Santiago
El escritor
de esta carta, un líder de la iglesia de Jerusalén, no fue Santiago el apóstol,
sino Santiago el hermano de Jesús. La Epístola de Santiago fue una de las
primeras, escrita probablemente antes del año 50 d.C. Después del martirio de Esteban,
aumentó la persecución y los cristianos de Jerusalén fueron esparcidos por todo
el mundo romano. Hubo comunidades judías cristianas florecientes en Roma,
Alejandría, Chipre y ciudades de Grecia y de Asia menor. Debido a que estos
nuevos creyentes no tuvieron el apoyo para establecer iglesias cristianas,
Santiago les escribió como un líder interesado en el bienestar de ellos a fin
de animarlos en la fe durante ese período difícil.
Santiago no dice si pasan por
diversas pruebas, sino cuando pasan por diversas pruebas. El da por sentado que vamos a tener
pruebas y que es posible sacar provecho de ellas. La idea no es fingir ser
feliz cuando uno se enfrenta al dolor, sino tener una perspectiva positiva
("tener por sumo gozo") por lo que las pruebas pueden producir en
nuestra vida. Santiago nos dice que debemos convertir nuestras dificultades en
períodos de aprendizaje. Los tiempos difíciles pueden enseñarnos paciencia.
(También llamada perseverancia
y constancia).
En realidad,
no podemos llegar a conocer la profundidad de nuestro carácter hasta ver cómo
reaccionamos frente a las presiones. Es muy fácil ser amable cuando todas las
cosas andan bien, pero ¿seguiremos siendo amables cuando otros nos traten
injustamente? Dios quiere que seamos perfectos, no librarnos del dolor. En
lugar de quejarnos por nuestras luchas, debiéramos ver en ellas oportunidades
de crecer. Dé gracias a Dios por haber prometido estar con usted en tiempos
difíciles. Pídale que le ayude a resolver sus problemas o que le dé la fortaleza
para soportarlos. Luego sea paciente. Dios no lo dejará solo con sus problemas;
permanecerá cerca de usted y le ayudará a crecer.
Cuando le
hacemos a Dios una Petición de sabiduría, Santiago no solo habla acerca del
conocimiento, sino de la capacidad de tomar decisiones sabias en circunstancias
difíciles. Cuando necesitamos sabiduría, podemos orar a Dios y Él suplirá
abundantemente nuestras necesidades. Los cristianos no tienen por qué andar a
tientas en las tinieblas, con la esperanza de tal vez encontrar la respuesta.
La sabiduría de Dios está a nuestra disposición para guiar nuestras decisiones.
Sabiduría
significa discernimiento práctico. La sabiduría empieza con respeto a Dios,
conduce a una vida recta y resulta en una capacidad creciente para distinguir
lo correcto de lo erróneo. Dios está dispuesto a darnos esa sabiduría, pero no
podremos recibirla si nuestras metas están centradas en nosotros mismos en
lugar de estar centradas en Dios. Para conocer la voluntad de Dios, debemos
leer Su Palabra y pedirle que nos revele cómo obedecerla, y luego estar
dispuestos a hacer lo que Él nos diga.
"Pedir con fe, no dudando nada"
significa no solo creer en la existencia de Dios, sino en su tierno cuidado.
Eso incluye depender de Dios y confiar en que Él oirá y responderá a nuestras
oraciones. Debemos poner a un lado nuestras actitudes críticas cuando nos
dirigimos a Él. Dios no garantiza que ha de responder a nuestra
desconsideración o egoísmo. Debemos tener la confianza que Dios armonizará nuestros
deseos con su propósito.
Una mente
inestable no está plenamente convencida de que el método de Dios es el mejor.
Trata la Palabra de Dios como un consejo humano cualquiera y se queda con la
opción a desobedecer. Vacila entre la lealtad a sus sentimientos subjetivos,
los conceptos del mundo y los mandamientos de Dios. Si su fe es nueva, débil o
de mucho esfuerzo, recuerde que usted puede confiar en Dios. Luego sea leal a Él.
A fin de estabilizar sus fluctuaciones y dudas mentales, ríndase por completo a
Dios.
Si usted ha
tenido la oportunidad de ver a menudo el vaivén constante de las olas
gigantescas del mar, sabe cuán inquietas son, sujetas a las fuerzas del viento,
de la gravedad y de la marea. La duda lo deja a uno tan vacilante como las olas
movidas de un lado para otro. Si usted quiere evitar que se le trate así, crea
que Dios sabe qué es lo mejor para usted. Pídale sabiduría, y confíe en que Él
se la dará. Al hacerlo, sus decisiones serán confiables y seguras.
El cristiano
que no ocupa un puesto importante debe estar contento porque es de gran estima
ante los ojos de Dios. Ese "hermano que es de humilde condición" es
una persona sin un alto nivel social ni riqueza. A menudo se trata a tal
persona con desprecio, incluso en nuestras congregaciones, pero Dios no lo
subestima.
El pobre
debe sentirse contento de que la riqueza no significa nada para Dios; de otro
modo se le debiera considerar indigno. El rico debe sentirse contento de que el
dinero no significa nada para Dios, porque es muy fácil perder el dinero. La
verdadera riqueza se halla en el desarrollo de la vida espiritual del
individuo, no en su caudal económico. Dios está interesado en lo que es
duradero (nuestra alma) no en lo que es temporal (nuestro dinero y nuestros
bienes). Procure tratar a las personas de la misma forma que Cristo las
trataría.
Si la
riqueza, el poder y el nivel social no significan nada para Dios, ¿por qué les
damos tanta importancia y les rendimos honor a quienes los poseen? ¿Sus bienes
materiales les dan un sentido de propósito y una razón para vivir? Si
desaparecieran, ¿qué les quedaría? Lo que usted tiene en el corazón, no sus
cuentas bancarias, es lo que le interesa a Dios y permanece para siempre.
La corona de
la vida es como las guirnaldas que se le dan a los deportistas ganadores. La
corona de vida no es gloria y honor en la tierra, sino la recompensa de vida
eterna; vivir con Dios para siempre. El camino hacia el círculo de los
ganadores de Dios es mediante el amor y el permanecer fiel aún bajo presión.
La tentación
viene de nuestros malos deseos, no de parte de Dios. Empieza con malos
pensamientos y se vuelve pecado cuando le damos lugar y permitimos que se
convierta en acción. Así como la bola de nieve que baja rodando de una colina,
la acción destructiva del pecado crece cuando lo dejamos actuar. El momento más
apropiado para detener la bola de nieve es antes que sea demasiado grande o que
haya adquirido tal velocidad que no podamos controlarla
A menudo las
personas que viven para Dios se preguntan por qué todavía tienen que soportar
las tentaciones. ¿Las tienta Dios? Dios prueba a las personas pero no las
tienta para conducirlas al pecado.
Permite que
Satanás las tiente a fin de refinar su fe y ayudarlas a que crezcan en su
dependencia de Cristo. Podemos soportar la tentación del pecado si le pedimos a
Dios fortaleza y decidimos actuar en obediencia a su Palabra.
Es muy fácil
condenar a otros y excusarnos por los malos pensamientos y por la conducta
equivocada. Algunas excusas pueden ser: (1) es la culpa de la otra persona; (2)
no lo pude resistir; (3) todos lo hacen; (4) fue solo un error; (5) nadie es
perfecto; (6) el diablo me obligó a hacerlo; (7) fui presionado; (8) no sabía
que era malo; (9) Dios me estaba tentando. Una persona que presenta excusas
procura pasar su culpa a algo o a alguien. Un cristiano, sin embargo, acepta su
responsabilidad por sus errores, los confiesa y pide el perdón de Dios.
A menudo las
Escrituras comparan lo bueno con la luz y lo malo con las tinieblas
Los
cristianos del primer siglo fueron la primera generación en creer en Jesucristo
como el Mesías. Santiago los llama "primicias de sus criaturas". Los
líderes judíos habrían estado conscientes de la práctica de ofrendar lo primero
en madurar de la siembra, antes de la cosecha, como un acto de adoración y
también como una bendición para el resto de la cosecha, Pablo se refiere a
Cristo como la primicia de los que durmieron.
Cuando
hablamos demasiado y oímos poco, comunicamos a los demás que nuestras ideas son
mucho más importantes que la de ellos. Santiago con sabiduría nos aconseja
revertir ese proceso. Ponga un cronómetro mental en su conversación y controle
cuánto habla y también cuánto oye. Cuando alguien conversa con usted, ¿percibe
esa persona que son valiosos sus puntos de vista y sus conceptos?
"Me
siento herido", "No se oyen mis opiniones". Cuando hay
injusticia y pecado, debemos enojarnos porque otros son heridos. Pero no
debemos enojarnos cuando no ganamos una discusión o cuando sentimos que fuimos
ofendidos o que no se nos tomó en cuenta. El enojo egoísta nunca ha ayudado a
nadie.
Santiago nos
advierte que quitemos todo lo que anda mal en nuestra vida y que recibamos
"con mansedumbre" el mensaje de salvación que hemos recibido
("la palabra implantada"), porque solo ella puede salvarnos.
Es muy
importante saber lo que la Palabra de Dios dice, pero es mucho más importante
obedecerla. La eficacia de nuestro tiempo de estudio Bíblico puede medirse por
el efecto que tiene en nuestra conducta y nuestras actitudes. ¿Pone usted en
práctica lo que ha estudiado?
Parece
paradójico que una ley pueda darnos libertad. Pero la ley de Dios destaca
nuestro pecado y nos da la oportunidad de pedir perdón a Dios. (Los cristianos
somos salvos por la gracia de Dios. La salvación incluye libertad del dominio
del pecado. Los creyentes somos libres para vivir como Dios se propuso al
crearnos. Desde luego, eso no significa que seamos libres para hacer lo que nos
plazca. Ahora somos libres para obedecer a Dios.
En el primer
siglo, los huérfanos y las viudas poseían muy pocas fuentes de apoyo económico.
A menos que un familiar no estuviera dispuesto a cuidar de ellos, estaban
condenados a pedir limosna, a venderse como esclavos o a morir de hambre.
Al cuidar de
esos desamparados, la iglesia puso la Palabra de Dios en práctica. Cuando damos
sin esperanza de recibir algo a cambio, mostramos lo que significa servir a los
demás.
Para
mantenernos libre de la contaminación del mundo, debemos consagrarnos al
sistema ético y moral de Cristo, no al del mundo. No debemos conformarnos al
sistema de valores del mundo que se basa en el dinero, el poder y el placer. La
verdadera fe no significa nada si estamos contaminados con dichos valores.
MOSTRAR
FAVORITISMO
¿Por qué es
malo mostrar favoritismo con los ricos?
1. Es contrario a las enseñanzas de
Cristo.
2. Es el producto de malos pensamientos.
3. Menosprecia a las personas creadas a la
imagen de Dios.
4. Es una de las consecuencias de motivos
egoístas.
5. Va en contra de la definición bíblica
del amor.
6. Muestra falta de misericordia con los
menos afortunados.
7. Es hipocresía.
8. Es pecado.
Salutación
Santiago
1:1-27 Santiago, siervo de Dios y del
Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.
La sabiduría que viene de Dios
1:2 Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
1:3 sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
1:4 Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna.
1:5 Y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada.
1:6 Pero
pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del
mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
1:7 No
piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
1:8 El
hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
1:9 El
hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
1:10 pero el
que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
1:11 Porque
cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y
perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus
empresas.
Soportando las pruebas
1:12
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
1:13 Cuando
alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
1:14 sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido.
1:15
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
1:16 Amados
hermanos míos, no erréis.
1:17 Toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
1:18 El, de
su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias
de sus criaturas.
Hacedores de la palabra
1:19 Por
esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar,
tardo para airarse;
1:20 porque
la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
1:21 Por lo
cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con
mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
1:22 Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos.
1:23 Porque
si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al
hombre que considera en un espejo su rostro natural.
1:24 Porque
él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
1:25 Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace.
1:26 Si
alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana.
1:27 La
religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del
mundo.
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