AGUA
DE LA ROCA
El pueblo de Israel, debido a su temor
y ansiedad, "tentaron a Jehová" Éxodo
Capitulo 17. Airados, y temiendo morir de sed en
ese desierto caliente, amenazaron con apedrear a Moisés. La crisis apenas se
describe en sus rasgos esenciales, pero el momento sin duda fue crucial. Quedó
por cierto marcado en la historia del pueblo. Siglos más tarde, el Señor
recordó a Israel este acontecimiento, por medio del salmista David:
En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondí en lo
secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba. Salmo 81:7.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, las condiciones de un pequeño poblado cristiano en la isla de
Bougainville, desmejoraron en forma alarmante. Japón controlaba las islas del
norte del archipiélago de las Islas Salomón. Como estaban escasos de alimentos,
invadían los huertos locales tan pronto como los productos comenzaban a
madurar.
Cuando comenzaron a darse casos de combate entre los habitantes
locales y los invasores, los aldeanos comenzaron a temer por sus vidas. Los
dirigentes cristianos recordaron una alta meseta situada en una de las cadenas
de montañas. Una noche, los habitantes de la aldea desaparecieron en la jungla
sin hacer ruido.
La fortaleza de la montaña los mantuvo escondidos, y parecía que
sus provisiones les durarían hasta que sus hortalizas y sembrados les
comenzaran a producir.
A medida que la estación seca avanzaba, la provisión de
agua comenzó a escasear. Los aldeanos buscaron una vertiente, y encontraron un
lugar húmedo al pie de una pared rocosa. Se reunieron alrededor, y oraron para
que saliera agua de la roca. Cuando terminaron de orar, contemplaron asombrados
cómo la humedad aumentaba en forma paulatina, y luego la roca comenzó a gotear.
Pronto todos pudieron comenzar a llenar de agua sus jarrones.
Durante más de
dos años, esa vertiente continuó goteando sin cesar; suplió así todas sus
necesidades.
Jesús vio su oportunidad en la
desesperanza humana. Los que no podían hallar esperanza para si mismos,
encontraron esperanza en Él.
Tenemos el derecho de buscarle cuando estamos en
dificultad. El agua que fluye en respuesta a nuestra necesidad puede ser tan
práctica como las aguas de Horeb, que calmaron la sed del pueblo, o tan
intangible como el reavivamiento de nuestra fe y la renovación de nuestra
esperanza.
"Aquel en quien mora Cristo tiene dentro de si una fuente
eterna de gracia y fortaleza y de su interior brotarán torrentes de agua viva".
simepre es reconfortante la palabra del Señor, gracias, aquí se aprende mucho!
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