CAMINANDO HACIA LA
LIBERACIÓN DE PECADO
Fue hermoso cuando recibiste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu
vida, es una sensación preciosa aquella de saber que todos tus pecados fueron
perdonados, y la tremenda carga que había en tu conciencia desapareció a
sabiendas que la pusiste en las manos de Dios acogiéndote a la promesa de Jesús
quien dijo:
“Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28.
En el momento mismo de tu conversión a Cristo, fuiste renovado “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.” 2ª Corintios 5:17, y esto es algo sumamente hermoso al
saberte totalmente nuevo delante de Dios. Y lo que experimentaste
inmediatamente después fue una felicidad que anhelabas compartir con todas las
personas, cualquier detalle era una buena excusa para presentar a Cristo y
hablar de tu nueva fe, vivías intensamente el primer amor, ¿lo recuerdas?, hubo
quien te tildó de loco, fanático, aleluya, y en el mejor o peor de los casos,
sencillamente te ignoraron, ¿lo recuerdas?
En esos días evitabas a toda costa caer en pecado y te esforzabas por
rendirle a Dios culto racional “Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
Romanos 12:1. Y así caminaste por días, meses o incluso años, pero………
Satanás conoce mejor que tu mismo tu
debilidad, así, llegaron las tentaciones, que al principio
resististe con vehemencia asegurando “En
Cristo soy más que vencedor”, sin embargo la tentación iba y venía, cada
vez más fuerte hasta que un día, caíste
en pecado. En aquella primera ocasión, el dolor fue terrible y profundo,
doblaste rodilla, pediste perdón a Dios y alcanzaste misericordia, te sentías
muy mal, ¿lo recuerdas? Pasados los días la tentación volvió y caíste de nuevo,
una vez más te dolió, y pediste perdón a Dios, en esta ocasión el acusador
susurró a tu conciencia: “hipócrita,
estas jugando al cristianito, tú no eres salvo, eres un pecador perdido, Dios
te va a fulminar, no
te olvides que Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7), tu te estás burlando de
Dios”,
entonces te sobrecogió un temor muy especial y clamaste a Dios nuevamente, alcanzando
la paz que solo Dios en su misericordia puede dar, y tomaste la decisión de no
pecar otra vez, se lo prometiste a Dios y firmaste un pacto espiritual con el
Señor. Así te mantuviste por un tiempo hasta que una vez más, volviste a caer.
Está vez te sentiste mal pero un tanto desilusionado pues “Dios no te ayudó, Él sabe de tu debilidad
y te dejó caer”, así que comienzas a pensar que quizá no es tan malo lo que
te sucede, que a lo mejor es parte de tu preparación en la vida, estas confuso,
pides ayuda y perdón a Dios, aunque te sientes hipócrita y falso. Pasan los
días, no ves ningún tipo de castigo de Dios, es más, el Señor te sigue Bendiciendo, y vuelves a caer una y otra vez, así
tu conciencia se cauteriza, te llegas a preguntar ¿soy salvo?, ¿acepté a Cristo?, ¿por qué no me castiga Dios? No
obstante la dureza de tu corazón, cada vez que pecas, te sientes mal. Pese a
que disfrutas tu pecado, la sensación inmediata es dolor en tu corazón y te
preguntas a que se debe, si tú ya estás apartado del amor de Dios, pues la Biblia dice que eres como la puerca lavada que se
revuelca de nuevo en el cieno o como el perro que vuelve a su vómito que se
menciona en 2ª Pedro 2:22.
Sabes en tu corazón que no es bueno lo que haces, que no te edifica y lo
que es más, no te deja ser feliz,
pues no hay paz en tu corazón, quieres dejar ese pecado pero no puedes, no
tienes fuerza, ya no clamas a Dios pues asumes que Dios ya no te quiere por
hipócrita, y a tu mente vienen las palabras de Jesús…
“¿Por
qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46.
Te sabes perdido, y sin esperanza, aun así tu corazón anhela refrigerio,
quieres que Dios te perdone y quieres
liberarte de ese pecado que aunque te gusta, a la vez te atormenta. Hoy
entiendes a los adictos a algún tipo de droga, a quienes juzgabas con dureza
diciendo que todo lo que necesitaban era fuerza de voluntad, tú te sientes peor
que ellos. Clamas al cielo en lo más profundo de tu corazón, ¿qué puedo hacer para liberarme de este
pecado?, y pareciera no haber respuesta. Tus “hermanos” en Cristo, te
rechazan, para ellos estás perdido, eres un mal testimonio y un mal ejemplo, y
si alguno acierta a dirigirte algunas palabras te dice “arrepiéntete porque te
vas a ir al infierno”, así que….
¿Cómo liberarte del pecado que te ata?
Lo primero
que debes entender en lo más profundo de tu corazón es que Cristo te ama, a tal grado que murió por tus pecados, es
decir que Jesús ya pagó el precio de todo el mal que has hecho, y que sus
brazos están extendidos para ti, Dios te ama y te perdona.
Lo segundo
que debes comprender es que si te sientes triste, o mal por ese pecado, se debe
a que el Espíritu Santo está
redarguyendo tu corazón, no es tu conciencia, es Dios mismo, el que te
demuestra que Dios no te ha abandonado.
“pues
si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe
todas las cosas” 1ª Juan 3:20. Debido a que Cristo pagó con sangre por tu alma, y te
sigue amando y se conduele por ti.
No importa la opinión de los “hermanos” que te dicen que Dios no quiere
nada contigo, lo que importa es lo que enseñan las Escrituras y es que el amor
de Dios es tan grande que no lo podemos entender, Dios no tiene actitudes de
hombre, mientras tu no puedes perdonar a quien te hace daño, Dios si te perdona
todo, y el precio de tu pecado lo estás
sufriendo ya al no tener paz ni felicidad en tu vida.
Una vez que en tu mente y corazón comprendas esto, debes hacer lo que
Dios te indica para ser liberado de ese pecado o de los pecados que te atan.
A.- CONFIESA TU PECADO
“Mientras callé, se envejecieron mis
huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu
mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré
mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” Salmo 32:3-5
Es necesario que le confieses a Dios ese o esos pecados, uno por uno,
con nombre y detalles, no omitas nada, dile cuanto te gusta, dile cuanto te
duele, confiesa tu debilidad y tu impotencia. Derrama tu corazón delante de
Dios.
B.- PIDE PERDÓN Y RESTAURACIÓN A DIOS
Dile a Dios cuanto lo sientes, y pídele perdón, no hagas pacto alguno,
no prometas nada, solo pide perdón y ayuda Divina para salir adelante. “Por
tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo
de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero
sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos
4:14-16 Pide a Dios que en ese mismo momento
restaure tu vida. No te preocupes como será la salida o la solución, sólo pide
a Dios y Encomienda
a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Salmo 37:5
C.- DEJA QUE LA LUCHA Y LA VICTORIA SEAN DE
CRISTO
Esta parte es quizá, la más difícil de comprender, pues generalmente uno
trata por sus propias fuerzas de vencer al mal, lo cual es prácticamente
imposible. Confías en tu conocimiento Bíblico, en tus oraciones, en ti mismo,
cuando lo único que debes hace es permitir a Dios luchar y vencer por ti. “Ya
que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas
gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo.” 1ª Corintios 15:56-57, “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea
por vosotros” Deuteronomio 3:22.
D.- RETOMA TUS PRINCIPIOS CRISTIANOS
De manera conciente, apártate del mal, “Así que, el
que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido
ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar.” 1ª
Corintios 10:12-13, pide a Dios dirección cada día, mantén
firme tu comunión con Dios orando en todo tiempo, cuando venga la tentación,
clama a Dios “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:3. Aliméntate de la
Palabra de Dios cada día y busca la Iglesia donde congregarte
para adorar a Dios.
La vida debe ser hermosa, pues eres hijo de Dios, lo que te coloca en
una posición de privilegio. Dios quiere que seas feliz y que vivas en completa
paz. Sólo Dios en su poder y misericordia infinita puede ganar la batalla de
pecado en tu vida, permite pues que Dios lo haga por ti, no desmayes ni te
desanimes, Cristo te Ama y como al hijo prodigo te recibe con los brazos
abiertos para depositarte en su seno.
No dejes esta reflexión en “una lectura más”, te animo a ponerla en
práctica, de tu parte se requiere voluntad y disposición, Dios conoce tu
corazón y sabe como liberarte, permíteselo hacerlo hoy mismo, no lo postergues
mas.
Dios te conceda la sabiduría para hacer lo correcto.
Que el Dios de los ejércitos ponga en tu corazón tanto el querer como el hacer, por buena voluntad. En Cristo Jesús, Así sea.
"La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amen." (Efesios 6:23)
Que Dios ponga en tu corazón Buscarle a El primero todos los días y leer Su Palabra, servirle en tu trabajo, escuela, casa o en cualquier lugar que esté para que El te dé y aún te añada conforme a Su voluntad Santa y Perfecta!
En El Nombre de Jesucristo, Amén.
Deja el control, déjaselo a Él y todo te saldrá bien en el tiempo perfecto de Dios.
Dios les Bendiga.
Nosotros sembramos la Bendita Palabra... Pero el fruto, la cosecha es de Dios
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