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martes, 18 de octubre de 2011

El Sufrimiento

Job

Al leer el libro de Job, contamos con información que los protagonistas de la historia no tenían. Job, el personaje principal del libro, pierde todo lo que tenía sin haber cometido falta alguna. Mientras lucha por entender por qué le está sucediendo todo esto, se hace evidente que no conocería las razones. Enfrentaría la vida sin respuestas ni explicaciones. Solo entonces se desarrollaría plenamente su fe. Debemos experimentar la vida como lo hizo Job: un día a la vez y sin respuestas completas para todas las preguntas de la vida. ¿Confiaremos nosotros en Dios, como lo hizo Job, sin importar lo que suceda? ¿O nos rendiremos ante la tentación de decir que realmente no le importamos a Dios?

La ubicación de la tierra de Uz es incierta. Solo sabemos que Uz tenía muchos pastizales y campos de cultivo, que estaba localizada cerca de un desierto, y estaba lo suficientemente cerca de los sabeos y de los caldeos como para ser atacada.
Además de en Job, se menciona a Uz en Jeremías 25:19-20. La mayoría de los eruditos piensan que Uz estaba localizada al este del río Jordán, cerca de Canaán (Israel), donde vivían los judíos (aquellos a quienes Dios se les había revelado antes).

Cuando vemos calamidad y sufrimiento en el libro de Job, debemos recordar que vivimos en un mundo caído donde no siempre es recompensado el buen comportamiento ni castigadas las malas acciones. Cuando vemos prosperar a un notorio criminal o a un niño inocente sufrir, decimos: "Eso está mal". Y lo está. El pecado ha torcido la justicia y ha hecho que nuestro mundo sea imprevisible y feo.
El libro de Job nos muestra a un buen hombre sufriendo sin ninguna razón aparente. Tristemente, nuestro mundo es así. No obstante, la historia de Job no termina en la desesperación. A lo largo de la vida de Job podemos ver que tener fe en Dios tiene sentido, aun cuando nuestras situaciones parecen no tener esperanzas. La fe basada en recompensas o prosperidad es una fe hueca. Para ser firme, la fe debe ser edificada sobre la confianza de que se llevará a cabo el propósito supremo de Dios.

No se sabe con certeza, pero probablemente Job vivió durante los días de los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob) antes de que Dios diera su Ley o designara a los sacerdotes como líderes religiosos. Durante los días de Job, el padre de familia era el líder religioso. Debido a que no había sacerdotes que lo instruyeran en las leyes de Dios, Job actuaba como el sacerdote y ofrecía sacrificios a Dios para pedir perdón por los pecados que él y su familia habían cometido. Esto significa que Job no se consideraba a sí mismo como alguien que no pecaba. Job hacía esto por convicción y por amor a Dios y no únicamente porque era su obligación como cabeza del hogar. ¿Llevamos a cabo los deberes espirituales debido a que se espera que los hagamos, o nos brotan de una manera espontánea desde un corazón devoto?

Job mostró una gran preocupación por el bienestar espiritual de sus hijos. Temeroso de que hubieran pecado por ignorancia, ofrecía sacrificios por ellos como parte de sus celebraciones de cumpleaños. Los padres de familia de la actualidad pueden mostrar el mismo interés al orar por sus hijos. Esto significa "sacrificar" algún tiempo cada día para implorar que Dios los perdone, los ayude a madurar, los proteja y los auxilie para llevar una vida agradable a Él.

La Biblia habla de otros concilios celestiales en donde los ángeles planean sus actividades en la tierra y donde se requiere que los ángeles den cuenta de sus acciones (1 Reyes 22:19-23).
Debido a que Dios es el Creador de todos los ángeles, tanto de los buenos como de los malos, tiene el poder y la autoridad total sobre ellos.

Satanás era originalmente un ángel de Dios, sin embargo, su propia soberbia lo corrompió. Ha sido malo desde su rebelión en contra de Dios (1 Juan 3:8). Satanás considera a Dios como su enemigo. Trata de obstaculizar la obra de Dios en la gente, pero está limitado por el poder de Dios y sólo puede hacer lo que le es permitido (Lucas 22:31-32; 1ra. Timoteo 1:19-20; 2da. Timoteo 2:23-26).
A Satanás se le llama el adversario, o el acusador porque busca activamente a las personas para atacarlas con la tentación (1ra. Pedro 5:8-9) y porque quiere hacer que la gente odie a Dios. Esto lo lleva a cabo por medio de mentiras y engaños (Génesis 3:1-6). Job, un hombre justo e irreprochable que había sido grandemente Bendecido, era el blanco perfecto para Satanás. Cualquier persona que esté comprometida con Dios debería esperar los ataques de Satanás. Este odia a Dios y también a su pueblo.

De esta conversación que encontramos en Job 1:6-12, aprendemos mucho sobre Satanás. (1) El debe rendir cuentas ante Dios. Todos los seres angelicales, buenos y malos, tienen obligación de presentarse delante de Dios (1:6). Dios sabía que Satanás quería atacar a Job. (2) Satanás puede estar sólo en un lugar a la vez (1:6,7). Sus demonios lo ayudan en su trabajo, pero como ser creado es limitado. (3) Satanás no puede penetrar en nuestra mente o predecir el futuro (1:9-11). Si pudiera, hubiera sabido que Job no se quebrantaría bajo presión. (4) Debido a que Satanás no puede hacer nada sin el permiso de Dios (1:12), la iglesia puede vencer sus ataques por medio del poder de Dios. (5) Dios siempre pone limitaciones a lo que Satanás puede hacer (1:12; 2:6). La respuesta de Satanás a la pregunta de Dios (1:7) nos dice que Satanás es real y muy activo en la tierra. Saber esto acerca de nuestro adversario debe hacer que permanezcamos cerca del único que es mayor que él: Dios mismo.

Algunas personas sugieren que este diálogo fue inventado por el autor de este libro. ¿Pudo haberse llevado a cabo realmente esta conversación entre Dios y Satanás? Otros pasajes Bíblicos nos dicen que Satanás tiene, indudablemente, acceso a Dios (véase Apocalipsis 12:10). Recuérdese que según Zacarías 3:1-2 incluso fue ante la presencia de Dios para hacer acusaciones en contra de Josué, el sumo sacerdote. Si esta conversación no se llevó a cabo, entonces las razones del sufrimiento de Job no tienen sentido y el libro de Job no es más que una ficción.

Job era un modelo de confianza y obediencia a Dios. Por lo tanto, Dios permitió que Satanás lo atacara de una manera especialmente severa. Si bien Dios nos ama, nuestra fe y obediencia a Él no nos protegen de las calamidades de la vida. Los reveses, las tragedias y las penas golpean de igual manera a los cristianos como a los inconversos. Pero en medio de esas pruebas, Dios espera que expresemos nuestra fe al mundo. ¿Cómo responde usted a los problemas? ¿Le pregunta a Dios "por qué yo"? ¿O le dice "¡úsame!"?

Satanás atacó las motivaciones de Job al acusarlo de ser recto sólo por no tener razón alguna para volverse en contra de Dios. Desde que comenzó a seguir a Dios, todo le había salido bien. Satanás quería probar que Job adoraba a Dios no por amor, sino porque Dios le había dado mucho.
La declaración de Satanás a Dios es un análisis preciso del porqué mucha gente confía en Dios. Estos son creyentes por interés, siguen a Dios solo cuando todas las cosas van bien o por lo que puedan obtener. La adversidad destruye esta fe superficial. Pero también fortalece la fe verdadera al hacer que los creyentes profundicen sus raíces en Dios para poder soportar las tormentas.

En Job 1:12 Esta conversación entre Dios y Satanás nos enseña un hecho importante acerca de Dios: El está absolutamente consciente de cada uno de los intentos de Satanás para hacernos sufrir y provocarnos dificultades. Aun cuando Dios nos permita sufrir por alguna razón más allá de nuestro entendimiento, nuestros problemas nunca lo toman por sorpresa y siempre tiene misericordia de nuestra situación.

Job no ocultó el pesar que lo abrumaba. La demostración de sus sentimientos no significó que había perdido su fe en Dios. Más bien, mostró que era humano y que amaba a su familia. Dios creó nuestras emociones, y no es pecado o inapropiado expresarlas como lo hizo Job. Si ha experimentado una gran pérdida, una desilusión o angustia, admita sus sentimientos ante usted y ante los demás, y deje salir la aflicción.

En la primera prueba de Satanás, Job perdió sus posesiones y a su familia, pero reaccionó correctamente hacia Dios al reconocer su soberana autoridad sobre todo lo que El le había dado. Satanás perdió el primer asalto. Job pasó la prueba y demostró que la gente puede amar a Dios por lo que Él es, no por lo que nos da.

Los niños nunca se cansan de preguntar "¿por qué?" Mientras más crecemos, menos nos gusta preguntar. Los niños preguntan acerca de todo, los adultos se preguntan acerca del sufrimiento. Es evidente que el mundo funciona de acuerdo a un sistema de causa y efecto, sin embargo, hay algunos efectos para los que no podemos encontrar una causa clara y algunas causas que no nos llevan a los efectos esperados. Era de esperar que la riqueza y la familia de Job le darían una vida muy feliz y, por un tiempo, se la dieron. Pero la pérdida y el dolor que experimentó nos impactan. Los dos primeros capítulos de su historia son algo más de lo que podemos soportar. Para aquellos que ante el más pequeño problema preguntan rápidamente "¿Por qué?", la fidelidad de Job les parecerá increíble. Pero hasta Job tuvo algo que aprender. Nosotros podemos aprender con él.
Nuestra era, en donde todo es "instantáneo", nos ha hecho perder la capacidad de esperar. Pretendemos adquirir paciencia en forma instantánea, y en nuestra prisa, pasamos por alto la contradicción. De todo lo que queremos ahora, el consuelo para el dolor está al principio de nuestra lista. Queremos una cura instantánea para todo, desde el dolor de muelas hasta las angustias del corazón.
Aunque algunos dolores han sido curados, seguimos viviendo en un mundo donde mucha gente sufre. Job no estaba esperando respuestas instantáneas para el intenso dolor físico y emocional que soportó. Pero al final, lo que quebrantó su paciencia no fue el sufrimiento, sino el no saber por qué sufría.
Cuando Job expresó su frustración, sus amigos tenían listas sus respuestas. Creían que la ley de causa y efecto se aplicaba a todas las experiencias de la gente. Su punto de vista acerca de la vida se redujo a: las cosas buenas le suceden a la gente buena y las cosas malas a la gente mala.
Debido a esto, sintieron que su rol era ayudar a Job a que admitiera que lo malo que había hecho había originado su sufrimiento.
En realidad, Job miraba la vida casi de la misma manera que sus amigos. Lo que no pudo comprender era por qué estaba sufriendo tanto cuando tenía la seguridad de que no había hecho nada para merecerlo. El último de sus amigos, Eliú, ofreció otra explicación para el dolor al señalar que Dios estaría permitiendo el sufrimiento para purificar a Job. Pero eso fue útil sólo en parte.
Cuando finalmente Dios habló, no le dio una respuesta a Job. En cambio, recalcó que es mejor conocer a Dios que conocer las respuestas.
A menudo sufrimos las consecuencias de malas acciones y decisiones equivocadas. La disposición de Job para arrepentirse y confesar lo que sabía que había hecho mal es una buena pauta para nosotros. A veces el sufrimiento nos moldea para un servicio especial hacia los demás. A veces el sufrimiento es un ataque de Satanás en nuestra vida. Y a veces, no sabemos por qué sufrimos. En todas esas ocasiones, ¿estamos dispuestos a confiar en Dios aunque nuestras preguntas no tengan respuesta?
Mucha gente piensa que creer en Dios la protege de los problemas, de modo que cuando las calamidades vienen, se rebelan contra la bondad y la justicia de Dios.
Pero el mensaje de Job es que usted no debe renunciar a Dios sólo porque le suceden cosas malas. La fe en Dios no garantiza la prosperidad personal, y la falta de fe no garantiza problemas en la vida. Si eso fuera así, la gente creería en Dios sólo para hacerse rica. Dios es capaz de rescatarnos del sufrimiento, pero también puede permitir que este venga por razones que no podemos entender. Es en momentos como este que Satanás emplea su estrategia de llevarnos a dudar de Dios. Job nos muestra aquí una perspectiva más amplia que su propia comodidad personal.
Si siempre supiéramos por qué sufrimos, nuestra fe no tendría espacio para crecer.

¿Cómo discute con o acusa usted al Dios Todopoderoso? ¿Le exige respuestas cuando las cosas no salen a su manera, pierde un trabajo, alguien cercano a usted se enferma o muere, las finanzas están apretadas, fracasa o surgen cambios inesperados?
La próxima vez que se vea tentado a quejarse con Dios, considere cuánto le ama y recuerde la reacción de Job cuando tuvo su oportunidad para hablar.
¿Está en una situación mejor que la de Job o es acaso más justo que él? Dé a Dios la oportunidad de revelarle sus propósitos mayores, pero recuerde que pueden ocurrir durante el curso de su vida y no en un momento dado.

La pregunta principal del libro de Job no tiene vencimiento: "¿Por qué los creyentes experimentan problemas y sufrimientos?" A través de un largo debate, los amigos de Job, supuestamente sabios, no pudieron contestar esta pregunta. En lugar de eso cometieron un error serio por lo que Dios los reprendió. Pensaron que los problemas surgían por el pecado de las personas. Vemos el mismo error hoy en día en aquellos que aseveran que la enfermedad y la falta de bendiciones materiales son señales de pecados no confesados y de falta de fe.
Aunque normalmente (pero no siempre) seguir a Dios conduce a una vida más feliz, y que rebelarse contra Dios normalmente (pero no siempre) conduce a una vida infeliz, Dios está en control. En nuestro mundo invadido por el pecado, calamidades y sufrimientos pueden venir a los buenos y a los malos por igual.
Esto no quiere decir que Dios sea indiferente, despreocupado, injusto y poco poderoso para protegernos. Las cosas malas suceden porque vivimos en un mundo caído, un mundo en el que tanto creyentes como inconversos son golpeados por las consecuencias trágicas del pecado.
Dios permite el mal por un tiempo, aunque a menudo lo convierte en bien para nosotros (Romanos 8:28). Quizá no tengamos respuestas de por qué Dios permite el mal, pero podemos estar seguros de que es Todopoderoso y sabe lo que está haciendo.
La próxima vez que se enfrente a pruebas y dilemas, véalas como oportunidades para buscar la fortaleza de Dios. Encontrará a un Dios que sólo desea mostrarle su amor y compasión. Si puede confiar en Él en su dolor, confusión y soledad, tendrá la victoria y eliminará la duda, uno de los más grandes obstáculos de Satanás en su vida.
Si Dios es su cimiento, nada lo apartará de su amor.

CUANDO SUFRIMOS
Aquí hay seis preguntas que nos debemos hacer cuando sufrimos, y lo que debemos hacer si la respuesta es afirmativa.
Preguntas y Nuestra respuesta

1 ¿Me está castigando Dios por algún pecado?
Confiese el pecado conocido

2 ¿Está atacándome Satanás mientras trato de sobrevivir como cristiano?
Clame a Dios para que le dé fortaleza

3 ¿Es esta una preparación para un servicio especial, donde puedo aprender a ser compasivo con otros que sufren?
Resista la autocompasión. Pida a Dios que abra puertas de oportunidad y lo ayude a descubrir a otros que sufren al igual que usted

4 ¿He sido seleccionado específicamente para ser probado, como Job?
Acepte la ayuda del cuerpo de creyentes. Confíe en que Dios llevará a cabo su propósito a través suyo

5 ¿Es mi sufrimiento resultado de consecuencias naturales por las cuales no soy directamente responsable?
Reconozca que en un mundo pecaminoso, tanto las personas buenas como las malas sufrirán. Pero las personas buenas tienen la promesa de Dios de que su sufrimiento llegará un día a su fin

6 ¿Sufro por alguna razón desconocida?
No se retraiga por el dolor. Proclame su fe en Dios, sepa que El se interesa por usted, y espere pacientemente su ayuda.

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