Dios Habla a los Pastores
“Vino a mí palabra de Jehová diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los
pastores de Israel; Profetiza y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el
Señor: ¡Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los
pastores a los rebaños? Ezequiel 34: 1 y 2
Amados en Cristo Jesús: Siempre he exhortado a los cristianos nacidos de
nuevo a ser obedientes a sus pastores, a orar por ellos, por sus esposas y sus
hijos, por sus ministerios, y siempre he recomendado a la obediencia, a la
sujeción de la autoridad.
Hoy yo le pedí a Dios palabra para escribir una reflexión, y Dios me dijo:
Escribe a los Pastores…
El diccionario define la palabra Pastor como: “Persona que: Guarda,
Guía y apacienta el ganado”.
Es responsabilidad de los pastores guardar al rebaño, es decir,
las ovejas, todos aquellos que nos congregamos en el nombre de Jesús.
Guardar es proteger, el Pastor protege a sus ovejas viviendo en
Santidad, siendo obediente a la voz de Dios, y guardando todos sus
mandamientos.
Pues todos sabemos que si la cabeza cae, todo el cuerpo cae.
Los pastores deben guiar a sus ovejas por medio de la Palabra de Dios. No de
doctrinas, no de religiones, no de palabras de hombres, sino de la Palabra de Dios, que es la
lámpara que Dios nos dejó para que no nos perdamos.
Apacentar significa Dar pasto al ganado, pero también significa
Dar alimento espiritual, educar, instruir.
Esta reflexión es un llamado al arrepentimiento a todos aquellos
pastores que no están cumpliendo con Dios, ni con sus ovejas.
“Comes la grosura, y te vistes de la lana, la engordada degolláis,
mas no apacientas a las ovejas” Ezequiel 34:3
Algunos pastores se dejan llevar por la situación económica de sus ovejas,
y sienten cierta predilección por aquellas que tienen mucho dinero, “degollan a
la engordada”.
Dios demanda de esos pastores que apacienten a las ovejas, que les den
alimento espiritual, que no busquen enriquecerse económicamente sino que
busquen apacentar a todas y cada una de las ovejas que Dios puso en sus manos,
a su cuidado.
“No fortaleciste a las débiles, ni curaste la enferma; no
vendaste la de pierna quebrada, no volviste al redil a la descarriada, ni
buscaste la perdida, sino que te has enseñoreado de ellas con dureza y con
violencia”. Ezequiel 34:4
Jesucristo, nuestro buen pastor, nos enseño que el buen pastor
debe dar su vida por sus ovejas. Jesús no lo dijo en el púlpito, Jesús murió
verdaderamente por nosotros.
También nos enseñó que el buen pastor deja a las 99 ovejas y va a
buscar aquella que se le había perdido.
Dios demanda de sus pastores que sean personas obedientes, que
tengan verdadero amor por las almas, que quieran ser instrumentos de Dios para
sanar las heridas de todos aquellos quebrantados de corazón que quizás como
último recurso de su vida, entran a la iglesia a buscar a Dios.
Todo aquel pastor que no ha sido sensible al dolor y sufrimiento
de algunas de sus ovejas, reciba este llamado de Dios.
“Y andan errantes por falta de Pastor, y son presas de
todas las fieras del campo, y se han dispersado.” Ezequiel
34:5
¡Que responsabilidad tan grande tienen los pastores! De cada una de las
ovejas que Dios puso en sus manos, tendrán que dar cuenta.
Que terrible que Dios habla a los pastores, diciéndoles que sus ovejas no
tienen pastor, y son devoradas por las fieras del campo, esto es, el mundo y
sus deseos.
Por ello, yo me maravillo de los buenos pastores, que luchan contra la
corriente del mundo, por guiar a sus ovejas.
Si tu oveja se ha ido, es responsabilidad tuya buscarla, exhortarla al
arrepentimiento y orar por esa persona con gemidos indecibles, pues esto es lo
que Dios estipula que un pastor debe hacer.
Es muy importante que los pastores reconozcan que ninguna persona que ponga
un pie dentro de su iglesia, es por casualidad.
Dios lleva los pasos de cada una de las personas que entran a nuestra
iglesia, y es responsabilidad del Pastor detectar la carencia espiritual y
suplir pan y alimento físico y espiritual, tanto como sea necesario, hasta que
la oveja se fortalezca.
“Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo
collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no
hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas”. Ezequiel 34:6
Amados, aunque esta escritura se aplica perfectamente a los judíos
dispersados por el mundo, también es
aplicable a todas las ovejas que entran a las congregaciones, luego se van y
vuelven al mundo, y no hay nadie que les busque, que les exhorte, no hay pastor
que de su vida por ellas.
Si este es tu caso, por favor, arrepiéntete, y vuélvete a tu Primer amor,
Ese que inflamó tu corazón de amor el día que te hizo el llamado para ser
pastor.
Ezequiel 34: 7-10 “Por
tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: (34:8) Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por
cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de
todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas,
sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas;
Por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová:
Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy
contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de
apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo
libraré a mis ovejas de sus bocas, y no
les serán más por comida”.
Cuantas veces hemos visto pastores que se suben a las estrellas y de ahí
les baja el Señor.
Las ovejas no le
pertenecen al pastor, sino a Dios.
Por eso, amados pastores, busquen la obediencia a Dios por sobre todas las
cosas. Aquel pastor que crea estar
firme, cuídese de no caer.
Pues yo puedo imaginarme lo que es que Jehová Dios de los ejércitos esté
contra uno.
¡Terrible cosa es
caer en las manos del Dios vivo!
Pastores, en el nombre de Jesús yo les exhorto a no caer en las tentaciones
de las riquezas de este mundo, pues Jesús nos alertó que éstas se corrompen y
son polvo, comparadas con las riquezas de nuestro Padre celestial, nuestras
mansiones en los cielos, nuestras riquezas en gloria.
Si hay alguno que no quiere escuchar la voz del Señor, prepárese entonces,
para la caída.
Para todas aquellas ovejas que han sido víctimas de pastores que abusan,
pastores que han dejado a su primer amor para irse en pos de dioses ajenos,
también Dios tiene palabra para ustedes
“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo mismo
iré a buscar a mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce el pastor a sus
ovejas el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas,
y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas en el día
nublado y de la oscuridad”. Ezequiel 34: 11 y 12
Este es un llamado a recordar… Otra vez les digo… Pastores tus ovejas no
son tus ovejas, son las ovejas de Dios, por lo tanto, como buen mayordomo,
algún día darás cuenta de todas las ovejas que tu Patrón puso en tus
manos.
Oveja, cumple con tu papel de ser oveja, dócil y obediente a la voz del
Señor, tu verdadero pastor, y deja que Dios haga justicia, pues suya es la
venganza, no nuestra.
Dios tiene muchas promesas para las ovejas víctimas de pastores
olvidadizos, los pastores que abusan y a aquellos que no recuerdan más para que
han sido llamados.
“Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las
tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de
Israel, por las riberas y en todos los lugares habitados del país. Y en buenos
pastos las apacentaré”. Ezequiel 34:13 y 14.
Amados, recuerden que antes del castigo viene la advertencia, y que antes
de que desfallezcamos, viene la respuesta de Dios.
Si tú estas en una de las dos caras de esta moneda, es decir, si eres
pastor que ha olvidado o desamparado a sus ovejas o a Dios, o tu oveja que ha
sido lastimada, ¡Reconoce las promesas que Dios tiene para ti!
Pues aunque a los pastores no les sea agradable oír la voz de Dios, eso no
cambia en nada la promesa o profecía que Dios hace a los pastores en este
capítulo del libro de Ezequiel, por tanto, yo les exhorto al arrepentimiento, y
a volver a los orígenes, que son la
Palabra de Dios.
Vuelvan a tomar el llamado que Dios les hizo en un momento de sus vidas,
recuperen a las ovejas lastimadas, pidan perdón, sanen las heridas de las
ovejas que van llegando, llénenles de amor y de la palabra de Dios,
apaciéntenlas.
Pues estas son las palabras que Jesús le dijo a Pedro, es decir, a todos
los Pastores:
“Simón, hijo de Jonás, ¿me amas mas que éstos? Le
respondió: Sí, Señor, tu sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta a mis
corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis
ovejas. Le dijo por tercera vez:
Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la
tercera vez: ¿me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tu sabes que te
amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” Juan 21:15-17
Un cordero es el hijo de la oveja. También se define como cordero al hombre
manso, dócil y humilde, como Jesús fue.
Los pastores deben proveer alimento espiritual tanto a las ovejas, como
a sus hijos. Deben pastorear a las
ovejas, y apacentar a los hijos de éstas. ¡Deben dejar a los niños ir a Jesús!
¡Cuanta responsabilidad tienen los pastores delante de Dios! Por eso, exhorto a toda oveja a orar por sus
pastores, para que Dios les ayude a cumplir con la comisión que Jesucristo les
dejó, por medio de estas duras palabras que habla a Pedro: Si el pastor ama a
Jesús, debe obedecerle. El buen pastor es el que su vida da por las ovejas.
“Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres
sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor”. Ezequiel 34:31
¡Que el Dios de los ejércitos haga resplandecer su Rostro sobre ti! Que su
palabra penetre hasta las coyunturas de todo aquel que necesite en esta hora
escuchar a Dios hablar, es mi oración.
Que Jesús nos lleve de su mano por nuestro andar por la tierra es mi deseo
como pastor, y que nunca nos apartemos del camino que Dios ha trazado para cada
uno de los que leen estas reflexiones, en Cristo Jesús, así sea.
¡A Él sea la honra, honor y majestad!
Que el Dios de paz de luz y de amor derrame su
Santo Espíritu sobre ti y haga resplandecer su Rostro sobre toda tu obra y
derrame abundantes Bendiciones en tu congregación, hogar y familia.
Amen