COMO ENFRENTAR LOS MIEDOS
INTRODUCCION
Miedo, ansiedad, tensión, temor,
angustia.
Estas palabras, en un sentido técnico,
poseen significados diferentes, pero prácticamente se usan en forma
intercambiable para describir al miedo.
Muchos psicólogos designaron al miedo
como uno de los problemas más importantes de nuestros días. Fue denominada la
emoción oficial de la época, la base de todas las neurosis, y el fenómeno
psicológico más difundido de hoy.
A pesar de que el miedo, es tan
antiguo como la existencia humana, las complejidades y la marcha de la vida
moderna nos alertan en cuanto a su cada vez mayor desarrollo e influencia.
El miedo es un componente del
sentimiento humano que interfiere y condiciona el comportamiento.
A medida que la persona percibe avisos
acerca del miedo a determinadas cosas y experimenta los resultados negativos de
alguna de sus propias acciones, se instaura en la persona una sensación de
temor, que la llevará a tomar algunas precauciones en la vida habitual.
Todos hemos experimentado miedo alguna
vez. Pero están quienes se han convertido en esclavos del miedo. Por eso es
necesario conocer la forma en que el miedo perturba nuestra vida.
Este estudio quiere aportar un
análisis acerca de los miedos. Aquellos que habitualmente viven junto a
nosotros y dentro de nosotros, sus causas, consecuencias, como también la forma
de enfrentarlos confiando en aquel que ha vencido todo temor: Jesucristo.
¿QUÉ ES EL MIEDO?
El miedo es una experiencia
desagradable que incluye sentimientos de temor, malestar, preocupación,
angustia y ansiedad, acompañados de una inestabilidad física muy intensa. Puede
surgir como una reacción a un peligro real, o como respuesta a un peligro
imaginario.
Más allá de todos los nombres que esta
experiencia puede llegar a recibir, el miedo no es otra cosa que un
reconocimiento de nuestra debilidad frente a las demás personas y al mundo que
nos rodea; frente a lo desconocido y a nosotros mismos; frente a nuestra
conciencia y a Dios.
Son varios los miedos identificados,
pero vamos a considerar apenas algunos de ellos.
El miedo normal
El miedo no es un temor condenable ni
prohibido. Ignorar el peligro es insensato y errado.
El miedo normal se manifiesta cuando
existe una amenaza real o una situación de peligro. Este miedo es proporcional
al peligro. Cuanto mayor peligro, mayor miedo.
En su expresión normal, el miedo
constituye un elemento fundamental en el aprendizaje de la conducta, y
constituye un excelente mecanismo defensivo del individuo.
Carecer por completo de miedo puede
producir comportamientos imprudentes que posiblemente acabarán con la vida de
quien no tiene temor de nada y de quiénes lo rodean.
El hombre teme fundamentalmente por su
vida y su integridad física, lo que se ha denominado instinto de conservación,
y este es el miedo normal que toda persona posee.
Los miedos o temores normales
constituyen señales de alarma que, tienden a evitar situaciones presumiblemente
peligrosas.
El miedo a una explosión o a una
intoxicación, hace que el individuo cierre la llave del gas; el miedo a un
accidente en la vía pública provoca una conducción cauta y prudente, etc.
También existen circunstancias que,
por desconocidas o porque en sí revisten algún tipo de agresividad para la
persona, producen en ella un cierto nivel de ansiedad o temor.
Dirigirse a un público numeroso,
enfrentarse a una situación nueva o la presencia de ciertos animales
constituyen para la mayoría de la población elementos que disparan, con
distinta intensidad, respuestas de angustia o desazón.
El miedo obsesivo
El miedo neurótico u obsesivo envuelve
sentimientos intensos y exagerados de desesperación y miedo, lo mismo ante un
gran peligro que ante un peligro pequeño o inexistente.
Este miedo, sin ayuda psicológica
especializada, no puede enfrentarse ni tratarse racionalmente, por que son
resultado de conflictos inconscientes.
Entre los miedos obsesivos se destaca
la fobia.
Esta consiste en desplazar el miedo
interno hacia un objeto exterior, ya sea una idea, o una situación simbólica. Pareciera
ser que cualquier cosa puede convertirse en objeto de una fobia.
El miedo y fobia se diferencian
fundamentalmente en su intensidad y en sus repercusiones.
El miedo común suele aparecer ante
circunstancias que objetivamente representan algún peligro real.
Su repercusión en el estado de ánimo
de quien lo sufre generalmente guarda proporción con el peligro que se corre.
Por el contrario, la persona que tiene
fobia, siente una sensación de miedo mucho más intensa, que no guarda relación
con el objeto que lo produce.
Tipos de fobias
Fobias de espacio:
Si éstos espacios son abiertos, se
denomina agorafobia, y si son altos, acrofobia.
En el caso de los espacios cerrados se
habla de claustrofobia, como el que se puede sentir ante una habitación cerrada,
el ascensor, los cines y, en parte, los medios de transporte.
Un variado grupo de fobias forma la
zoofobia, miedos obsesivos a animales como perros, gatos, serpientes, ratones,
insectos y especialmente arañas.
Un tipo de fobias que limita con la obsesión
es el miedo a enrojecer, que es frecuente en la adolescencia. Y también el
miedo a todo tipo de enfermedades, especialmente a las que están de moda; en la
actualidad el miedo al cáncer, los infartos y el SIDA.
Por último, existen fobias impulsivas,
por las cuales la persona teme enloquecer y llevar a cabo actos agresivos,
contra sí misma o contra los demás, especialmente contra los seres queridos.
Síntomas de las fobias
En los casos más agudos, la
sintomatología puede acompañarse de palidez, taquicardia, transpiración,
diarrea, sensación de ahogo.
Cuando intenta reaccionar, el sujeto
puede llegar a presentar reacciones primitivas: movimientos tumultuosos,
temblor, gritos, huida a ciegas, o la conducta de hacerse el muerto, que es una
inhibición motriz, caracterizada por la imposibilidad de moverse y, por lo
tanto, de huir, pudiendo llegar a la pérdida de conciencia.
Cómo enfrentar las fobias
Entre las conductas positivas para
eliminar o reducir el temor, se encuentra por ejemplo buscar la compañía de un
ser vivo, persona o animal, o buscar situaciones más agradables.
Y entre las conductas negativas o de
evitación, están no salir de casa, no ir al cine, no subir a un avión, etc.
La intensidad y la gravedad de las
fobias son muy variables, y abarcan desde situaciones leves ante las que
incluso la persona puede bromear, hasta un grado de sufrimiento muy intenso y
un comportamiento incapacitante.
¿POR QUE TENEMOS MIEDO?
El miedo es una reacción interna a
esas situaciones, por lo que las causas no deben buscarse fuera de la persona,
sino en su interior.
En primer lugar vamos a conocer las
principales causas del miedo en las que se resumen todas las demás. Estas son:
Nuestra insuficiencia
Nos sentimos débiles y limitados por
dos cosas, nuestra insuficiencia humana y las circunstancias de cada día.
El miedo surge por nuestra falta de
capacidad para enfrentar lo que nos sucede.
Esta insuficiencia se evidencia cuando
la persona se conoce y descubre como un ser vulnerable ante el mal y ante la
muerte.
También descubre su insuficiencia
cuando se ve enfrentada con las circunstancias abrumadoras que existen a su
alrededor.
Si el ser humano encuentra la
respuesta a su conflicto interior, conocerse como imperfecto y como ser que
tiene un final, confiará su vida a quien pueda devolverle la confianza y la
capacidad para enfrentar la vida y no temer a la muerte.
Nuestra inseguridad
El futuro produce incertidumbre.
Sentimos inseguridad ante lo
desconocido. No tenemos certeza de nada porque no sabemos siquiera si mañana
estaremos vivos. Por eso algunos buscan seguridad respecto de su futuro en
adivinos y agoreros porque no pueden tolerar el miedo que les provoca lo que
aún desconocen.
El miedo al mañana nos pone en una
situación de inestabilidad presente.
Quien no tiene seguridad respecto de
su futuro no vive en paz. La solución reside en tener asegurado el futuro en
quien realmente es dueño de él: Dios.
Amenazas:
Después de un estudio profundo sobre
el tema, el psicólogo Rollo May concluyó que el miedo es un temor que se
desencadena cuando una persona ve amenazado algún valor que considera esencial
para su existencia.
La amenaza puede ser de la vida física
(amenaza de muerte), o la existencia psicológica (pérdida de la libertad, falta
de objetividad).
Puede constituir también una amenaza a
algún otro valor que la persona identifica con su existencia: (patriotismo,
amor por otro, etc.)
Las amenazas por lo tanto, pueden ser
de varias especies:
Las que surgen ante situaciones de
peligro.
Las amenazas a nuestra autoestima.
Las amenazas de separación y las
amenazas a influencias inconscientes.
Necesidades insatisfechas
Durante muchos años los psicólogos y
otros profesionales intentaron identificar las necesidades básicas de los seres
humanos, y concluyeron en las siguientes:
- Supervivencia (la necesidad de
continuar existiendo).
- Seguridad (económica y emocional).
- Amor.
- Realización personal (alcanzar
objetivos satisfactorios).
- Personalidad (consenso e identidad).
El miedo surge por no poder satisfacer
nuestras necesidades.
Pero, lo que consideramos nuestras
necesidades no siempre son necesidades reales. Muchas veces son caprichos o
deseos que no contribuyen en demasía a nuestro bienestar general sino más a
nuestro ego y al orgullo de querer ser algo más de lo que somos.
Diferenciar bien entre lo que son
auténticas necesidades y aquello que sólo son deseos, puede ayudar a eliminar
muchos miedos y preocupaciones, y dejar de constituirse así en una amenaza a
nuestra persona.
Diferencias personales
Generalmente, las personas reaccionan
de modo diferente a las situaciones que producen miedo.
Algunas personas casi nunca tienen
miedo, otras están intensamente angustiadas todo el tiempo.
Estas diferencias surgen debido a la
personalidad, la sociedad donde vive, el organismo y la fe de cada persona.
Veamos esto.
a) Personalidad:
Casi todo el comportamiento es
aprendido como resultado de la experiencia personal o enseñanza de los padres y
otras personas influyentes.
Como cada uno de nosotros pasa por
experiencias diferentes y tiene puntos de vista diferentes en su observación
del mundo, difiere también en la intensidad y frecuencia del miedo.
Gran parte de nuestro miedo se
desarrolla a partir de cosas que nos suceden en la niñez y que se reactivan
ante circunstancias actuales.
A fin de comprender la naturaleza y
origen del miedo, necesitamos considerar las experiencias de la infancia y de
la niñez que puedan tener reacciones significativas en la relación con los
padres y el ambiente, y que puedan dar como resultado causas primarias de
miedo.
Entre estas causas primarias sobresale
la sensación de inutilidad.
Esta condición simboliza la
dependencia total del bebé hacia sus padres para que lo cuiden, lo protejan y
le den todo lo que necesite.
Si este cuidado se ve amenazado por
enfermedad en la familia, tensiones en el hogar, desarraigo por frecuentes
mudanzas, problemas alimenticios, enfermedad de la madre, descuido, etc., el
niño queda condicionado.
Más adelante, en su vida, este miedo
primitivo puede activarse por condiciones semejantes que amenacen con dejarlo
desamparado, lo que puede convertirse en una fuente de miedo en el adulto.
b) La sociedad:
La inestabilidad política, las
mudanzas que perturban nuestro lugar de residencia, valores que cambian,
transformación de patrones morales y creencias religiosas, provocan inseguridad
y distintas reacciones de temor.
Pero no son las únicas razones para
tener miedo, aunque es cierto que la cultura y las subculturas estimulan el
miedo en algunas personas.
c) Nuestro organismo:
La presencia de un dolor puede
estimular el miedo. Esto se aplica al desequilibrio alimenticio, al mal
funcionamiento neurológico y a los factores químicos en el interior del cuerpo.
El miedo produce reacciones fisiológicas,
pero el organismo también puede contribuir a acrecentar el miedo.
d) Nuestra fe:
Las creencias tienen una gran
influencia sobre el nivel de temor de la persona.
Existen muchas personas que conciben a
un Dios terrible al que temen profundamente, como también muchas culturas que
han desarrollado su religión sobre la base de un Dios justiciero que solo se
dedica a castigar las culpas y requerir ofrendas.
Estos conceptos equivocados acerca de
Dios surgen por el desconocimiento acerca del verdadero Dios que se revela en la Biblia.
Un Dios que infunde miedo, surge de un
corazón lleno de culpas, sin paz, ni esperanza.
Quien tiene cargos de conciencia ante
Dios por haber hecho el mal, es lógico que sienta temor.
Pero quien sabe que Dios perdona los
pecados y da paz por medio de Jesucristo, ve a Dios a partir del amor.
Si Dios es visto como todopoderoso,
lleno de amor y bondad, puede haber confianza y seguridad aún en medio de los
problemas.
COMO NOS AFECTA EL MIEDO
El miedo afecta nuestra persona tanto
física, emocional como espiritualmente.
Cada vez que experimentamos temor es
señal de que algo sucede en toda nuestra persona. Muchas veces nos resulta
difícil identificarlo y finalmente lo reconocemos a través de las consecuencias
que trae a nuestra persona.
De ahí la importancia de conocer las
reacciones que provoca el miedo y ver la manera de enfrentarlo.
Síntomas del miedo
El miedo distorsiona nuestros
pensamientos.
Esta distorsión significa que uno ya
no es capaz de razonar ni ser razonable frente a la vida. El miedo es tan
amenazante que los pensamientos y las percepciones dejan de ser confiables.
El miedo puede destruirnos
físicamente.
Se ha comprobado que el 80% de las
personas que ingresan a los hospitales con paros cardíacos sufren de algún
grave problema emocional.
La verdad es que las emociones, los
pensamientos y el cuerpo están tan entretejidos que lo que afecta un área
también afecta las demás. Veamos algunas reacciones:
a) Reacciones físicas:
Es de conocimiento común que el miedo
puede provocar úlceras, dolores de cabeza, alergia en la piel, y varios
problemas físicos más.
Casi todos experimentamos malestar de
estómago, insomnio, fatiga creciente, pérdida del apetito y un deseo frecuente
de orinar durante los períodos de ansiedad.
Menos visibles son los cambios de
presión sanguínea, aumento de la tensión muscular, digestión lenta y
alteraciones químicas en la sangre.
Si estas cosas son temporarias causan
poco o ningún perjuicio, pero cuando duran mucho tiempo, el cuerpo comienza a
resentirse por esta presión, y esto da origen a dolencias psicosomáticas.
b) Reacciones psicológicas:
El temor reduce el nivel de
productividad, sofoca la creatividad y originalidad, perjudica la capacidad de
relacionarnos con otros, e interfiere con la habilidad de razonar.
Es interesante notar la conclusión de
Rollo May en el sentido de que las personas con mayor nivel de inteligencia y
originalidad son las más propensas al miedo.
Con el tiempo, las personas
inteligentes también consiguen desenvolver métodos más eficaces para dirigir y
controlar su ansiedad.
c) Reacciones defensivas:
Cuando el miedo crece, la mayor parte
de las personas se apoya inconscientemente en actitudes y pensamientos que
hacen desaparecer su dolor y los capacita para enfrentarlo. Esas reacciones
defensivas, incluyen negar la existencia del miedo, pretender que la situación
causante del mismo no existe, culpar a otros por una falta que es realmente
nuestra, racionalizar mediante la explicación lógica de los síntomas y sus causas,
volver a reacciones infantiles, etc..
Uno de los mecanismos mentales que se
emplea en la defensa contra el miedo es la compensación.
Como nos sentimos inferiores, con un
definido sentido de inseguridad, lo compensamos por medio de la hiperactividad.
Otro mecanismo es la negación, que
funciona repudiando ciertas dificultades emocionales que producen miedo.
El desplazamiento es un mecanismo que
se conoce como fobia.
Encontramos fuera de nosotros un
objeto sobre el cual enfocar nuestros temores, pasando por alto lo que nos
produce el miedo interiormente.
La proyección es el proceso mediante
el cual atribuimos a otras personas nuestros propios sentimientos y deseos
emocionales.
La racionalización por su parte, es un
intento claramente consciente de explicar o justificar algo inaceptable.
Engañarse a sí mismo.
Otro mecanismo es la regresión que
consiste en retornar a conductas infantiles. La represión es un olvido
automático de algo que es disgustante o intolerable.
Uno de los más importantes de todos
los mecanismos mentales que se usan para eliminar el miedo es la sublimación.
Un medio por el cual los miedos se
encauzan por canales que son aceptables personal y socialmente. Es una forma de
canalizar adecuadamente la energía.
d) Reacciones espirituales:
El miedo puede motivarnos a buscar la
ayuda Divina, cuando esta, de otra forma, podría ser ignorada.
En ocasiones, cuando vemos amenazada
nuestra vida o la de algún ser querido, es cuando nos acordamos que Dios
existe.
O también, cuando nuestras fuerzas
parecen escasas en relación con los desafíos que tenemos por delante.
Esto no es malo, lo que es malo es que
luego de que el miedo se va, volvemos a creer que solos podemos y nos olvidamos
nuevamente de Dios y su amor.
¿COMO AYUDAR A QUIEN TIENE MIEDO?
No es fácil aconsejar a las personas
miedosas.
Las personas miedosas frecuentemente
nos vuelven miedosos, incluso a quienes estamos tratando de ayudar.
Aconsejar a estas personas, por lo
tanto, exige a quien lo haga, estar alerta y seguro en cuanto a sus propios
sentimientos.
Seguidamente veremos algunas pautas
para ayudar a una persona a superar sus temores.
Reconocer los propios temores
Cuando sentimos miedo en presencia de
una persona con miedo, es prudente hacernos varias preguntas:
¿Por qué estoy ansioso en esta
situación?
¿Mis temores se revelan en quien debo
ayudar?
Cuando consideremos nuestros propios
temores, es posible que obtengamos una percepción mayor de los miedos del otro.
Amar y demostrar amor
El amor fue llamado la mayor de todas
las fuerzas terapéuticas.
Y en ningún caso esto es más cierto
que en la reducción del miedo.
La
Biblia
afirma que el amor echa fuera el temor: "En donde hay amor no hay
miedo" (1ª Juan 4:18).
El medio para expulsar el miedo es
entonces: revestirse de amor.
Amar
es darse. Temer es protegerse.
El amor se mueve en la dirección de
los otros; cuanto más amor, tanto menos miedo.
Y mostrar amor, llevar a las personas
a conocer el amor de Cristo y ayudarlos a experimentar la alegría de amar a
otros, tiene un gran poder terapéutico para expulsar el miedo y la ansiedad.
Identificar las causas
Sería poco realista tener y proponer
como única solución para superar el miedo, que las personan experimenten y
muestren amor.
También es necesario identificar las
causas de sus temores.
El miedo y la ansiedad son emociones
propias del ser humano. Ellas advierten que existen peligros y conflictos
interiores.
No basta con decir a quien tiene
miedo, que se anime o que deje de tener miedo. Debemos ayudarlo en la difícil
tarea de descubrir las fuentes de sus temores para que pueda resolver los
mismos.
Alentar a salir del miedo
El objetivo no es eliminar todo temor,
sino ayudar a la persona a tomar conciencia de la causa de sus miedos y después
aprender a enfrentarlos.
A fin de conseguir esto, se puede
ayudar a la persona a identificar cosas específicas que puede realizar, logros
que debe alcanzar y habilidades a ser aprendidas.
La persona debe ser orientada en el
sentido de confrontar directamente la situación que le produce miedo,
admitiéndola, y adelantándose a pesar de ella.
La persona debe recibir auxilio para
seguir y para moverse a través de la situación que le causa miedo, en lugar de
moverse alrededor o paralizada atrincherarse ante esta situación atemorizante.
El valor no consiste en la ausencia de
miedo, sino en la capacidad de proseguir a pesar del miedo.
Dar apoyo
Como vimos, las personas con miedos no
pueden ser ayudadas por personas tensas e impacientes.
El ayudador, por lo tanto, debe ser calmo,
alentador, y sobretodo, paciente al observar el progreso que a veces se da muy
lentamente.
Pueden existir situaciones en que
realmente nada podamos hacer contra la causa del miedo. En esas ocasiones, es
de especial importancia mostrar un apoyo cordial y comprensivo a esta persona y
aconsejarle consultar con algún psicólogo o consejero espiritual.
COMO VENCER EL MIEDO
Identificar las causas del miedo es
muy importante. No puede negarse que un análisis de los temores y de sus
consecuencias facilita a la persona mayores mecanismos de defensa para
enfrentarlos.
En el caso de las fobias, es
fundamental actuar terapéuticamente sobre éstas para conseguir resultados
adecuados.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento no es la
eliminación del síntoma, pues al hacerlo, aparecería otro nuevo.
Al analizar las causas del miedo se
procura una reestructuración de la personalidad, tratando el miedo de forma tal
que la persona no tenga que recurrir a los mecanismos de defensa habituales.
Toda ayuda siempre debe aspirar a
modificar las causas profundas de la enfermedad y no contentarse con la
eliminación de los síntomas. En este sentido, no basta con la desaparición del
miedo.
El uso de medicamentos ansiolíticos o
tranquilizantes se efectúa para ayudar a dominar la ansiedad en el momento en
que el sujeto se enfrenta con el objeto o la situación temida.
En el caso de los fóbicos, las
personas que lo rodean pueden ayudarle a cambiar su actitud. Muchas veces la
persona obtiene con sus miedos ciertos beneficios secundarios, en términos de
cuidado atención y apoyo.
Por ello, una forma de ayudarlos es
reducir estas recompensas cuando sólo se traten de "mañas".
Normas educacionales
En este sentido es fundamental una
educación basada en la confianza, alejada de los sentimientos de temor.
La mayoría de los padres pretenden que
sus hijos actúen prudentemente, creando un estado de alarma generalizada.
Cuando este tipo de mensajes es
constante, los padres acaban por hacer sentir al niño que vivir siempre es
peligroso.
En la educación se utiliza el temor
como un elemento condicionante. Pero utilizar el miedo como elemento básico
para enseñar al niño a no hacer cosas conduce a desagradables consecuencias
psicológicas.
Raros remedios para el miedo
El psicólogo Vallejo Nájera señala la
existencia de un tipo de neurosis llamada esotérica, que se caracteriza por la
búsqueda de seguridad.
Mientras que en la fobia la persona
busca un objeto hacia el cual desplazar sus temores, en la esoteria busca un
objeto para encontrar seguridad y protección.
Son estímulos que proporcionan
tranquilidad y seguridad a la persona, aunque esta respuesta sea absurda, y la
persona sepa que no existe relación de causa efecto entre los objetos y la
buena suerte o protección.
Estos elementos son talismanes,
amuletos, mascotas o acciones tales como colgar una herradura o tocar madera.
Todo ello está de alguna manera ligado
a la superstición, como evitar el número 13, pasar por debajo de una escalera,
ver un gato negro, etc. Este tipo de comportamiento es común entre la gente.
La diferencia entre los
comportamientos normales y los propiamente neuróticos radica en la forma en que
se viven.
Mientras que las personas normales
critican estos recursos, pero suelen utilizarlos por si acaso, los neuróticos sienten
la inevitable necesidad de usarlos, ya que creen firmemente en su eficacia. Su
necesidad de protección les lleva a comportamientos compulsivos más allá de
todo razonamiento.
Remedios eficaces contra el miedo
a) La esperanza:
La esperanza está íntimamente
relacionada con el futuro, con lo que desconocemos, con nuestra situación
mañana, pasado mañana e incluso más allá de nuestra muerte.
Por lo general, todos nuestros miedos
tienen que ver con la inseguridad que nos produce lo desconocido.
Pero el miedo puede vencerse a partir
de la esperanza, de la seguridad de que el mañana está en manos de Dios.
El hombre no vive de acuerdo a las
leyes de Dios.
Basta observar a nuestro alrededor, y
mirar en nuestro interior la continua inclinación al mal que llevamos para
percatarnos de lo lejos que estamos de Dios.
Por esto vino al mundo el Hijo de
Dios.
Jesucristo abrió un nuevo y único
camino hacia Dios. Vivió una vida perfecta, fue crucificado pero como no tenía
mal en su ser, volvió a vivir.
Con su obra abrió el camino para que
todos tengamos una abundante vida basada en el amor.
No sólo nos abrió el camino a esto,
sino que también nos abrió el camino a la eternidad:
"El que cree en el Hijo, tiene
vida eterna". (Juan
3:36)
Esta esperanza de vida eterna se hace
realidad en el corazón del ser humano por medio del Espíritu Santo, Dios mismo.
Quien quiere habitar en el interior del hombre y luchar dentro de él para que
viva en paz.
Quien cree en Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, vive con una esperanza firme, por que Dios siempre cumple con
sus promesas.
Los miedos existen, pero no la
desesperación, porque el futuro está en manos de Dios, para bien de los que en Él
creen.
La esperanza es la espera tranquila de
un mañana que tendrá sus problemas, pero también sus soluciones.
Esta esperanza no es simplemente una
especie de doping psicológico que nos anima y nos excita emocional y
físicamente. No es un sentimiento producido humanamente.
Es
la confianza basada en el único, bondadoso y poderoso Dios.
b) El Amor:
El amor infunde salud, el amor nos une
y nos ayuda a trabajar juntos en vez de temernos los unos a los otros.
El amor apoya y edifica a los demás ya
que los fortifica y les ayuda a sentirse respaldados ante sus temores de cada
día.
El amor es un remedio infalible para
curar el miedo.
En la Biblia dice: "El
amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo" (1ª
Juan 4:18).
Gran parte de nuestros miedos se deben
a saber que no hacemos bien las cosas y que lo que hacemos trae su consecuencia
mediata o inmediata.
Las cosas mal hechas presuponen un
castigo y esas son nuestra especialidad.
La
Biblia
cuenta que el miedo entró junto con el pecado de Adán y Eva.
Después de haber probado el único
fruto que Dios les había prohibido, se escondieron porque tenían miedo. Habían
hecho algo que no debían.
Este miedo, causado por las maldades
cometidas, es lo que aún hoy nos aleja de Dios.
No queremos saber nada del Creador
porque nuestra conciencia no está tranquila y tememos el castigo.
Pero
nuestros pecados tienen perdón por medio de Jesucristo.
Y conociendo esto y confiando en que
Dios nos perdona, el temor de acercarse a Dios queda superado.
El amor es más que un sentimiento, es
un estado espiritual que surge de un corazón que comprendió que el verdadero
amor no tiene condiciones.
No es "te quiero si...",
sino que es un amor incondicional "te quiero a pesar de...".
Este amor que echa fuera el temor,
proviene de Dios y se manifiesta por medio de Jesucristo. Quien cree en Él, conoce
el amor de Dios y tiene la principal herramienta para vencer el temor: El
perdón de los pecados y la paz de la conciencia.
c) La Fe:
Sin fe, resultaría imposible combatir
el miedo.
Todo lo que nos digan y hagan por
nosotros no tendría valor pues no lo creeríamos. Justamente el miedo surge de
la duda respecto del mañana, de los demás, de las circunstancias.
La inseguridad es causa de miedo, y la
falta de fe causa de nuestra inseguridad. A decir verdad nuestra fe es la que
nos da seguridad para vivir.
En los últimos tiempos la fe de las
personas se ha visto deteriorada por la falta de la verdad. Muchas de las cosas
que oímos son mentiras, promesas falsas, soluciones falsas.
A medida que comprobamos que no son
ciertas se deteriora nuestra fe y ya no estamos dispuestos a creer en nada.
Existen incluso quienes optan por
creer sólo en sí mismos y en lo que viven.
Esta falta de fe de algunas personas y
la sola fe en sí mismos de parte de otras, conduce a una vida sin sentido donde
el miedo es tema de todos los días.
No hacen nada porque todo y todos
fallan, todo sale mal, y de nada sirve.
La fe tampoco puede ser una creencia
torpe y ciega.
La fe debe fundarse en alguien que
existe. En alguien que trasciende los límites del espacio y del tiempo y tiene
incluso soluciones a nuestros problemas más profundos.
La
fe debe fundarse en Dios.
Pero, para creer en alguien hay que
primero conocerlo, y esto también sucede con Dios. Porque si esto no sucede y
la relación no se da, la fe puede estar puesta en una estatua, un crucifijo, o
una idea acerca de Dios, pero no en el Dios vivo y verdadero, Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
Este conocimiento de Dios puede darse
a través de la Biblia,
su Palabra revelada y escrita para que podamos conocerlo tal cual es.
En la Biblia encontramos textos
que nos alientan a confiar en Dios en todo momento y sobre todas las cosas.
d) La Oración:
La oración es una gran herramienta
para combatir el miedo.
La oración es comunicación con Dios.
Un medio eficaz para comentarle a Dios nuestros conflictos personales, pedirle
por nuestras necesidades, recibir fuerzas de su amor, y pedir respuestas a
nuestros interrogantes.
La oración es una herramienta eficaz
para combatir el miedo porque se dirige a Dios y de Él se obtiene respuesta.
Por medio de Jesucristo el creyente
tiene la posibilidad de comunicarse, y el Espíritu Santo es quien intercede
para que esta comunicación sea realidad.
Suena a algo complejo o extraño, pero
es realmente muy simple.
La esperanza, el amor y la fe se hacen
realidad en la oración. Por medio de ella llegan a nosotros y las expresamos
hacia Dios.
COMO PREVENIR EL MIEDO
Confianza en Dios
La persona que aprende a andar en
contacto diario con Dios pasa a hacer suya la frase: "No se lo que el
futuro me reserva, pero se quien controla el futuro".
Esta convicción trae seguridad y
tranquilidad a su vida, cuando otras personas temen por la suya.
La
Biblia
alienta a enfrentar los problemas con confianza, desde la realidad y teniendo
flexibilidad en la toma de decisiones.
Esto capacita a la persona para crecer
y adaptarse a los cambios y al peligro, conservando la confianza en la
soberanía y sabiduría del Dios todopoderoso.
Enfrentar el miedo
Enfrentar las causas del miedo, cuando
y antes de que surja, puede evitar el desarrollo del mismo.
Tal actitud involucra los siguientes
elementos:
- Admitir temores, inseguridades,
conflictos y ansiedades cuando surjan.
- Hablar sobre los mismos con alguien,
regularmente si es necesario.
- Edificar la autoestima.
- Reconocer que la separación y la
soledad duelen.
- Mantener contacto con amigos,
intentar nuevas relaciones con otras personas.
- Buscar la ayuda de Dios y de otras
personas para satisfacer nuestras necesidades.
- Aprender a comunicarse con los demás
y con Dios.
- Leer diariamente la Biblia.
- Participar en una Iglesia.
- Evaluar periódicamente nuestras
prioridades y objetivos de vida.
CONCLUSIÓN
"No
existe mal que dure cien años",
versa un dicho popular, que nos enseña que ningún mal es perpetuo.
Pero existen males, como el miedo, que
pueden durar toda nuestra vida si no hacemos algo al respecto.
Ante esta situación no nos queda otro
remedio que someternos a sus deseos o entablar con él una lucha continua a fin
de vencerlo.
El apóstol Pablo afirmó "A todo puedo hacerle frente en
Jesucristo quien me fortalece" (Filipenses 4"13).
Por eso, si nuestro miedo surge a
partir del desconocimiento del futuro y de la inseguridad que esto nos produce,
sabemos que en Jesucristo tenemos esperanza en la resurrección de los muertos y
en la vida eterna y fe para enfrentar con seguridad las circunstancias que nos
tocan vivir y amor para vencerlo.
Si nuestro miedo surge a partir del
temor a no poder satisfacer nuestras necesidades, en Dios podemos hallar la solución.
La
Biblia
dice "Si Dios no nos negó ni a
su propio Hijo sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿Cómo no
habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?" (Romanos
8:32).
Y si nuestro miedo surge a partir del
temor que nos produce las diferencias que tenemos con otras personas, confiemos
en el amor de Dios.
Él nos ama a todos y nos acepta como
somos. Y en su amor las diferencias no producen temor, sino que nos ayudan a
crecer.
Jesucristo ha vencido el mal y todas
sus consecuencias.
Confiar en Él significa poder enfrentar los males y tener, por medio del
Espíritu Santo, la fuerza necesaria para superarlos.
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