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martes, 13 de agosto de 2013



Analicemos todo antes de actuar

Un señor les compró un conejo a sus hijos. Los hijos del vecino, le pidieron una mascota al padre".
El  hombre compró un cachorro de pastor alemán. El vecino exclamó: ¡Pero él se comerá a mi conejo! - De ninguna manera, mi pastor es un cachorro. Crecerán juntos, serán amigos.  Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas se lo puedo asegurar.

Y, parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y se hicieron amigos. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés. Los niños, felices observaban cómo ambos vivían en armonía.
Un viernes el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia.
El domingo, a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra... muerto.
Casi mataron al perro de tanto agredirlo. Decía el hombre: - El vecino tenía razón, ¿y ahora? ¡Que haremos!... La primera reacción fue pegarle al perro, echar el animal como castigo.

En unas horas los vecinos iban a llegar. ¿Qué hacemos? Todos se miraban. El perro, llorando afuera, lamía sus heridas. - ¿Pensaron en los niños y en su dolor?
No se sabe exactamente de quien fue la idea, pero dijeron: Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio.
Como el conejo no estaba en muy mal estado, así lo hicieron. Hasta perfume le pusieron al animalito.
Quedó lindo, "parecía vivo", decían los niños. Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como si estuviese durmiendo.

Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños. ¡Lo descubrieron! No pasaron ni cinco minutos que el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado. Parecía que había visto un fantasma.
¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa?  - El conejo... el conejo... grito -¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?  - ¡Murió!  - ¿Murió?  - ¡Si Murió el viernes! - ¿El viernes? - ¡Fue, antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!

La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie lo sabe.

El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínense al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano a su amigo de la infancia. Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado. ¿Qué hace él?...
Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, “imaginando poder resucitarlo."

El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente. ¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad? Pensemos bien antes de juzgar las acciones de los demás y de emitir juicios sobre las cosas.  Pero no dudemos en someter a un severo juicio a nuestros propios pensamientos y actitudes, que nos sirva para depurar todo lo negativo que hay en nosotros.
En cuanto pongamos esto en práctica descubriremos que no tenemos la más mínima autoridad para juzgar.
Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 1 Corintios 6:5

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