Capítulo 6
Los dos nombres del apóstol Pablo
Los padres de Pablo,
de la tribu de Benjamín, escogieron un buen nombre para su vástago: Saulo, que
fue tomado evidentemente de un notable benjamita: El rey Saúl, quien fue el
primero de los reyes de Israel, Aun el significado del nombre Saulo es hermoso:
Significa “pedido
a Dios” o todavía mejor, “Aquel que ha sido pedido al Señor”. La historia Bíblica nos cuenta que Saúl era un
hombre muy bien parecido y además de gran estatura. Aquí no hablaremos de sus
errores y pecados, ni de su triste final. Sólo diremos que Saulo de Tarso
recibió de sus padres el nombre de un ilustre personaje histórico que fue de la
misma tribu de Benjamín.
En el libro de los
Hechos Saulo aparece por primera vez al final del capítulo siete cuando el
martirio de Esteban. Este hombre vuelve a aparecer varias veces con ese mismo
nombre hasta el capítulo 13.9 donde también por primera vez es llamado Pablo:
“Entonces Saulo, que también es Pablo…”. Ese versículo es interesante: En él se
le llama Saulo por última vez (Por supuesto el nombre “Saulo” aparece en los
capítulos 22 y 26 donde Pablo relata su conversión a Cristo) y en él se le
llama Pablo por primera vez. El apóstol jamás se presentó ya ante nadie con el
nombre de Saulo, de modo que nos queda claro que él quiso que en adelante se le
conociera como Pablo.
Los que leen el Nuevo
Testamento en griego han notado que en ese idioma los dos nombres son casi
idénticos distinguiéndose solamente por una letra: Saulos y Paulos. Al apóstol
le bastó un pequeño cambio para no sólo cambiar de nombre, sino para enfatizar
el cambio en su vida. Ya no más Saulo el perseguidor de los cristianos, ahora
Pablo el cristiano. Luego, mientras que por un lado Saulo era el nombre de un
importante personaje de la historia de Israel, por otro “Pablo” significa “pequeño”. ¡Pablo quiso ser llamado pequeño!
Muchos estudiosos nos
dicen que Pablo se puso su nuevo nombre en honor del procónsul Sergio Paulo, a
quién había apenas convertido (vea los versículos anteriores a Hechos 13.9).
Suena bien, pero no es algo muy convincente. Esa forma de hacer las cosas no
parece encajar muy bien en la personalidad seria, digna y sobria del Pablo que
uno ha llegado a conocer en el Nuevo Testamento.
Otros dicen que Pablo
bien pudo haber tenido siempre los dos nombres, uno hebreo y el segundo griego
que habría recibido de sus padres, y que ahora él decidió dejar el primero y
comenzar a usar el segundo. Podría ser: Aun la expresión “Saulo, que también es Pablo” parecería indicar que él tenía los dos nombres.
Eso además de que se sabe de judíos que tenían dos nombres, uno hebreo y el
otro gentil, por ejemplo Juan Marcos.
Una explicación basada
en el significado de la palabra Paulus, “pequeño” que a mí me gustaría que
fuera correcta es la siguiente:
Pablo siempre se
sintió muy mal al recordar su pasado, digamos su pasado relacionado con Cristo.
Él había sido
perseguidor de los cristianos y al perseguirlos a ellos perseguía a Cristo (“Saulo, Saulo,
¿por qué me persigues?”). Pero el Señor tuvo misericordia de él y lo
salvó. No solamente eso, sino que lo llamó a ser su apóstol.
Ciertas declaraciones
de Pablo, para no hablar de su consecuente entrega total al servicio de Cristo,
muestran que él jamás dejó de maravillarse de cuán misericordioso y amoroso fue
el Señor con él y cuán indigno se sintió de ser el objeto de tanta
misericordia. Aunque nosotros lo consideramos el más grande y fiel de los
cristianos de que se tenga noticia, él veía su caso muy diferentemente: Observe
con cuidado este pasaje:
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo
Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,
habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a
misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de
nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui
recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su
clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.”
Resulta claro que
Pablo se consideraba el más pequeño de todos los siervos de Cristo. A él le
quedaba perfectamente el nombre de Pablo, “pequeño”.
Ahora note este otro
pasaje, que expresa ese sentimiento y en el cual usted tendrá que detenerse en
una palabra que tiene que ver con lo que estamos diciendo:
Es 1 Corintios 15: 8,9 “y al último de
todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de
los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la
iglesia de Dios”.
La palabra interesante
es “pequeño”, que aunque no es la
misma palabra Paulos, lleva también la idea de pequeñez. Varias versiones traducen
“pequeño”, otras “insignificante”, “último”, “menor”. Uno
se pregunta si Pablo habrá notado que la palabra que estaba usando era un
sinónimo de su propio nombre. Una cosa es cierta: el nombre Pablo encajaba
perfectamente con el muy humilde concepto que Pablo tenía de sí mismo.
Pablo pudo tener dos
nombres y decidir ser conocido con el que consideró que le cuadraba mejor ahora
que era un cristiano indigno de todo lo que su amo le había dado. O Pablo pudo
no haberse llamado Pablo antes, pero aprendió que había un nombre gentil, (tal
vez al conocer a Sergio Paulo) muy parecido a su nombre que por su significado
le gustó mucho y lo adoptó.
¿Será?... Lo que si es
cierto es que además de las muchas cualidades que tuvo, el hecho de que Pablo
el cristiano hubiera querido llamarse pequeño, también nos hace ver lo grande
que fue.
Respecto a lo que
expusimos en la nota anterior, opino que no hay razones contundentes para
oponerse a la opinión de "Lucas", autor de los Hechos de los
apóstoles, en su afirmación de que Pablo era ciudadano romano. Por tanto,
aceptamos en principio su afirmación.
A este respecto surge
otra cuestión:
En las cartas
auténticas nunca aparece Pablo con un nombre romano completo compuesto de tres
nombres. Por ejemplo, Marco Tulio Cicerón. A este propósito se ha argumentado
que este hecho –Pablo aparece simplemente con un nombre- es una prueba más de
que no era ciudadano romano. Este argumento no es en sí fuerte, pues la mayoría
de los cristianos, y muchos judíos, de quienes por otro lado se sabe
ciertamente que eran ciudadanos romanos, nunca o casi nunca utilizaban el
nombre triple completo. Probablemente no lo hacían porque la costumbre judía, y
también cristiana primitiva, era acentuar su pertenencia al grupo religioso en
donde el nombre completo desempeñaba ningún papel.
¿Por qué el cambio de Saulo a Pablo?
A lo largo de los
siglos se ha formulado muchas veces esta pregunta. En los Hechos de los
Apóstoles, en los primeros capítulos –del 7 al 13-, aparece siempre
"Saulo" (en griego Saulos como helenización del hebreo Sha'ul), en
total unas quince veces. Pablo no se encuentra nunca en estos capítulos.
De repente en Hechos 13:9 encontramos la siguiente frase: “Entonces
Saulo, que también es Pablo”…, y desde ese momento, de la narración
de la segunda parte de la obra de Lucas desaparece el primer nombre para
encontrar sólo “Pablo”. Y en las cartas auténticas del Apóstol encontramos
también sólo “Pablo”. ¿Por qué?
Saulo parece a veces
como Soulos en la traducción de los LXX. Como es bien sabido, Saúl /Saulo es el
nombre del primer rey de Israel, de la tribu de Benjamín, y Paulos es la
helenización del nombre latino Paulus, que significa literalmente “pequeño”.
La historia de la
investigación sabe que se han formulado muchas hipótesis para responder a esta
cuestión del cambio de nombre y de la falta de explicación. Algunos han llegado
a creer probado que el nombre latino del Apóstol era Gaius Julius Paulus,
porque la familia de Pablo -al recibir la ciudadanía romana después de que hubo
nacido el niño Saulo- había adoptado el nombre de la famosa familia que había
dado al mundo al general Emilio Paulo. Los otros dos vocablos, Gaio Julio, se
los habrían puesto al niño Saulo/Pablo en honor de Julio César, personaje
conocidísimo que tantos beneficios había procurado a los judíos.
También es posible que
si la familia de Pablo/Saulo, aunque libre, procedía de antiguos esclavos luego
liberados (los "libertos"), sus padres hubieran puesto al niño el
nombre del "patrono" de la familia que sería un romano y se llamaba
Paulus.
Todas estas
explicaciones no pasan de ser meras especulaciones, o hipótesis que carecen de
apoyo o fundamento en los textos que conservamos.
Es conveniente que
antes de ofrecer una posible respuesta a la cuestión del cambio de nombre nos
detengamos en un tema previo: ¿Cómo se formaba un nombre romano?
El nombre romano tenía
tres partes. Para explicar su uso tomemos como ejemplo la designación de un
romano famoso: Marco Tulio Cicerón.
- El primer miembro
era el “praenomen” (“lo que está delante del nombre”): por ejemplo, Gaius,
Lucius, Marcus… Corresponde a lo que hoy nosotros llamamos el nombre propio de
cada persona.
- El segundo miembro
era el “nomen”, nombre o “gentilicio”: es la designación según la “gens” o
tribu a la que pertenecía cada uno. Al principio, en la antigua Roma, había
grandes clanes o tribus de latinos dispersos en aldeas del Lacio, que se fueron
congregando poco a poco tras la fundación de Roma, hasta formar el gran pueblo
que fue más tarde. Cada ciudadano recibía como segunda parte de su nombre el
“gentilicio”. En nuestro ejemplo Marco Tulio. Este personaje era por tanto de
la tribu, o gens, Tulio.
- El tercero y último
miembro era el “cognomen” o designación específica -a veces un apodo- con el
que llamaba concretamente a una “familia” dentro de cada gens o tribu. En
nuestro caso Cicerón (literalmente: “el garbanzón”). Esa familia era, pues,
designada como “Los Garbanzones”. A veces este cognomen era un apodo, bien para
la familia entera o para un miembro ilustre de ella.
Por tanto un nombre
romano estaba compuesto de:
Un nombre propio + El
nombre de la tribu + el nombre la familia (a veces un apodo).
Nada que ver, en
principio, con nuestro sistema:
Nombre propio + nombre
de la familia del padre + nombre de la familia de la madre.
En las cartas
auténticas de Pablo sólo aparece como nombre un vocablo: el Apóstol se designa
a sí mismo con una sola palabra, que suena a latina, aunque esté helenizada en
su terminación, Paulos. Nunca se presenta con un nombre completo compuesto de
tres partes. En principio, pues, no sabemos por boca de Pablo cuál era su
nombre completo, ni tampoco si "Paulos" era un praenomen -nombre
propio- o un "gentilicio", como arriba hemos explicado.
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