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miércoles, 1 de octubre de 2014




¿QUE ES LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR?

El propósito de la Transformación  Interior

Como cristianos, todos hemos tenido la experiencia descrita de manera dramática por San Pablo en su carta a los Romanos capitulo. 7

20] Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mía sino del pecado que habita en mí.
[21] Ahí me encuentro con una ley: cuando quiero hacer el bien, el mal se me adelanta. [22] En mí el hombre interior se siente muy de acuerdo con la Ley de Dios, [23] pero advierto en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi espíritu, y paso a ser esclavo de esa ley del pecado que está en mis miembros.

Lo que aquí descubrimos es lo siguiente:

a) Concientemente yo quiero seguir el camino de Dios
b) Espiritualmente me deleito en la presencia de mi Señor
c) Subconscientemente mi estructura de carácter, está incapacitada para responder al llamado de Dios al unísono con todo mí ser.
Esta descripción de la lucha interna, corresponde a la enseñanza del mismo Pablo; que el ser humano está constituido por cuerpo, alma y espíritu.

Esta es la realidad de la mayoría de nosotros, ciertamente en Cristo somos nuevas criaturas; pero nos queda por delante el camino de nuestra santificación. Que es simplemente el proceso de morir a nosotros mismos, de manera que en todas esas áreas oscuras de nuestro corazón; pueda irse manifestando la luz admirable de la Gracia de Dios.
Repitiendo el concepto de la reflexión anterior; podemos decir que nuestra estructura de carácter fue moldeada por todo lo que recibimos y vivimos en nuestros años formativos.

¿Que camino seguir, para que la salvación de Jesús, alcance esas áreas de mi vida?

Dios tiene infinitas maneras de transformarnos, pero en esta ocasión descubriremos un camino; el cual basado en su Palabra nos guíe en este proceso de santificación.

Muchos tenemos la tendencia de llamar a este proceso “Sanación Interior”,
Sin embargo no importa el nombre que se le dé, lo importante es que el concepto sea entendido y aplicado.

La palabra Sanación sugiere que algo que estaba roto o arruinado puede ser reparado; pero debemos aclarar que el Señor no tiene intenciones de reparar nuestra alma (estructura de carácter) Jesús decía que eso sería similar a poner un remiendo nuevo en un vestido viejo.
Dios tiene una sola y categórica respuesta al pecado:
“El alma que peca morirá “ Éxodo 18,4

La buena nueva de nuestro Señor Jesucristo es que El, por nosotros se hizo pecado venciendo a la muerte en la cruz liberándonos así del pago establecido por Dios para todo aquel que peca. Pero de nuevo repetimos, la cruz no es automática; sino que requiere una acción totalmente voluntaria y consiente del pecador, (conversión) para recibir las Bendiciones del sacrificio del Señor Jesús quien pagó por nosotros.

Por eso cuando encontramos en nosotros una estructura pecaminosa, no basta únicamente verla, dolerse o perdonar, sino que también debemos llevarla a la muerte en la cruz del Señor Jesús. Romanos 6,11.
 
El propósito de Dios es destruir nuestros hábitos carnales y reemplazarlos con nuevas estructuras que nacen del corazón mismo de su hijo resucitado.
Por tanto “no hay sanación del alma” lo que hay es muerte y resurrección a una nueva vida.
 Sin la cruz no existe transformación ( o sanación si así se le quiere llamar).
El camino a la vida es el camino a la muerte (de si mismo). Juan 12, 24

Algunos se refieren a este proceso como:
Sanación de las emociones dañadas.
Sanación de memorias.
Sanación del corazón.

Ninguno de estos términos es adecuado ya que no estamos confortando ó sanando un desequilibrio emocional, sino que estamos evangelizando, santificando y transformando nuestra naturaleza caída; en la naturaleza del Señor, de manera que la Iglesia entera llegue a su madurez y así alcanzar la estatura de Cristo. Efesios 4,13-15.

Pasos a seguir para iniciar el proceso

Básicamente el proceso se lleva a cabo cuando nos escuchamos el uno al otro, hasta que Dios nos permite ver lo que hay en nuestra naturaleza que necesita encontrar la muerte en la cruz.

En muchas ocasiones nuestro ser exterior piensa que ya perdonó; pero a través de diálogo, consejería y oración, descubrimos que ese perdón aún no es completo; principalmente cuando lo damos a aquellos seres, los cuales jugaron un papel determinante en nuestros años formativos.

Es posible que patrones de conducta adoptados en nuestra infancia, aun nos hacen actuar de manera infantil 1ª Corintios 13, 11; ó quizá sea alguna raíz de amargura que ha retoñado y nos hace contaminar a otros y cosechar dañinas consecuencias, las cuales no podemos ni siquiera explicar a no ser después de entrar en un proceso de oración y consejo.

A) – Ver
   
Descubrir y aceptar la existencia de viejas emociones (celos, envidia, resentimientos etc.) y estructuras defectuosas de carácter en nuestro corazón (egoísmo, insensibilidad, venganza, vanidad, etc.)

Siendo este el primer paso, es aquí donde experimentaremos dos situaciones especiales:

Resistencia de volver a vivir aquellos momentos, que pudieron ser muy dolorosos.
Recordemos que desde niños hemos aprendido a levantar murallas de protección contra daños y abusos (Corazones de piedra); al mismo tiempo que nos hacíamos juramentos de tomar ciertas actitudes para que esas situaciones no se repitieran (los votos internos).

En casos de conducta compulsiva ó negación sistemática, se podrá sospechar alguna acción demoníaca tratando de bloquear la acción de Espíritu Santo...
Por tanto es conveniente tener un momento de oración, invocando el poder liberador de la Sangre del Señor Jesús.

B) – Arrepentirse

Los psicólogos afirman que nosotros estamos condicionados por lo que nos pasó en nuestra niñez, en esencia eso es echar la culpa a nuestros padres. Pero nosotros como cristianos podemos asumir la total responsabilidad de cómo vamos a reaccionar ante todo lo que nos sucedió.
Veamos un pequeño ejemplo:

Si mi padre me abandonó cuando niño; y por falta de un modelo masculino en mi vida, soy una persona con grandes problemas para aceptar disciplina, ya sea en mi hogar, mi comunidad ó en mi trabajo. Ningún bien resultará si me paso echando culpas a otras personas  “Yo soy así por culpa de mi papá”.
Es necesario que llegue a reconocer como un verdadero problema mi conducta, y resuelva ser diferente.
De nada servirá identificar los pecados de la infancia, si no hay arrepentimiento.

El arrepentimiento no es un sentimiento ni un barril de lágrimas.

Arrepentirse es el dolor de haber ofendido a otros debido a lo que está arraigado en nuestro corazón; y por lo que hemos hecho.
Es la disponibilidad de morir a lo que somos y hemos sido, y permitirle a Dios que cambie nuestro ser; para trasformarnos en lo que Él quiere que seamos.

C) – Ir  a la Cruz

No basta ver mi pecado y sentirme acongojado, tampoco basta perdonar y ser perdonado.
¡No! los hábitos que hemos formado en reacción a todos aquellos que nos han dañado deben venir a la cruz.
El siguiente paso es orar (de preferencia en voz alta) y de manera específica, por todo aquello por lo cual necesitamos ser perdonados, y así traer a la cruz cualquier patrón de conducta que hemos podido ver.  Colosenses 3, 9-10

Aun así estas prácticas no mueren fácilmente, se deberá pedir al Señor que nos conceda perseverancia y paciencia; para sostener estas cosas al pie de la cruz, hasta que mueran y ya no ejerzan control sobre nuestros actos y emociones.

Por tanto para que la crucifixión de nuestros hábitos pecaminosos sea verdaderamente efectiva, se requiere de nuestra parte, tener la voluntad de dejarlo ir; y desear ser la tierra fértil que pueda guardar la semilla y dar abundante fruto. Lucas 8, 5-15.

D) – Amar para traer a otro a la vida

San Pablo en su carta a los Gálatas les decía “mis hijos por quienes estoy de nuevo en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en Uds.” Gálatas 4,19

Indicando así que el proceso de alcanzar la madurez en Cristo no sucede sin contratiempos.
Crecemos, alcanzamos una victoria, luego nos caemos, nos levantamos, volvemos hacia atrás y así sucesivamente.

Esa es la verdadera razón por la cual necesitamos formar con nuestro cónyuge una auténtica comunidad orante centrada en Cristo, también participar de un grupo de apoyo ó grupo de oración que nos ayude, en donde hayan hermanos que sean capaces de caer de rodillas para interceder por nosotros, hasta que alcancemos cierto grado de madurez y libertad y podamos ayudar a otros a iniciar su proceso, mientras nosotros continuamos el nuestro.

Debemos estar advertidos que, cuando alguien no quiere transformar su manera de ser y actuar; tenderá a criticar y atacar a todo aquel que trate de ayudarle y amarlo a la vida.
 No por esto dejaremos de interceder y amarlo hasta ver en esa persona, la misma imagen de Cristo.

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