CUANDO SE PIERDEN LAS GANAS DE VIVIR
Existen muy pocas personas que
frente a una situación de gran agobio emocional puedan abstenerse de pensar en
la muerte como una salida. Claro que hay una enorme distancia entre pensar en
quitarse la vida y llevarlo a cabo.
Generalmente la idea de quitarse
la vida aparece en personas con estados depresivos graves y con enfermedades
mentales. También puede aparecer cuando alguien se entera que padece alguna
enfermedad incurable o muy dolorosa, ante la falta de afecto, o problemas que
traen una sobrecarga de tensión.
Es cierto que muchas personas que
pierden las ganas de vivir nunca llegan a quitarse la vida. Con frecuencia,
estos intentos son para llamar la atención de los demás, son pedidos de ayuda,
especialmente de afecto. Sin embargo, nunca hay que desestimar estas
intenciones, ya que con algún detonante especial pueden concretarse.
De la mano de Dios, y con la
solidaridad que se encuentra en amigos y profesionales; siempre se puede
afrontar y superar las dificultades que se presentan en la vida.
¿POR QUÉ SE PIERDEN
LAS GANAS DE VIVIR?
Quitarse la vida no es un hecho
casual o fortuito, sino un proceso. Una persona que piensa en quitarse la vida
cuenta con una serie de antecedentes en su vida que la predisponen a que,
cuando ocurran ciertos hechos, no sepa como sobrellevarlos y termine por tomar
una decisión drástica.
Para que ocurra un suicidio se
deben sumar los siguientes factores:
1) La predisposición personal o las cosas que le ocurrieron en la
vida y no le permitieron desarrollarse adecuadamente.
2) Un hecho desencadenante, que
puede ser una pérdida, una fuerte presión, un abandono, o cualquier otra cosa
que implique tomar una decisión para sobrellevarla.
Estos sucesos no siempre producen
un grado de tensión tan elevado. Sin embargo, es importante entender que
dependiendo de cómo ha conducido su vida, la persona tendrá, o no, las
herramientas para superar las tensiones. Con Dios como compañero, no existe
dificultad insuperable. Dios quiere darnos la sabiduría y la fuerza que
necesitamos para vivir.
FACTORES QUE
PREDISPONEN
Nadie pierde las ganas de vivir
así como así. Son muchos los factores que intervienen para que, llegado
determinado momento, no se encuentren fuerzas para seguir adelante.
Entre los factores que predisponen al suicidio encontramos:
Inestabilidad en la pareja.
Falta de armonía en el hogar.
Presiones sobre los jóvenes.
El abuso de alcohol y drogas.
La violencia transmitida en los medios de comunicación.
El estrés.
La realidad social.
La falta de valores morales y espirituales.
La falta de autoestima.
La soledad.
La incapacidad para enfrentar los problemas y fracasos.
La depresión.
La falta de un propósito de vida.
La culpa y la falta de perdón.
Dios puede enseñarnos a
conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestras debilidades, admitir nuestros
errores y contar con su perdón y el de otras personas.
LO QUE DIOS ENSEÑA
La vida es un don recibido por la
gracia de Dios. "No matarás". Dios declaró por medio
de estas palabras su deseo de que los seres humanos vivan en paz, que se
respeten unos a otros y que no se maten; pues nadie es dueño de la vida de
otro, ni aun de la suya propia. Dios es nuestro Creador y le pertenecemos por
habernos creado.
La vida es la unión de materia y
espíritu, de lo físico con lo espiritual. Es un don de Dios. La Biblia nos enseña que Dios
crea la vida y al ser humano y que lo sostiene por medio de su espíritu.
Más allá de ello, está la
realidad de nuestro pecado que nos conduce a la muerte.
Sin embargo, Dios, en su gran
amor envió a Jesucristo para librarnos de la condenación del pecado y la
muerte. Por la fe en Jesucristo, somos librados del poder que reinaba en
nuestra vida, y se nos concede el Espíritu Santo.
Por medio de Él se genera en
nosotros una nueva vida, con la consiguiente fuerza para superar el pecado y la
muerte.
COMO AYUDAR
Existen diferentes maneras de
ayudar a las personas depresivas que piensan en quitarse la vida.
DETECCIÓN DEL
PROBLEMA
En primer lugar es importante un
diagnóstico exacto, con una evaluación cuidadosa y completa del comportamiento
de la persona en el hogar, en el trabajo, la escuela y los amigos.
Indicios verbales. A veces la persona habla abiertamente y
dice que está pensando quitarse la vida. Tales amenazas deben ser tomadas en
serio. La vieja idea de que "si habla de eso, no lo va a poner en
práctica", es un cuento que no tiene base alguna en los hechos.
Declaraciones como "No voy a estar en la reunión la semana próxima" o
"Esta es la última prueba que voy a hacer en los estudios", no
mencionan el hecho pero sugieren fuertemente una posibilidad.
Indicios de comportamiento. La mayoría de las personas que
piensan en quitarse la vida están deprimidas y sienten que no hay esperanza.
Una vez que resuelven hacerlo, se sienten más relajadas. Demuestran un cambio
repentino y notable en su estado de ánimo. Los parientes se alegran por estas
señales, hasta que ocurre la tentativa. Actualizar pólizas de seguro, dar en
vida posesiones estimadas, dejar de comunicarse con el terapeuta, también
pueden ser indicaciones de que una persona se está preparando para morir.
CONSEJOS ÚTILES
Para ayudar a una persona que está en crisis, trate de
conducirse de la siguiente manera:
Siempre tome en serio cualquier
amenaza, comentario o acto tendiente a quitarse la vida.
Nunca diga: "Tu nunca te vas
a matar".
Observaciones de este tipo pueden
ser un desafío para una persona. La persona necesita de atención, no de
rechazo.
No desafíe a la persona,
diciendo: "Dale, adelante y hágalo".
Una observación impaciente de
este tipo para referirse a una persona que ya repitió muchas veces sus
amenazas, puede hacerla pensar que incomoda su presencia. De este modo, sin
pensarlo, estará invitándolo a que se quite la vida.
No procure analizar el comportamiento
de la persona y confrontarla con interpretaciones de sus acciones y
sentimientos durante la crisis. Un profesional debe hacer esto en una ocasión
posterior.
No argumente con la persona
acerca de si debe vivir o morir. No se puede ganar este argumento. La única
posición posible que se puede asumir es que la persona debe vivir.
No tome por cierto que el tiempo
cura todas las heridas, y que todo mejorará por sí solo. Puede acontecer, pero
no se puede contar con eso.
Esté siempre dispuesto a
escuchar. Tal vez ya conozca la historia que le cuenta, pero escúchela de
nuevo. Aparezca genuinamente interesado.
Conocer las señales de aviso o
los síntomas que puede mostrar una persona que desea suicidarse es un paso
esencial para poder ayudarla a mantenerse con vida.
AYUDAR CON PREGUNTAS
A continuación presentamos una
serie de preguntas que ayudarán a la persona a expresar sus sentimientos y
pensamientos, y a encontrar una forma de superar sus problemas.
"Algo
importante es procurar que la persona llegue a reconocer el hecho del amor de
Dios."
¿Cuál es el problema?
¿Qué es lo que te molesta?
¿Por qué estás enojado?
Permita que la persona defina el
problema en sus propias palabras, no importa cuáles sean los términos que
utilice. Su trabajo no es enderezarlo ni juzgarlo.
¿Qué o quién causó el problema?
Esta es la oportunidad que tiene
la persona para culpar, acusar y ventilar su ira y frustración. Puede que él
aún no esté listo para admitir su papel en la creación del problema.
¿Qué cosas crees que hiciste que
pudieron haber empeorado la situación?
Esto le da la oportunidad para
que admita su papel en el incremento del problema o de la crisis.
¿Qué piensas que puedes hacer
para remediar esta situación?
No es necesario que se llegue a
una solución; más bien, deben considerarse opciones.
¿Qué vas a hacer?
Es el momento del compromiso.
Esta declaración revela que no podemos hacer por la persona lo que ella tiene
que hacer por sí misma. Con esto no se está echando a la persona por la borda,
sino ayudándola a que ella resuelva su problema.
¿Cuándo vas a hacerlo?
Acordar una fecha. Una vez que
una persona se compromete a actuar en un momento específico, inmediatamente
nosotros nos comprometemos a ponernos nuevamente en contacto con ella para ver
cómo va la cosa. Es en el momento en que más podemos animarla. Nada ayuda más a
una persona turbada que sentir que ha podido hacer sus propias conclusiones y
que empieza a dar pasos por sí misma.
Algo importante es procurar que
la persona llegue a reconocer el hecho del amor de Dios y de que Dios se
preocupa por ella. Aunque la persona se sienta rechazada por sus seres
queridos, puede llegar a comprender la gracia y el amor Divinos y descubrir el
sentido de seguridad y bienestar mediante su relación con Cristo.
CONSEJOS PARA LAS
COMUNIDADES
Todas las comunidades que
tuvieron casos de suicidio colectivo, hallaron que cuando una persona se quita
la vida, otras personas que son vulnerables salen a la superficie. Pero cada
comunidad responde de diferentes maneras. Aún así, este comportamiento puede
ser contagioso y estimular un comportamiento autodestructivo. Como regla
general, mientras mayor sea el número de suicidios que ocurren dentro de un
cierto período de tiempo, hay mayor probabilidad de que otros respondan a las crisis
personales de la misma manera.
La Clínica Menninger,
una organización con base en Kansas que analiza las comunidades en las que se
producen suicidios colectivos y establece pautas preventivas, recomienda:
Desvíen su enfoque del suicidio y
trabajen juntos para tratar con los problemas fundamentales de la sociedad.
Pongan su énfasis en la salud general y la vitalidad de la comunidad.
Faciliten la creación de un grupo
de apoyo para las personas cercanas a quien se quitó la vida.
Las autoridades de la ciudad
pueden trabajar con los estudiantes para identificar temas que preocupan a la
juventud y para iniciar programas dirigidos a tales preocupaciones.
Pueden crear una línea de
emergencia, formar equipos de respuesta a la crisis y entrenar a los maestros,
a la policía y al personal de emergencia para que reconozcan los niveles de
riesgo de suicidio y cómo responder de manera adecuada.
Que las escuelas escojan e
implementen un programa de estudios sobre el suicidio, la depresión, como
manejar los sentimientos, etc.
Que las iglesias tomen un papel
más activo en: Contratar clérigos jóvenes y entusiastas que sean comprensivos y
que desarrollen programas juveniles más fuertes. La iglesia puede influir en
contra del desarrollo de un sentimiento pesimista y de desesperanza con
respecto a la vida. Animar al clero a tomar medidas para mejorar sus
habilidades de consejería.
PARA QUIENES QUEDAN
Muchas familias niegan que un ser
querido se haya quitado la vida, aún en el caso de que haya una evidencia
indiscutible. El proceso de negación es complicado por el sentido abrumador de
la culpa y de la responsabilidad que siente la familia. Cada miembro se siente
responsable por no haber prevenido la pérdida.
En todos los actos de este tipo
hay un manejo de culpa. Todo suicidio está dedicado a alguien. Como si
intentaran una especie de revancha sobre los otros. Por esto la familia y el
núcleo en que se mueve la persona, quedan con un gran cargo de culpa.
Muchas veces los familiares se
culpan a sí mismos, y creen que no deberían o que debieron haber dicho, o hecho
algo. A menudo se sienten responsables por la muerte de la persona. A veces
toma años luchar para salir a través de la intrincada telaraña de culpabilidad
en que se encuentran aquellos que quedan atrás.
Es normal que las personas que
están heridas se sientan culpables, pero estos sentimientos pueden ser reales o
excesivos. La culpa real es el resultado de las cosas que hacemos
intencionalmente para lastimarnos los unos a los otros; es el deseo de hacer
algo por los errores pasados.
La culpabilidad excesiva, en
cambio, provoca que la persona se tome toda la culpa y la responsabilidad por
la muerte de un ser amado y de manera irreal asuma que si no hubiera hecho esto
o aquello el ser querido aún viviría.
Un sentimiento de culpabilidad
correcto hace que las personas traten de ser mejores. Pero un sentimiento de
culpabilidad excesivo, una tendencia de culparnos a nosotros mismos por faltas
que claramente no son nuestras, nos roba nuestra autoestima y nuestra capacidad
de crecer y actuar.
Si los sentimientos de
culpabilidad atormentan sin misericordia a una persona, es importante reconocer
esos sentimientos. Al ignorarlos o reprimirlos, la culpabilidad sólo se
intensifica. Encontrar el perdón empieza con la decisión de buscar y aceptar el
perdón en el momento en que se ofrece.
Alguien dijo: "Dios te
perdona. El interrogante es: ¿Te vas a perdonar a ti mismo?"
Al aceptar el perdón de Dios, las
personas pueden empezar a perdonarse y a amarse a sí mismas, y a ser sanados de
sus sentimientos de culpa.
CONCLUSIÓN
Siempre es mejor vivir, aunque a
veces parezca que es sumamente difícil. Sea cual fuere la situación por la que
está atravesando, problemas, soledad, depresión, miedos..., Dios siempre estará
dispuesto a darle lo que necesita. Él puede proveerle de fuerzas para superar
sus problemas, amor para llenar su vacío de afecto, y brindarle un propósito
por el cual vivir.
Confíe en Dios, Él quiere
ayudarle a valorar su vida y a vivir feliz.
"Aunque a veces parezca que es sumamente difícil... Siempre es mejor vivir."
No hay comentarios:
Publicar un comentario