FUNDACIÓN TU NUEVA ALEGRÍA

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lunes, 27 de enero de 2014



Capítulo  1
LUGAR DE PABLO EN LA HISTORIA

El hombre necesitado por el tiempo

Hay algunos hombres cuya vida es imposible estudiar sin recibir la impresión de que fueron enviados al mundo expresamente para hacer una obra demandada por las exigencias de la época en que vivieron. Por ejemplo, la historia de la Reforma no puede ser leída sin admirar la disposición providencial por la que hombres tan grandes como Lutero, Zwinglio, Calvino y Knox se levantaron simultáneamente en diferentes partes de Europa con el objeto de romper el yugo del papado y publicar de nuevo el evangelio de gracia. Cuando el avivamiento evangélico, después de haber sido de bendición para Inglaterra, estuvo próximo a romper en Escocia y terminar el triste reino del Moderantismo, se levantó con Tomás Chalmers una inteligencia capaz de absorber por completo el nuevo movimiento y de bastante simpatía e influencia para difundirlo hasta en los más remotos confines de su país natal.

Ninguna vida mejor que la del Apóstol San Pablo ha producido esta impresión de que venimos hablando. Él fue dado al cristianismo cuando éste se hallaba en los primeros momentos de su historia. El cristianismo, en verdad, no era débil, y ningún hombre puede ser considerado como indispensable para aquel, pues llevaba en sí mismo el vigor de una existencia inmortal y Divina que no podía menos de revelarse en el curso del tiempo. Pero si reconocemos que Dios hace uso de los medios que se recomiendan aun a nuestros ojos como adaptados al fin que tiene delante, entonces debemos decir que el movimiento cristiano, en el momento en que se presentó San Pablo en la palestra, necesitaba en extremo de un hombre de extraordinarias dotes, quien, poseído de genio, lo incorporase en la historia general del mundo; y en Pablo encontró al hombre que necesitaba.

Un tipo del carácter cristiano

El cristianismo obtuvo en Pablo un tipo incomparable del carácter cristiano. En verdad, ya poseía el modelo perfecto del carácter humano en la persona de su fundador; pero él no fue como otros hombres, porque nunca tuvo que luchar con las imperfecciones del pecado; y el cristianismo necesitaba aún demostrar lo que podía hacer de la naturaleza humana imperfecta.
Pablo proporcionó la oportunidad para demostrar esto. Naturalmente era de gran fuerza y alcance mental. Aun si nunca hubiera sido cristiano siempre habría sido un hombre notable. Los otros apóstoles habrían vivido y muerto en la oscuridad de Galilea si no hubieran sido elevados a un lugar prominente por el movimiento cristiano; pero el nombre de Saulo de Tarso hubiera sido recordado bajo algún carácter, aun cuando el cristianismo nunca hubiera   existido.
En Pablo el cristianismo tuvo la oportunidad de demostrar al mundo toda la fuerza que traía consigo. Pablo estaba convencido de esto, aunque lo expresó con perfecta modestia cuando dijo: "Por esto fui recibido a misericordia para que Jesucristo  mostrase en  mí el primero toda su clemencia para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna".

Su conversión probó el poder del cristianismo para destruir las más fuertes predisposiciones y estampar su propio tipo en una gran naturaleza por una revolución tan instantánea como permanente.
La personalidad de Pablo era tan fuerte y original, que de cualquier hombre se hubiera esperado, menos de él, un cambio tan completo; pero desde el momento en que tuvo contacto con Cristo quedó tan dominado por su influencia que por todo el resto de su vida su deseo dominante fue el de ser un mero eco y reflexión de Aquel para el mundo. Pero si el cristianismo demostró su fuerza por la tan completa conquista que hizo de Pablo, no demostró menos su valor en la clase de hombre que de él hizo, cuando Pablo se entregó a su influencia.
Satisfizo las necesidades de una naturaleza peculiarmente hambrienta, y nunca, hasta el fin de su vida, reveló en lo más mínimo que esta satisfacción hubiese disminuido. Su constitución original estaba compuesta de materiales; finos: pero el Espíritu de Cristo, pasando a ellos, los levantó a un grado de excelencia del todo sin igual. Ni a él mismo ni a otros le fue dudoso que la influencia de Cristo le hiciera lo que él fue. El verdadero lema de su vida sería su propia frase: "y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". En verdad, Cristo fue tan perfectamente formado en  él que podemos estudiar el  carácter de Cristo en el suyo; y los principiantes tal vez pueden aprender mucho más de Cristo por el estudio de la vida de Pablo que por la de Jesús. Había en Cristo mismo una concurrencia tal de todas las excelencias que impidió que su grandeza fuera vislumbrada por el principiante a la manera como por la perfección misma de las pinturas de Rafael quedan decepcionados los ojos sin educación cuando las ven.
En Pablo, en cambio, unos pocos de los más grandes elementos del carácter cristiano estuvieron expuestos con tan clara determinación que ninguno puede dudar de su existencia, así como las características más prominentes de las pinturas de Rubens pueden ser apreciadas por cualquier espectador.

El pensador del cristianismo

En segundo lugar, el cristianismo obtuvo en Pablo un gran pensador. Por el momento esto era especialmente lo que necesitaba. Cristo había partido del mundo, y aquellos a quienes dejó para que le representaran eran pescadores sin instrucción, y la mayor parte sin ninguna notabilidad intelectual.
En un sentido, este hecho demuestra una gloria peculiar del cristianismo, porque prueba que no debe el lugar que tiene como una de las grandes influencias del mundo a las habilidades de sus representantes humanos: no por fuerza, ni por poder, sino por el Espíritu de Dios se estableció el cristianismo en la tierra. Sin embargo, si miramos al pasado, claramente podemos ver cuán esencial era que un apóstol de educación y carácter diferentes se levantara.
Cristo una vez por todas había manifestado la gloria del Padre y había completado su obra expiatoria. Pero esto no era suficiente. Era necesario que el objeto de su venida se explicara al mundo. ¿Quién era el que había estado aquí? ¿Qué fue lo que precisamente hizo? A estas preguntas los primeros apóstoles podían contestar con respuestas breves y populares; pero ninguno de ellos tenía el alcance intelectual o la disciplina mental necesarios para responder satisfactoriamente al mundo de las inteligencias. Felizmente no es esencial a la salvación poder contestar a tales cuestiones con exactitud científica.
Hay muchos que conocen y creen que Jesús fue el Hijo de Dios y murió para la remisión de los pecados, y que confiando en Él como en su Salvador son purificados por la fe, pero que no podrían explicar estas afirmaciones sin caer en equívocos en casi cada frase.
Sin embargo, si el cristianismo había de hacer una conquista tanto moral como intelectual del mundo, era necesario para la iglesia haberse explicado exactamente la completa gloría de su Señor y el significado de su obra salvadora.
Por supuesto, Jesús había tenido en su mente una comprensión tanto de lo que fue como de lo que hizo, tan clara como la luz del sol. Pero era uno de los aspectos más patéticos de su ministerio terrestre el hecho de que no podía declarar toda su mente a sus seguidores. Ellos no eran capaces de llevarla; eran demasiado rudos y limitados para entenderla. Jesús tenía que llevarse del mundo sus más profundos pensamientos sin haberlos expresado, confiando con una fe sublime en que el Espíritu Santo guiaría su iglesia en el curso de su desarrollo subsiguiente. Aun lo que Él expresó fue entendido muy imperfectamente. Había una inteligencia, es cierto, en el círculo original de los apóstoles, de las más bellas cualidades y capaz de remontarse a las mayores alturas de la especulación.
Las palabras de Cristo penetraron en la mente de Juan, y, después de haber quedado en ella por medio siglo, aparecieron y crecieron en las admirables formas en que las heredamos en su Evangelio y Epístolas. Pero aun la mente de Juan no era apropiada a las exigencias de la iglesia; era demasiado fina, mística y rara. Sus pensamientos son aún hoy día la posesión especial de las inteligencias más ilustradas y espirituales. Se necesitaba de un hombre de pensamientos más vastos y más sólidos, que bosquejara el primer contorno de las doctrinas cristianas; y tal hombre se encontró en Pablo.

Pablo fue un gran pensador por naturaleza. Su inteligencia fue de extensión y fuerza majestuosas; trabajaba sin descansar; nunca fue capaz de abandonar un asunto que tuviera entre manos, sino cuando lo había perseguido hasta sus primeras causas, y cuando había vuelto de nuevo a demostrar todas sus consecuencias. No le era bastante saber que Cristo fue Hijo de Dios; tenía que descomponer este hecho en sus elementos y entender precisamente lo que significaba.
No le bastaba creer que Cristo murió por los pecadores; necesitaba más; tenía que investigar por qué fue necesario que lo hiciera así y cómo su muerte los lavó. Pero no solamente poseía este poder especulativo por naturaleza, sino que su talento fue desarrollado por la educación. Los demás apóstoles eran hombres iliteratos, pero él reunía los más completos adelantos de la época.
En la escuela rabínica aprendió la manera de arreglar, afirmar, y defender sus ideas. Tenemos la prueba de todo esto en sus epístolas, que contienen la explicación mejor que el mundo posee del cristianismo.
El verdadero modo de verlas es considerarlas como la confianza en las enseñanzas propias de Cristo. Ellas contienen los pensamientos que Cristo no expresó cuando estuvo en la tierra. Por supuesto, Jesús las hubiera expresado de una manera diferente y mucho mejor. Los pensamientos de Pablo en todo tienen el colorido de sus propias peculiaridades mentales; pero en sustancia son los mismos que los de Cristo, si Él los hubiera expresado.

Hubo especialmente un gran asunto que Cristo tenía que dejar sin explicación: su muerte. Él no podía explicarlo antes de que sucediera.
Este fue el tema principal del pensamiento de Pablo: enseñar por qué la muerte de Cristo fue necesaria y cuáles fueron sus Benditos resultados.
Pero en realidad no hay ningún aspecto de la vida de Cristo que no fuera penetrado por su mente infatigable e investigadora. Sus trece epístolas, cuando están arregladas en orden cronológico, demuestran que su mente de continuo penetraba más y más en lo profundo del asunto.
Los progresos de sus pensamientos fueron determinados en parte por los progresos naturales de su propia experiencia en el conocimiento de Cristo, porque siempre escribió de su propia experiencia; y en parte por las varias formas de error con las cuales tenía que encontrarse constantemente. Estas vinieron a ser medios providenciales para estimular y desarrollar su comprensión de la verdad; así como en la iglesia cristiana la aparición del error ha sido el medio de excitar las más claras afirmaciones de doctrina.
Sin embargo, el impulso gobernante de su pensamiento como de su vida siempre fue Cristo; y fue su devoción eterna a este inagotable tema lo que le constituyó en el gran pensador del cristianismo.

En tercer lugar, el cristianismo obtuvo en Pablo al misionero a los gentiles. Es raro encontrar unido el más alto poder especulativo con la mayor actividad práctica; pero en él estuvieron unidas ambas cosas.
No solamente fue el pensador más grande de la iglesia, sino el obrero más infatigable que ésta haya poseído. Hemos considerado la tarea especulativa que le aguardaba cuando se unió con la comunidad de los cristianos. Pero hubo una tarea práctica no menos estupenda que también le aguardaba. Esta fue la evangelización del mundo gentil.
Uno de los grandes objetos de la venida de Cristo fue romper el muro de separación entre judíos y gentiles y hacer las Bendiciones de salvación propiedad de todos los hombres sin distinción de raza o idioma. Pero no le fue permitido llevar este cambio a la realización práctica.
Fue una de las extrañas restricciones de su vida terrestre, el ser enviado solamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Fácilmente puede imaginarse cuánto congenió dicha tarea con su corazón intensamente humano, para llevar el evangelio más allá de los límites de Palestina y proclamarlo de nación en nación. Pero él fue quitado en la mitad de sus días, y tenía que dejar la tarea para sus seguidores.

Antes de la aparición de Pablo en la escena, la ejecución de dicha obra había ya comenzado.
Se habían disipado parcialmente las preocupaciones de los judíos, el carácter universal del cristianismo en cierto grado había quedado establecido, y Pedro había dado acceso a los primeros gentiles en la iglesia por el bautismo.
Pero ninguno de los primeros apóstoles se había colocado a la altura de la emergencia. Ninguno de ellos pudo comprender la idea de una igualdad perfecta de judío y gentil, y aplicarla a todas las consecuencias prácticas; y ninguno de ellos tenía la combinación de dones necesaria para aventurarse en la conversión del mundo gentil en grande escala.
Ellos fueron pescadores de Galilea, bastante aptos para enseñar y predicar dentro de los límites de Palestina; pero más allá de Palestina estaba el gran mundo de Grecia y Roma; el mundo de grandes poblaciones, de poder y cultura, de placeres y ocupaciones. Se necesitaba un hombre de ilimitadas aptitudes, de educación, de inmensa simpatía humana, para ir allá con el mensaje del evangelio.
Un hombre que no solamente fuera un judío a los judíos, sino un griego a los griegos, un romano a los romanos, un bárbaro a los bárbaros; un hombre que no solamente se encontrara con rabíes en sus sinagogas, sino con orgullosos magistrados en sus cortes y con filósofos en sus centros de educación; un hombre atrevido, que viajara por tierra y por mar, que demostrara su presencia de ánimo en todas circunstancias y que no se acobardara por dificultad alguna.
Ningún hombre de talla semejante perteneció al círculo de los primeros apóstoles, pero el cristianismo necesitaba uno de tales condiciones y lo encontró en Pablo.
Originalmente apegado de un modo más estricto que cualquier otro de los apóstoles a las peculiaridades y prevenciones del exclusivismo judaico, apartó su camino del matorral de estas distinciones, aceptó la igualdad de todos los hombres en Cristo, y aplicó inflexiblemente ese principio en todos sus fines.
Dio su corazón a la misión entre los gentiles, y la historia de su vida es la historia de cuan sincero fue en su vocación.
Nunca hubo tal sencillez de atención y tal entereza de alma. Nunca hubo energía tan incansable y sobrehumana.
Nunca hubo tal acumulación de dificultades tan victoriosamente dominadas, ni de sufrimientos, motivados por la defensa de causa alguna, tan alegremente sobrellevados.
En él estaba Jesucristo para evangelizar al mundo, haciendo uso de sus manos y de sus pies, de su lengua, su cerebro, y su corazón, para hacer la obra que no le había sido posible hacer personalmente a causa de los límites de la misión que tenía que cumplir.

martes, 14 de enero de 2014



Santiago
El escritor de esta carta, un líder de la iglesia de Jerusalén, no fue Santiago el apóstol, sino Santiago el hermano de Jesús. La Epístola de Santiago fue una de las primeras, escrita probablemente antes del año 50 d.C. Después del martirio de Esteban, aumentó la persecución y los cristianos de Jerusalén fueron esparcidos por todo el mundo romano. Hubo comunidades judías cristianas florecientes en Roma, Alejandría, Chipre y ciudades de Grecia y de Asia menor. Debido a que estos nuevos creyentes no tuvieron el apoyo para establecer iglesias cristianas, Santiago les escribió como un líder interesado en el bienestar de ellos a fin de animarlos en la fe durante ese período difícil.

Santiago no dice si pasan por diversas pruebas, sino cuando pasan por diversas pruebas. El da por sentado que vamos a tener pruebas y que es posible sacar provecho de ellas. La idea no es fingir ser feliz cuando uno se enfrenta al dolor, sino tener una perspectiva positiva ("tener por sumo gozo") por lo que las pruebas pueden producir en nuestra vida. Santiago nos dice que debemos convertir nuestras dificultades en períodos de aprendizaje. Los tiempos difíciles pueden enseñarnos paciencia. (También llamada perseverancia y constancia). 

En realidad, no podemos llegar a conocer la profundidad de nuestro carácter hasta ver cómo reaccionamos frente a las presiones. Es muy fácil ser amable cuando todas las cosas andan bien, pero ¿seguiremos siendo amables cuando otros nos traten injustamente? Dios quiere que seamos perfectos, no librarnos del dolor. En lugar de quejarnos por nuestras luchas, debiéramos ver en ellas oportunidades de crecer. Dé gracias a Dios por haber prometido estar con usted en tiempos difíciles. Pídale que le ayude a resolver sus problemas o que le dé la fortaleza para soportarlos. Luego sea paciente. Dios no lo dejará solo con sus problemas; permanecerá cerca de usted y le ayudará a crecer.

Cuando le hacemos a Dios una Petición de sabiduría, Santiago no solo habla acerca del conocimiento, sino de la capacidad de tomar decisiones sabias en circunstancias difíciles. Cuando necesitamos sabiduría, podemos orar a Dios y Él suplirá abundantemente nuestras necesidades. Los cristianos no tienen por qué andar a tientas en las tinieblas, con la esperanza de tal vez encontrar la respuesta. La sabiduría de Dios está a nuestra disposición para guiar nuestras decisiones.

Sabiduría significa discernimiento práctico. La sabiduría empieza con respeto a Dios, conduce a una vida recta y resulta en una capacidad creciente para distinguir lo correcto de lo erróneo. Dios está dispuesto a darnos esa sabiduría, pero no podremos recibirla si nuestras metas están centradas en nosotros mismos en lugar de estar centradas en Dios. Para conocer la voluntad de Dios, debemos leer Su Palabra y pedirle que nos revele cómo obedecerla, y luego estar dispuestos a hacer lo que Él nos diga.

 "Pedir con fe, no dudando nada" significa no solo creer en la existencia de Dios, sino en su tierno cuidado. Eso incluye depender de Dios y confiar en que Él oirá y responderá a nuestras oraciones. Debemos poner a un lado nuestras actitudes críticas cuando nos dirigimos a Él. Dios no garantiza que ha de responder a nuestra desconsideración o egoísmo. Debemos tener la confianza que Dios armonizará nuestros deseos con su propósito.
Una mente inestable no está plenamente convencida de que el método de Dios es el mejor. Trata la Palabra de Dios como un consejo humano cualquiera y se queda con la opción a desobedecer. Vacila entre la lealtad a sus sentimientos subjetivos, los conceptos del mundo y los mandamientos de Dios. Si su fe es nueva, débil o de mucho esfuerzo, recuerde que usted puede confiar en Dios. Luego sea leal a Él. A fin de estabilizar sus fluctuaciones y dudas mentales, ríndase por completo a Dios.

Si usted ha tenido la oportunidad de ver a menudo el vaivén constante de las olas gigantescas del mar, sabe cuán inquietas son, sujetas a las fuerzas del viento, de la gravedad y de la marea. La duda lo deja a uno tan vacilante como las olas movidas de un lado para otro. Si usted quiere evitar que se le trate así, crea que Dios sabe qué es lo mejor para usted. Pídale sabiduría, y confíe en que Él se la dará. Al hacerlo, sus decisiones serán confiables y seguras.

El cristiano que no ocupa un puesto importante debe estar contento porque es de gran estima ante los ojos de Dios. Ese "hermano que es de humilde condición" es una persona sin un alto nivel social ni riqueza. A menudo se trata a tal persona con desprecio, incluso en nuestras congregaciones, pero Dios no lo subestima.

El pobre debe sentirse contento de que la riqueza no significa nada para Dios; de otro modo se le debiera considerar indigno. El rico debe sentirse contento de que el dinero no significa nada para Dios, porque es muy fácil perder el dinero. La verdadera riqueza se halla en el desarrollo de la vida espiritual del individuo, no en su caudal económico. Dios está interesado en lo que es duradero (nuestra alma) no en lo que es temporal (nuestro dinero y nuestros bienes). Procure tratar a las personas de la misma forma que Cristo las trataría.

Si la riqueza, el poder y el nivel social no significan nada para Dios, ¿por qué les damos tanta importancia y les rendimos honor a quienes los poseen? ¿Sus bienes materiales les dan un sentido de propósito y una razón para vivir? Si desaparecieran, ¿qué les quedaría? Lo que usted tiene en el corazón, no sus cuentas bancarias, es lo que le interesa a Dios y permanece para siempre.

La corona de la vida es como las guirnaldas que se le dan a los deportistas ganadores. La corona de vida no es gloria y honor en la tierra, sino la recompensa de vida eterna; vivir con Dios para siempre. El camino hacia el círculo de los ganadores de Dios es mediante el amor y el permanecer fiel aún bajo presión.

La tentación viene de nuestros malos deseos, no de parte de Dios. Empieza con malos pensamientos y se vuelve pecado cuando le damos lugar y permitimos que se convierta en acción. Así como la bola de nieve que baja rodando de una colina, la acción destructiva del pecado crece cuando lo dejamos actuar. El momento más apropiado para detener la bola de nieve es antes que sea demasiado grande o que haya adquirido tal velocidad que no podamos controlarla

A menudo las personas que viven para Dios se preguntan por qué todavía tienen que soportar las tentaciones. ¿Las tienta Dios? Dios prueba a las personas pero no las tienta para conducirlas al pecado.
Permite que Satanás las tiente a fin de refinar su fe y ayudarlas a que crezcan en su dependencia de Cristo. Podemos soportar la tentación del pecado si le pedimos a Dios fortaleza y decidimos actuar en obediencia a su Palabra.

Es muy fácil condenar a otros y excusarnos por los malos pensamientos y por la conducta equivocada. Algunas excusas pueden ser: (1) es la culpa de la otra persona; (2) no lo pude resistir; (3) todos lo hacen; (4) fue solo un error; (5) nadie es perfecto; (6) el diablo me obligó a hacerlo; (7) fui presionado; (8) no sabía que era malo; (9) Dios me estaba tentando. Una persona que presenta excusas procura pasar su culpa a algo o a alguien. Un cristiano, sin embargo, acepta su responsabilidad por sus errores, los confiesa y pide el perdón de Dios.
A menudo las Escrituras comparan lo bueno con la luz y lo malo con las tinieblas

Los cristianos del primer siglo fueron la primera generación en creer en Jesucristo como el Mesías. Santiago los llama "primicias de sus criaturas". Los líderes judíos habrían estado conscientes de la práctica de ofrendar lo primero en madurar de la siembra, antes de la cosecha, como un acto de adoración y también como una bendición para el resto de la cosecha, Pablo se refiere a Cristo como la primicia de los que durmieron.

Cuando hablamos demasiado y oímos poco, comunicamos a los demás que nuestras ideas son mucho más importantes que la de ellos. Santiago con sabiduría nos aconseja revertir ese proceso. Ponga un cronómetro mental en su conversación y controle cuánto habla y también cuánto oye. Cuando alguien conversa con usted, ¿percibe esa persona que son valiosos sus puntos de vista y sus conceptos?

"Me siento herido", "No se oyen mis opiniones". Cuando hay injusticia y pecado, debemos enojarnos porque otros son heridos. Pero no debemos enojarnos cuando no ganamos una discusión o cuando sentimos que fuimos ofendidos o que no se nos tomó en cuenta. El enojo egoísta nunca ha ayudado a nadie.

Santiago nos advierte que quitemos todo lo que anda mal en nuestra vida y que recibamos "con mansedumbre" el mensaje de salvación que hemos recibido ("la palabra implantada"), porque solo ella puede salvarnos.

Es muy importante saber lo que la Palabra de Dios dice, pero es mucho más importante obedecerla. La eficacia de nuestro tiempo de estudio Bíblico puede medirse por el efecto que tiene en nuestra conducta y nuestras actitudes. ¿Pone usted en práctica lo que ha estudiado?

Parece paradójico que una ley pueda darnos libertad. Pero la ley de Dios destaca nuestro pecado y nos da la oportunidad de pedir perdón a Dios. (Los cristianos somos salvos por la gracia de Dios. La salvación incluye libertad del dominio del pecado. Los creyentes somos libres para vivir como Dios se propuso al crearnos. Desde luego, eso no significa que seamos libres para hacer lo que nos plazca. Ahora somos libres para obedecer a Dios.

En el primer siglo, los huérfanos y las viudas poseían muy pocas fuentes de apoyo económico. A menos que un familiar no estuviera dispuesto a cuidar de ellos, estaban condenados a pedir limosna, a venderse como esclavos o a morir de hambre.
Al cuidar de esos desamparados, la iglesia puso la Palabra de Dios en práctica. Cuando damos sin esperanza de recibir algo a cambio, mostramos lo que significa servir a los demás.

Para mantenernos libre de la contaminación del mundo, debemos consagrarnos al sistema ético y moral de Cristo, no al del mundo. No debemos conformarnos al sistema de valores del mundo que se basa en el dinero, el poder y el placer. La verdadera fe no significa nada si estamos contaminados con dichos valores.

 MOSTRAR FAVORITISMO
¿Por qué es malo mostrar favoritismo con los ricos?

1.         Es contrario a las enseñanzas de Cristo.
2.         Es el producto de malos pensamientos.
3.         Menosprecia a las personas creadas a la imagen de Dios.
4.         Es una de las consecuencias de motivos egoístas.
5.         Va en contra de la definición bíblica del amor.
6.         Muestra falta de misericordia con los menos afortunados.
7.         Es hipocresía.
8.         Es pecado.

Salutación

Santiago 1:1-27  Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.

La sabiduría que viene de Dios

1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
1:6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
1:7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
1:9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
1:10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
1:11 Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Soportando las pruebas

1:12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
1:15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
1:16 Amados hermanos míos, no erréis.
1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
1:18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Hacedores de la palabra

1:19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
1:20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
1:21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
1:23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
1:24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
1:25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
1:26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
1:27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.

martes, 7 de enero de 2014



Desecha la Armadura de un Fracasado.

1ra. Samuel 17:48-50

17:48  Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.
17:49  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
17:50  Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.

Este año Dios nos va a enseñar cómo vencer, se acabará la humillación y vas a conquistar.

La Biblia dice, que Él mismo nos enseña: "Pero la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en Él" 1ra. Juan 2:27

Deja que sea el Espíritu Santo quien te diga cómo hacerlo, no adoptes armaduras de personas que han fracasado, haz las cosas a la manera de Dios, como Él te ha enseñado.

Alguien que no ha podido vencer quiere colocarte una armadura vieja, la cual es un impedimento para conquistar, por eso ten en cuenta lo siguiente:

El gozo es un arma espiritual, no te lo dejes quitar por el enemigo.

La prosperidad se la inventó Dios, lo encuentras en el Salmo 1:3 ¿Si no prosperas cómo sales de la deuda? ¿Cómo sales de inquilino a propietario?

Dios nos quiere Bendecir, pero a algunos les da miedo, no se sienten dignos de la Bendición, no creen que sea para ellos.

Dios quiere salvar a tu familia y la gente piensa que se van a cambiar de religión. No predicamos una religión sino a Jesús que vino a salvarnos.

Hay personas que saben en su corazón que Dios tiene promesas para ellos, pero tienen en su mente la armadura de un perdedor.

SI QUIERES VENCER, DESECHA LA ARMADURA DE UN FRACASADO Y VE POR LA BENDICIÓN, PORQUE LA UNCIÓN TE VA A ENSEÑAR A CONQUISTAR.



“Sembramos La Semilla Pero Dios trae La Cosecha’’  

Cada nuevo día

Lamentaciones 3:22-24 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 3:23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. 3:24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en Él esperaré.

Cada nuevo día es una página en blanco en el diario de tu vida. La lapicera está en tu mano, pero no todos los renglones serán escritos como deseas: algunos provendrán del mundo y de las circunstancias que te rodean. Pero, por la gran cantidad de cosas que están bajo tu control, es preciso que sepas algo en especial.
El secreto de la vida radica en hacer tu historia lo más bella posible. Escribe el diario de tu vida y llena las páginas con las palabras nacidas del corazón. A medida que las páginas te lleven adelante, descubrirás senderos que te agregarán penas y alegrías, pero si puedes hacer estas cosas, siempre habrá esperanza en el mañana.
Sigue tus sueños. Trabaja duramente. Sé bondadoso. Esto es lo que cualquiera podría pedir; haz todo lo que puedas para que la puerta se abra a un día lleno de una belleza especial. Recuerda que la bondad siempre es recompensada. Las sonrisas rinden dividendos. Diviértete. Descubre tu fuerza interior. Sé sincero. Conserva la fe. No concentres tus pensamientos en las cosas que te faltan.
Descubre que el mejor tesoro de la vida es la gente y que la mejor de todas las riquezas es la felicidad. Lleva un diario que describa cómo te esforzaste y lo demás vendrá por añadidura.
NO TEMAS SENTIR QUE EL SOL DE LA MAÑANA BRILLA SÓLO PARA TI.