El Propósito de la Tribulación Vs. La Naturaleza de la Iglesia
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en
que el Hijo del Hombre ha de venir
Mateo 25:13
Todas
aquellas personas que se espantan con el estudio de la profecía, son diestros
para citar este versículo como una excusa para no hacerlo.
Pero antes en
el mismo pasaje, el Señor le había advertido a todo aquel que lee Su palabra
profética que la entienda (Mateo 24:15).
Además, el
Apóstol Pablo escribió que los eventos que llevan al final de la era no
deberían tomar desprevenidos a los creyentes (1 Tesalonicenses 5:4)
dando por sentado que debemos estar familiarizados con ellos.
Puesto que la
Biblia no puede contradecirse a sí misma, estos pasajes deben haber estado
dirigidos a diferentes públicos. Y ciertamente, un vistazo más detenido revela
que tanto el momento implicado como la audiencia en estos dos pasajes de Mateo
son diferentes. En Mateo 25:13 el Señor le está hablando solamente a la
gente que permanece en la tierra en Su Segunda Venida, mientras que en Mateo
24:15 Él está incluyendo a todas las personas que leerán el pasaje. Y por
supuesto, en 1 Tesalonicenses 5:4 Pablo se está dirigiendo a la Iglesia.
Lo que el
Señor (Mateo 24:15) y Pablo (1 Tesalonicenses 5:4) están diciendo
es que así como no sabremos el momento exacto de las cosas, sí debemos entender
la secuencia de los eventos que nos llevan al Día del Señor. Y quizás, ningún
evento en esa secuencia ha producido más controversia que el Rapto de la
Iglesia, especialmente en lo que se relaciona a la gran tribulación.
Me parece a
mí que lo primero que debemos hacer al tratar de obedecer la orden del Señor de
entender todo esto, es que aclaremos dos cosas:
Una, el
propósito de la Gran Tribulación, y
Dos, la
naturaleza de la Iglesia.
El
Propósito de la Gran Tribulación
La frase la
Gran Tribulación se refiere a un evento específico y no a una condición
general. Así como el Señor les advirtió a Sus discípulos que tanto ellos como
nosotros experimentaríamos tribulación como una condición general en este mundo
(Juan 16:33), Él con toda claridad identificó la Gran Tribulación como
que tiene un comienzo y un final específicos. Comenzará cuando la abominación
que causa desolación, y que fue predicha por el profeta Daniel, se levante en
el Templo (a la mitad de los últimos siete años de la historia) y terminará
justo antes del retorno del Señor, tres y medio años después (Daniel 9:24-27
& Mateo 24:29-30).
La profecía
de Daniel es evidentemente judía en perspectiva como también lo es la Gran
Tribulación. En el Antiguo Testamento se le llama Tiempo de Angustia para
Jacob, hasta que el Señor acuñó su nuevo nombre en Mateo 24:21, pero es en el
Antiguo Testamento en donde su propósito se explica.
Preguntémosle
a Jeremías
Específicamente,
la explicación la encontramos en Jeremías 30:1-11. Leámosla.
Palabra de
Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Así habló Jehová Dios de Israel,
diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he
aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi
pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus
padres, y la disfrutarán.
Estas,
pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá. Porque así
ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. Inquirid
ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las
manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos
todos los rostros
¡Ah, cuán
grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia
para Jacob; pero de ella será librado.
En aquel
día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé
tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que
servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
Tú, pues,
siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he
aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra
de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien
le espante.
Porque yo
estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones
entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré
con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
En este
pasaje se predice ese evento, se explica su propósito, y el momento en que
sucede queda claro. Veamos primero el momento. Según el versículo 3 esto se
llevará a cabo después que Israel es reunido en la tierra, y el versículo 9
dice que el resultado será que David se convertirá en su Rey otra vez, lo cual
es un a referencia Mesiánica.
Desde que
este pasaje fue escrito, ha habido dos reuniones de Israel en su tierra, pero
la primera, que dio inicio en el año 535 a.C., no dio como resultado que David
fuera su Rey. De hecho, hasta este día los israelitas no han tenido un rey
legítimo del todo desde el año 600 a.C. Tampoco fueron completamente destruidas
todas las naciones entonces.
La segunda
reunión empezó en el año 1948 d.C. y continúa hasta este día. A pesar de que la
población de Israel se mantiene en aumento, también lo hacen las poblaciones
judías en todas las naciones en las que fueron esparcidas, y aun hay más judíos
fuera de Israel de los que se encuentran en la tierra. Todo eso pronto va a
cambiar cuando el Señor llame a Su pueblo a retornar a la Tierra Prometida
después de Su victoria en la batalla predicha por Ezequiel. (Ezequiel 39:28).
Y ahora su
propósito. “Y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí;
pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna
manera te dejaré sin castigo” (Jeremías 30:11). La idea es que
Israel tiene que ser purificado para recibir a su Rey venidero, y las naciones
que rechazaron al Rey y persiguieron a Su pueblo serán destruidas.
Entonces, el
propósito de la Gran Tribulación es doble; disciplinar (purificar) al pueblo de
Israel para que esté preparado para recibir al Mesías venidero, y destruir
completamente a las naciones en las cuales fue esparcido y que lo rechazaron a
Él.
La
Naturaleza de la Iglesia
Según la
carta de Pablo a los Efesios, la Iglesia no es ni más ni menos que una nueva
raza humana, que sale de entre judíos y gentiles pero que no comparte su
destino con ninguno de los dos (Efesios 2:15-16).
El problema
siempre ha sido que Dios nunca ha podido morar entre Su creación. Nuestros
pecados eventualmente siempre lo han alejado de nosotros. En la cruz Él
reconcilió todas las cosas para Sí, tanto las que están en la tierra como las
que están en los cielos (Colosenses 1:19-20). Esto significa que, por
primera vez, Él ahora ya está en paz con Su creación desde la caída del hombre.
Él hizo esto al pagar el precio por todos los pecados de la humanidad. Ahora,
para cada persona que lo acepte, está disponible un perdón por su
comportamiento pasado, presente y futuro, y es gratuito con solo pedirlo.
Usted es
un Ejemplo Perfecto de lo que Estoy Hablando
Al aceptar
este perdón cada persona queda calificada, joven o vieja, judía o gentil, buena
o mala, para convertirse en una nueva creación (2 Corintios 5:17).
Cuando lo hacemos, le permitimos a Dios que nos mire como si estuviéramos sin
pecado del todo, y de hecho, como si nunca hubiéramos pecado. Eso también
requiere que la humanidad sea dividida en tres grupos: Judíos, Gentiles y la
Iglesia (1 Corintios 10:32).
Es un asunto
crítico que comprendamos la perspectiva de Dios en esto, porque es muy distinta
a la nuestra. Para Él, la iglesia no tiene pecado, es santa y pura, y lo ha
sido desde la cruz. Cualquier pecado que hayamos cometido como individuos (o
que cometeremos) ha sido perdonado y olvidado. Es como si nunca ese pecado
hubiera sido cometido (Efesios 1:4-8). En la cruz, la Iglesia se
convirtió tan pura y santa como el mismo Dios (2 Corintios 5:21),
habiendo sido hecha perfecta para siempre (Hebreos 10:14). Finalmente
Dios tiene un pueblo con el que Él puede vivir en paz. Debido a que el Hombre
del cielo estuvo de acuerdo en equiparse para la tierra, las personas de la
tierra ahora están equipadas para el cielo.
La naturaleza
de la Iglesia es ser como si no tuviera pecado. Como dijo Pablo, somos como una
virgen pura (2 Corintios 11:2), sin mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino santa y sin mancha (Efesios 5:27). Nosotros hemos sido lavados de
nuestros pecados en la propia sangre del Señor (Apocalipsis 1:5).
(Recientemente
he podido observar un resurgimiento del punto de vista de que no todos los
cristianos heredarán la vida eterna con el Señor, sino solamente aquellos que
son juzgados dignos por sus obras. Este punto de vista sostiene que mientras
que son salvos, algunos creyentes nacidos de nuevo en realidad van a compartir
el destino de los incrédulos, y serán lanzados a las tinieblas de fuera y
alejados de la presencia del Señor para siempre. Los proponentes de este punto
de vista demuestran una ignorancia asombrosa de la Teología del Nuevo
Testamento como se ha resumido en los versículos que se han citado aquí.)
¿Cuál es
el Punto?
Primero, al
no necesitar de la purificación, ningún propósito se cumple al hacer que la
Iglesia pase a través de la Gran Tribulación. Y aun si la purificación fuera
necesaria, ¿cómo es que el sufrimiento de una generación de creyentes puede
llegar a ser útil para purificar a todas las demás generaciones de creyentes
que nos han precedido?
En el caso de
Israel las generaciones desde la cruz están perdidas por haber rechazado al
Mesías. La disciplina de la última generación tiene la intención de llevarlos
finalmente a esa realización y abrir sus ojos y sus corazones a Jesús para que
el remanente del pueblo de Dios pueda ser preservado (Zacarías 12:10-13).
Pero todas
las generaciones de la Iglesia han muerto en la esperanza de pasar la eternidad
con el Señor como la Biblia se los prometió. ¿Es que es solamente nuestra
generación la que recibirá esta promesa y luego únicamente después de pasar por
la purificación de Israel? Por supuesto que no.
Segundo, el
foco de la Gran Tribulación es judío y el foco de Dios parece ser ya sea Israel
o la Iglesia, pero nunca ambos. (Esto lo explicó Jacobo en Hechos 15:12-18
y también Pablo en Romanos 11:25-27.) Si ustedes adoptan este punto de
vista, como lo hago yo, de que la Batalla de Ezequiel 38 sucede antes de la
Gran Tribulación, y se den cuenta que uno de los resultados de esa batalla es el
de que Israel se vuelva a Dios (Ezequiel 39:28-29), entonces ustedes
sabrán que los días de la iglesia en la tierra terminarán en ese mismo momento.
El hecho de que Israel exista de nuevo es una señal importante de que el fin
está cerca.
En Resumen
Por supuesto,
las Escrituras prometen que la iglesia no estará presente en la Tierra durante
la Gran Tribulación, lo cual hemos cubierto en detalle en otros estudios sobre
el Rapto.
Mi intención
en este estudio no es el de repasar esos otros estudios, sino lograr lo
siguiente:
1.- Demostrar
que el propósito de la Gran Tribulación es el de disciplinar a Israel y
destruir completamente a las naciones que lo maltrataron y que rechazaron al
Mesías, y
2.- mostrar
que la Iglesia no tiene necesidad de ser purificada o disciplinada, y por
consiguiente nuestra presencia aquí durante ese período estaría en oposición
directa a nuestra naturaleza como la ve Dios.
Debido a
esto, Dios ha prometido remover a la Iglesia mucho antes de que inicie la Gran
Tribulación. En 1 Tesalonicenses 1:10 y 5:9, Pablo dijo primero que la
Iglesia será rescatada de la ira de Dios y luego porque la iglesia no está
puesta para la ira. Ya para Apocalipsis 6 Su ira habrá llegado. La preposición
griega traducida ‘de’ en 1 Tesalonicenses 1:10, significa ser librados
del tiempo, lugar o de cualquier relación con el evento. La Iglesia será
rescatada del tiempo, lugar y de cualquier relación con la ira de Dios. Esta
promesa también se había hecho 750 años antes en Isaías 26:20 y aún está
vigente. Selah