros que
sufren?
Resista la autocompasión. Pida a
Dios que abra puertas de oportunidad y lo ayude a descubrir a otros que sufren
al igual que usted
4 ¿He sido seleccionado
específicamente para ser probado, como Job?
Acepte la ayuda del cuerpo de
creyentes. Confíe en que Dios llevará a cabo su propósito a través suyo
5 ¿Es mi sufrimiento resultado de
consecuencias naturales por las cuales no soy directamente responsable?
Reconozca que en un mundo
pecaminoso, tanto las personas buenas como las malas sufrirán. Pero las
personas buenas tienen la promesa de Dios de que su sufrimiento llegará un día
a su fin
6 ¿Sufro por alguna razón
desconocida?
No se retraiga por el dolor. Proclame su fe en
Dios, sepa que El se interesa por usted, y espere pacientemente su ayuda.
gracias x compartir es de gran bendicion, a mi vida.
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